La causa fundamental de la confusión  

 

Esta no es una conferencia sobre un tema en particular con el fin de adoctrinarlos y moldear sus pensamientos u opiniones, sino que es más bien una conversación entre dos personas, ustedes y quien les habla. Somos dos amigos que, sentados en el banco de un parque, discutimos juntos acerca de nuestros problemas, dos amigos profundamente interesados en lo que está ocurriendo a nuestro alrededor, en la confusión y el caos que imperan en todas partes del mundo. No sé si ustedes tienen un amigo con el que hablan, al que le revelan sus propios sentimientos, sus conceptos, sus ideas, sus desengaños, etcétera. Vamos a conversar juntos de esa manera explorando, investigando sin ningún prejuicio, con una gran amistad, que implica un gran afecto, y respetándonos uno a otro, sin que haya ninguna clase de pensamientos o motivos ocultos.

En primer lugar, veamos sin prejuicio alguno no como alemán, inglés, americano o ruso- lo que está sucediendo alrededor de nosotros, exteriormente. Somos seres humanos, cualquiera que sea el país al que pertenezcamos. Uno observa países que atraviesan por una enorme confusión, por una gran incertidumbre; hay muchísimo caos. La gente está desorientada. Pero, infortunadamente, al estar condicionados, confundidos, inseguros, tratamos de encontrar una solución en el pasado, y nos volvemos a nuestras tradiciones. Esto es lo que está ocurriendo en todo el mundo. Están los fundamentalistas que aceptan la Biblia como su autoridad, los fundamentalistas islámicos que acuden al Korán. Y están los fundamentalistas que acuden a Marx. Así, cuando nos sentimos inseguros, confundidos, grandemente perturbados, acudimos al pasado, a algún tipo de autoridad, a cierta clase de libros, con el fin de encontrar una orientación. Ahora bien; en este país, como pueden observar, hay demasiados libros, demasiados marbetes. De modo que aquí la tradición es incierta. Ustedes tienen todos los líderes, todos los gurús, pero todos aquellos que se titulan santos, no han ayudado a la humanidad.

¿Cuál es la causa fundamental de toda esta confusión? Cuando uno puede encontrar la causa, entonces puede ponerle fin una causa tiene un final. Nos estamos preguntando cuál es la causa o cuáles son las causas de esta confusión, de esta falta de integridad, de esta sensación de extremo deterioro. ¿Cuál es el origen de todo esto? Casi todos nosotros jugamos con los síntomas. Decimos que ellos se debe a la superpoblación, a los malos gobiernos. Es igual en todo el mundo falta de dirección, falta de moralidad. Son todos síntomas. Uno jamás se pregunta cuál es la causa de todo esto. Cuando empezamos a investigar la causa, cada uno de nosotros ofrece opiniones diferentes. Cuanto más eruditos somos, tanto mayor es nuestra afirmación acerca de la causa o las causas. Pero nosotros no somos personas muy eruditas. Somos personas comunes, legos, no somos muy brillantes ni muy inteligentes. Pero estamos presos en esta confusión que existe en el mundo y aquí, en este país. Cada nación, cada grupo está preparándose para la guerra. Todos los países, especialmente los países industriales, están proveyendo de armamentos al resto del mundo. Nadie pregunta: "¿Por qué hemos de tener guerras, por qué tenemos que matarnos, que asesinarnos unos a otros?" Se habla de detener las guerras nucleares, pero no de poner fin a todas las guerras. ¿Por qué los seres humanos se han reducido a sí mismos a esta condición? Es una pregunta muy importante. ¿Por qué tenemos que matar a otras personas? ¿Es por nuestra nación, por nuestro grupo particular? Hemos aceptado la idea de la guerra como un proceso histórico, y ella se ha vuelto una realidad. Pero el origen de todo esto es que vivimos en una ilusión, la ilusión de que nuestro país debe ser protegido. ¿Qué es el país de uno? ¿Qué es lo que está protegiendo cada uno de ustedes? ¿Su casa, su hogar, sus ideas, su cuenta bancaria? Todo el mundo se está deteriorando, se está derrumbando, y nosotros no investigamos las causas fundamentales.

