Claves para preservar
mejor la memoria
Ojalá todos pudiéramos gozar de la vitalidad de Oscar
Niemeyer: a punto de cumplir los 101, el célebre arquitecto
brasileño está perfectamente lúcido y en plena actividad. Pero a los
mortales comunes y corrientes que tienen la fortuna de vivir muchos
años -un grupo creciente, dado el aumento de la expectativa de vida-
los fantasmas de la demencia y los problemas de memoria los acechan
a la vuelta del camino.
Bruce Miller, profesor de neurología de la Universidad de California
en San Francisco, lo sabe bien: director del Centro de Memoria y
Envejecimiento de esa universidad, es reconocido como uno de los
especialistas más destacados del mundo (y tal vez el más prominente)
en neurología cognitiva, especialidad que centra su estudio en
patologías degenerativas del cerebro que tienen que ver con el
comportamiento.
Miller, que la semana última estuvo en Buenos Aires para participar
en la Segunda Conferencia de Alzheimer Iberoamérica, organizada por
la Asociación de Lucha contra el Mal de Alzheimer, y para discutir
nuevas colaboraciones con el grupo de Facundo Manes en el Instituto
de Neurología Cognitiva (Ineco) y en el Instituto de Neurociencias
de la Fundación Favaloro, está iluminando algunos de los procesos
que los explican y explorando nuevas maneras de enfrentarlos.
-¿Es un destino ineludible padecer severos problemas de memoria al
envejecer?
-Los datos con que contamos hoy son un poco inquietantes. Cuando uno
sobrepasa los ochenta años, el riesgo es de alrededor del 20%,
después de los 90, aumenta al 40%, y después de los cien,
prácticamente todo el mundo los sufre. De modo que cuanto más
envejecemos, menos personas carecen de desórdenes de memoria. Pero
creo que hay una gran esperanza: algunas cosas simples, como hacer
ejercicio, comer bien, nos ayudan a envejecer mejor. Sin embargo,
vamos a necesitar fármacos si queremos detener esta epidemia.
-¿Tiene sentido prolongar tanto la vida si vamos a olvidarnos de
todo?
-Es una de las cosas más trágicas que ocurren, que nuestros viejos,
los más sabios, los que nos cuentan la historia de nuestra familia y
de la sociedad estén perdiendo sus recuerdos. Son personas que
pueden jugar un papel tan importante...
-¿Qué cambios de la memoria pueden considerarse normales?
-La mayoría de nosotros no sufrirá problemas graves antes de los
ochenta, pero todos nos damos cuenta de que vamos perdiendo nuestra
capacidad de recordar. Por ejemplo, después de los treinta, no
aprendemos tan fácilmente nuevos idiomas. Muchas cosas van
disminuyendo con la edad. Todos las percibimos, como la dificultad
para encontrar las palabras correctas después de los 40 o los 50. Es
lo natural.
-¿Cómo podemos diferenciar la pérdida de memoria normal de la
patológica?
-A veces es difícil. Todos estos desórdenes pueden empezar muy
sutilmente. Pero cuando el problema de memoria es persistente e
interfiere con el funcionamiento rutinario de las personas, hay
bastante certeza de que estamos frente a una enfermedad.
-¿Además de hacer actividad física y de alimentarse bien, existe
algún recurso farmacológico para detener la pérdida de memoria,
incluso la considerada normal?
-Bueno, la normal no sé. Creo que la actividad física va a jugar un
papel cada vez más importante en la protección del cuerpo y de la
mente a medida que envejecemos. Para el mal de Alzheimer, en los
Estados Unidos tenemos dos tipos de medicaciones aprobadas. En los
próximos dos o tres años, tendremos más fármacos.
-Muchos proponen el uso de vitaminas. ¿Tienen efecto positivo?
-No lo sabemos. Algunos estudios están analizando cuál es la
influencia del ácido fólico, si altas dosis pueden hacer más lenta
la progresión de la enfermedad de Alzheimer. Creo que uno de los
problemas contra los que chocan muchos de nuestros estudios es que
podría ser más difícil tratar el Alzheimer que prevenirlo.
Prevenirlo exige estudios mucho más caros. Para mostrar que uno
tiene una medicina que puede evitarlo, es necesario estudiar a miles
de personas a lo largo de muchos años. Es más fácil estudiar a
treinta pacientes y ver si algo funciona.
-Usted es neurólogo, pero estudia las demencias y los
comportamientos... ¿Cree que en el futuro la neurología reemplazará
a la psicología y al psicoanálisis?
-Es una pregunta peligrosa... especialmente en este país [sonríe].
Déjeme ver. Creo que la gente encuentra mucha ayuda y solaz en el
psicoanálisis. La neurología tiene un rol diferente. Se concentra en
enfermedades cerebrales degenerativas y en cómo prevenirlas, es
nuestra meta. El psicoanálisis trabaja con las emociones y los
sentimientos. Tal vez no haya medicinas para eso... Hablar podría
ser lo más efectivo...
-Tener amigos...
-Bueno, ése es un punto muy importante. De nuestras investigaciones
surge que las redes sociales son un factor importantísimo para
predecir cómo progresará alguien que tiene Alzheimer. Si uno es
mayor, pero tiene una familia, gente que se preocupa por uno, muchos
amigos, ya sea que tenga buena salud o Alzheimer, le irá mucho
mejor.
-Si los comportamientos son consecuencia de la estructura del
cerebro, ¿es lo inverso cierto? ¿Los comportamientos pueden cambiar
la estructura del cerebro?
-Sí. Algo que frecuentemente pasamos por alto es que cada vez que
aprendemos algo nuevo, cambiamos la estructura de nuestro cerebro.
Sabemos que los chicos que aprenden a tocar instrumentos musicales
tienen diferencias estructurales significativas en las áreas
motoras. Nos estamos dando cuenta cada vez más de que buenos
comportamientos pueden modificar positivamente el cerebro. ¿Los
malos comportamientos lo modifican negativamente? Tal vez. Tenemos
menos información sobre eso.
-Cuando habla de comportamientos "buenos", se refiere al
aprendizaje. ¿Pero también a la empatía, a ser una buena persona?
-Sí, probablemente. Pero sabemos más de las cosas simples, como el
movimiento. Y está muy claro que puede causar cambios permanentes
muy positivos en el cerebro. Con respecto a la actividad
intelectual, sólo ahora estamos empezando a estudiarla. A la emoción
todavía no la entendemos tan bien.
Nora Bär
http://www.lanacion.com.ar/
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