Hábito y disciplina, facilidad y esfuerzo         

 

Consideramos que cuanto más se sabe sobre la mente - y en la actualidad es mucho más que hace tan sólo 5 años atrás - más oportuno se hace atender y revisar algunos de los criterios más difundidos sobre el trabajo mental.

 

Una de las ideas que parece requerir atención y revisión es la que propone que el estudiar es un hábito.

 

Según el diccionario, un hábito es un "modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas". Hay buenos y malos hábitos, la palabra en sí - hábito - se suele utilizar sin cargas o connotaciones negativas.

 

El énfasis puesto en adquirir el hábito de estudiar consiste entonces en la propuesta de llegar a hacerlo como algo inconscientemente incorporado por reiteración. Sería la forma más difundida de entender la tarea de estudiar.

 

Por otra parte, tenemos la palabra disciplina; una palabra con "mala prensa" en muchos ámbitos, por sus connotaciones "habituales"; algo lamentable puesto que es un factor clave en relación al trabajo mental, su mejora y desarrollo. *Pensamos la definición de "disciplina" como comportamiento adoptado y ordenado según normas y principios.

 

Un hábito es adquirido por reiteraciones que llevan a formar una tendencia inconsciente; en contraste, la disciplina es ejercicio consciente de intención.

 

Si uno quiere generar un hábito antes tiene que disponer de suficiente disciplina para aceptar esfuerzos y hacer las reiteraciones necesarias. Sin aplicación directa de la intención no hay posibilidad de generar el hábito para una tarea consciente. Sea estudiar o desarrollar los biceps.

 

Aunque no es lo que nos gusta creer, la mayoría de la gente no trabaja por hábito más que por disciplina, ni hace lo correcto por hábito más que por disciplina. Plantearnos adquirir el hábito de hacer ejercicios todos los días no puede desplazar al hecho de que jamás lo lograríamos sin tener antes disciplina. Y esto siempre comienza con la intención; lo contrario es como poner el carro delante del caballo.

 

Otra de las ideas que consideramos merece revisión: "sin esfuerzos es mejor".

 

Uno puede preguntarse, por ejemplo, si nos proponemos fortalecernos físicamente, cómo podríamos lograrlo descansando más, buscando más comodidad y haciendo menos esfuerzos físicos. Evidentemente, sería muy difícil, si no imposible, que hallemos el modo o los medios.

 

Si adoptamos principalmente un modo de aprendizaje y trabajo mental en el que tiene la mayor importancia que las cosas demanden el mínimo esfuerzo cognitivo entonces la finalidad no estaría tanto en el desarrollo y mejora de las habilidades cognitivas como en el aprendizaje de contenidos.

 

Estas son sólo algunas pautas conocidas que se consideran hacia los materiales de estudio:

 

·        que sean de fácil lectura

·        no muy extensos

·        con ejemplos sencillos

·        con muchas ayudas visuales

·        con ejercicios entretenidos

·        que sepan interesar

·        que propongan juegos

·        que señalicen lo importante

·        Etc.

 

Y si hay clases de por medio:

 

·        que el docente agrade

·        que la materia agrade

·        que las clases entretengan

·        Etc.

 

Tiene esto un parecido notable a las condiciones de producción de un programa de televisión. La eficacia del enfoque "sin esfuerzos" es indiscutible, tiene incluso un valor económico evidente.

 

De todas formas, surge un interrogante: al facilitar todo lo posible los procesos cognitivos ¿podemos hacer algo para equilibrar la balanza y hacer más por el desarrollo del potencial cognitivo?

 

La respuesta no es simple. Depende de lo que definamos como capacidades indispensables para una profesión u oficio que se tendrá en una cultura de formación continua y de esfuerzo cognitivo permanente.

 

Aunque llegase a tener suficiente importancia el concepto de esfuerzo mental en nuestra cultura, lo que evidentemente ocurre es que se ejercita mucho menos de lo que se necesita. En la escuela, cuando queremos que el estudiante atienda y se concentre, necesitamos captar su atención e interés con los recursos que entendemos más adecuados para tal fin. Ahora bien ¿en qué medida esto se suele complementar con el desarrollo de sus habilidades cognitivas? Por poner un caso, los recursos que se utilizan ¿implican suficiente trabajo mental como para desarrollar la "musculatura cognitiva" o sólo son recursos efectivos para aprender mejor los contenidos? ¿O tienen los contenidos eficacia suficiente para desarrollar las habilidades de la mente?

 

Paradójicamente, vivimos en la ilusión de que sólo los niños y adolescentes necesitan mejorar sus habilidades. Persiste el mito de que los adultos no tenemos necesidad alguna de desarrollar habilidades o mejorar las que tenemos; y con toda la evidencia en contra. Ni leemos ni respiramos todo lo bien que podríamos.

 

En la infancia, la preadolescencia, la adolescencia y la juventud, tal vez se ha establecido que aprender tiene que ser casi sin inversión de energía mental. Lo cierto es que al llegar a la universidad, durante y después, se cae en la cuenta de que falta fuerza de concentración, faltan destrezas y falla la gestión de los propios recursos.

 

Bajo esta perspectiva, la idea de adquirir el hábito de estudiar es como la sugerencia de subrayar las ideas importantes. Por lo general, sin esfuerzos no hay intención eficiente para una cosa ni criterio preciso para la otra.

 

En definitiva, las habilidades mentales - la capacidad de concentrarnos, razonar, visualizar, imaginar, decidir, resolver problemas, pensar con claridad, comunicarnos con convicción y creativamente - dependen fundamentalmente del modo y la frecuencia conque ejercitemos la mente. Sin disciplina ni desafíos no hay ejercitación alguna. Y sin ejercitación no hay desarrollo.

 

Sólo si practicamos aplicar concretamente la intención de hacer esfuerzos desarrollamos y fortalecemos la intencionalidad; recién entonces el aprendizaje autónomo es posible. El trabajo mental efectivo depende mucho más de uno mismo que de cualquier otro factor; no se puede prescindir de la disciplina ni del esfuerzo si la meta es adquirir buenos hábitos y desempeño mental efectivo.
 

Patricio Jorge Vargas, Co-Fundador y Director de la Escuela de Educación Mental Mentat, entidad educativa cuya misión es la mejora y el desarrollo de habilidades cognitivas. Su correo es: pvargasgil@mentat.com.ar


 

 

 


 

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