Entonces, ¿cuál es la causa? ¿Es que tanto hemos acudido en procura de ayuda a los líderes políticos, religiosos y económicos con sus ideas particulares, con sus peculiares sistemas, que siempre estamos dependiendo de otros para que nos guíen, para que nos digan lo que debemos hacer? ¿Es ése el origen, la causa fundamental de esto, o culpan ustedes al medio en que viven? El medio en que viven es el gobierno que no tiene un líder adecuado, un gurú honesto. Ése es el medio algo exterior a nosotros. ¿Es ésa la causa de esto, lo cual significa que hemos confiado enteramente en la autoridad la autoridad de la tradición, la autoridad de los libros, de los líderes, de los gurús, etc.? Cuando uno depende así, poco a poco se debilita, se enferma, es incapaz de pensar claramente. Este es un hecho. Los periódicos les dicen a ustedes lo que deben pensar. Todas las reuniones a las que asisten, los discursos que escuchan, los adoctrinan. De modo que la falta de confianza en nosotros mismos, la falta de un sentido de responsabilidad por nosotros mismos, puede que sea el origen fundamental de toda esta confusión. Nos hemos vuelto irresponsables porque dependemos.

La dependencia

¿Es posible ser una luz para sí mismo y no depender de ninguna persona? Uno tiene que depender del lechero, del cartero, del policía que cuida el orden en los cruces de las calles. Uno depende del médico, del cirujano. Pero en lo interno, en lo psicológico, si podemos ser una luz para nosotros mismos, no tenemos que depender de nadie para pensar claramente, para observar nuestras propias reacciones y respuestas. ¿Comprenden lo que esto significa ser luz para uno mismo? No es la confianza en uno mismo, la cual forma parte de la condición egocéntrica, egotista. Pero el ser luz para sí mismo, requiere gran libertad, un cerebro muy claro, no un cerebro condicionado. Y tener un cerebro activo, capaz de afrontar retos, de cuestionar, de dudar, implica tener energía. Pero cuando uno depende de otros, pierde la energía.

Prosigamos, pues, a partir de ahí. La mente, el cerebro de ustedes, ¿está condicionado? ¿Entienden esa palabra 'condicionado'? Desde el instante en que nacemos, el cerebro va siendo condicionado, moldeado por la tradición, por la religión, por la literatura que leemos, por los periódicos, por nuestros padres. El cerebro ha vivido por millones de años. Ha tenido innumerables experiencias. Se ha enfrentado a guerras, al dolor, al placer, a sufrimientos, agonías, grandes perturbaciones. Y está condicionado como hindú, sikh, musulmán, cristiano... ¿Por qué está condicionado? Estamos investigando seriamente si el condicionamiento de nuestro cerebro puede terminar. ¿Nos damos cuenta de ese condicionamiento, vemos claramente que estamos condicionados? ¿Al menos en esto estamos de acuerdo ustedes y yo? Si uno se halla condicionado, eso implica que su existencia se vuelve mecánica uno repite que es hindú, que es musulmán, que es marxista y así sucesivamente. Nuestro cerebro se vuelve mecánico, repitiendo la misma cosa una y otra y otra vez. Así que, en primer lugar, conversando uno con otro como dos amigos, ¿nos damos cuenta realmente de que nuestros cerebros están condicionados? Entonces nos preguntamos si es posible librar al cerebro de ser hindú, musulmán, cristiano, marxista. Somos seres humanos, no etiquetas. Pero las etiquetas cuentan muchísimo. Eso es lo que ocurre.

Libertad y Condicionamiento

Cuando hay condicionamiento, no hay libertad. No puede haber amor, no puede haber afecto. Es imperativo, absolutamente esencial para el futuro de la humanidad, que nos ocupemos de investigar el cerebro con su condicionamiento. Si nos damos cuenta de eso, entonces podemos proceder a averiguar si es posible liberar al cerebro. Se sobreentiende que la relación entre el cerebro y la mente puede darse cuando el cerebro es completamente libre. Entonces el cerebro es la mente. Examinaremos esto más tarde a medida que avancemos.

Estamos condicionados, y nos preguntamos si es posible librarnos de ese condicionamiento. No digan que sí o que no, porque eso sería absurdo; mientras que si investigan, entonces están aprendiendo gracias a la investigación. ¿Por dónde empiezan a investigar si es posible liberar al cerebro de su condicionamiento, a investigar si es posible no ser un hindú o un musulmán o un sikh, sino un ser humano con todos los afanes, las ansiedades, las incertidumbres de la humanidad, con toda la profundidad de la angustia y el dolor humanos? ¿Empezarán a investigar desde afuera, o empezarán a hacerlo desde adentro? O sea, ¿es el mundo exterior diferente del mundo en que vivimos internamente? ¿Comprenden esa pregunta? La sociedad, la moral, el mundo exterior, ¿es diferente de ustedes, o son ustedes los que lo han creado? Por favor, consideren esto. El mundo es cada uno de ustedes, y cada uno de ustedes es el mundo. Es muy importante que esto se comprenda. En nuestro desorden, en nuestra confusión, en nuestro deseo de seguridad, hemos creado un mundo exterior a nosotros, que es la sociedad, la cual es corrupta, inmoral, confusa y está permanentemente en guerra, porque nosotros mismos estamos internamente confundidos y en conflicto.

Comenzar por uno mismo

Entonces, ¿por dónde comienzan, sabiendo que son ustedes los que han creado este mundo? Tienen que comenzar consigo mismos, no con la modificación del sistema, del mundo exterior. Eso implica no ir en busca de un nuevo líder, un nuevo sistema, una nueva filosofía o nuevos gurús, sino mirarse cada uno a sí mismo tal como es. ¿Pueden ustedes observarse a sí mismos como observarían el propio rostro en un espejo? ¿Pueden observar así sus reacciones, sus respuestas? Porque sus reacciones y sus respuestas son lo que son ustedes. Por lo tanto, comencemos a investigar ahí.

La vida es un proceso de relación. La vida no existe sin relación. Éste es un hecho. Uno puede ser un ermitaño, un monje, puede apartarse de toda la sociedad, pero está relacionado. Como ser humano, uno no puede evadir el estar relacionado. Estamos relacionados con nuestra esposa, con nuestro marido, con nuestros hijos, estamos relacionados con nuestro gobierno, nos relacionamos con el ermitaño que se retira del mundo, porque lo alimentamos, y él a su vez, está relacionado con sus ideas. De modo que la relación es la base de la existencia humana. Sin relación no hay existencia. Ustedes se relacionan, o bien con el pasado, es decir, con toda la tradición, con todos los recuerdos, con los monjes, o se relacionan con alguna ideación sobre el futuro. Por lo tanto, la relación es la cosa más importante en la vida. ¿Ven la verdad de eso, no verbalmente, no con el intelecto, sino realmente, con la mente y el corazón?

Estamos investigando qué relación establecen ustedes con otro, sea esta relación intima o no. ¿Es que desde la infancia se les lastima, se les hiere psicológicamente y, en consecuencia, desde esa lastimadura, desde esa herida psicológica engendran ustedes violencia? La consecuencia de hallarnos lastimados, heridos internamente, es que nos encerramos más y más en nosotros mismos a fin de que no se nos lastime. Y nuestra relación con otro se vuelve entonces muy estrecha, muy limitada. Primero debemos investigar y descubrir si es posible que uno no sea lastimado jamás. ¿Cuál es el origen de que nos sintamos lastimados psicológicamente? ¿Cuál es la causa? Cuando digo que me siento lastimado, que me han lastimado en mi orgullo, ¿qué significa eso? Mi maestro me ha lastimado, me han lastimado mis padres. Todos nos sentimos lastimados. Todos estamos psicológicamente heridos por un incidente, por una palabra, una mirada, un gesto. ¿Qué es, entonces, lo que se halla lastimado? Uno dice: "Yo me siento lastimado". ¿Qué es ese 'yo' al que lastiman? ¿No es acaso una imagen que hemos construido de nosotros mismos?

Estamos formulando una pregunta muy seria: ¿Qué es lo que está lastimado? El cerebro tiene la capacidad de crear imágenes. Las imágenes son las ilusiones. Nosotros tenemos ilusiones; la guerra es una ilusión, y la aceptamos. Ustedes aceptan matar a otro ser humano, matar otra vida; aceptan eso como parte de la imagen que tienen. Ustedes tienen muchas, muchísimas imágenes. Y una de esas imágenes es: "Me lastiman". Estamos investigando cuál es la entidad lastimada. La entidad es la imagen que he construido de mí mismo. Pienso que soy un gran hombre y viene uno de ustedes y me dice: "No sea idiota". Quedo lastimado. Donde hay comparación, hay heridas psicológicas. Cuando me comparo con alguien que es más hábil, más brillante, más inteligente, o sea, cuando existe el medir, tengo que quedar lastimado. Así que, por favor, investiguen si pueden ustedes vivir sin comparar, sin medir. Siempre estamos comparándonos con alguien. Comienza en la escuela, cuando al niño se le dice que debe ser tan bueno como su hermano. Eso es comparación, eso es medida, y ese proceso continúa a lo largo de toda la vida.

La comparación

¿Es, por tanto, posible vivir sin medir, sin comparar? Esta es una cuestión tremendamente complicada. Porque la palabra 'mejor' implica medida. La palabra 'más' implica medida. El mejoramiento de uno mismo implica medida. Averigüen si es posible vivir sin medir, lo que equivale a vivir sin comparar. Forma parte de la meditación investigar el significado del no devenir; el devenir, el llegar a ser, implica medida. ¿Es posible que en nuestra relación de unos con otros, por intima que sea, no intervenga la medida? Eso quiere decir que nuestro cerebro debe estar activo en la relación; debe investigar nuestra relación, investigar si en esa relación hay heridas psicológicas, y ver que esas heridas producen más temor, más encierro en uno mismo y, por consiguiente, más aislamiento. Y mientras haya aislamiento, sea externa o internamente, tiene que haber conflicto.

Estamos diciendo que el cerebro ha sido condicionado al aislamiento como hindú, como budista, etcétera. Para investigar esta cuestión de si el cerebro puede librarse de su propio condicionamiento, tenemos que investigar la relación. ¿Qué relación establecen ustedes con otro, con la esposa, con el marido, con los hijos? Empiecen por ahí, cerca de la casa, no a gran distancia. Ustedes saben, señores, que para ir muy lejos, tienen que empezar muy, muy cerca. Para ir muy lejos, deben ustedes poner la propia casa en orden. ¿Pueden estar atentos, alertas, de modo que observen la relación que establecen y, desde ese estado de atención alerta, aprendan cómo responden, cómo reaccionan? Esa es la vida, la vida de todos los días. Ella requiere atención constante a cada reacción, a cada pensamiento. Pero casi todos nosotros somos muy perezosos. Nos hemos vuelto perezosos porque dependemos unos de otros.

Como dos amigos, hemos examinado este problema de la relación e investigaremos, además, la naturaleza de esa relación. El cerebro humano, ¿es 'mi' cerebro o es el cerebro de la humanidad? Esta es realmente una pregunta muy seria. El cerebro de cada uno de ustedes, ¿es un cerebro individual, o es el cerebro de la humanidad? Cuando uno dice, "es mi cerebro", cuando uno dice, "es mi conciencia", ¿es así realmente? ¿O es la conciencia de la humanidad? Investíguenlo. Sufrimos, nos sentimos inseguros, ansiosos, padecemos angustias, dolor. Somos eso. Tenemos creencias, conocimientos, carácter, y eso es lo que somos cada uno de nosotros. Y eso, exactamente, es nuestro vecino. Sufre, pasa angustias, pesares, dolores, infortunios. ¿Está, pues, la conciencia de cada uno de nosotros separada del resto de la humanidad? No, por supuesto que no. Si advertimos eso, si vemos la verdad de eso, entonces, ¿es cada uno de nosotros un individuo? Uno puede pensar que es un individuo porque es moreno, porque es bajo, porque la actividad periférica le hace creer que es un individuo; pero bien en lo profundo, ¿no es uno el resto de la humanidad? Cuando uno comprende eso, jamás matará a otro, porque estará matándose a sí mismo. Entonces de ello surge una gran compasión, un gran amor.

J. Krishnamurti, La mente que no mide


 

 

 

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