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Hablar solos
Aunque nuestra cultura se divide al juzgar la
práctica de hablar solos, "que es de locos" versus "que es normal",
pasamos la mayor parte de nuestras vidas hablándonos y hablando solos,
por el famoso diálogo mental que todos tenemos. Claro que, al hablarnos
mentalmente - como la mayoría hace - nadie se entera.
En ausencia de patologías preexistentes, el hablarnos o hablar solos ni
nos vuelve locos ni nos pone en riesgo de enloquecer.
¿Tiene alguna utilidad hablar solos? Claro que sí. Como decíamos, aún no
emitiendo sonidos vivimos hablándonos mentalmente. Lo hacemos de forma
natural, sin que se nos haya instruido; lo hacemos para reflexionar,
razonar, analizar, considerar, expresar sentimientos, etc. Y es algo que
hacemos de manera automática.
Lamentablemente, por ser algo que hacemos automáticamente, sus vicios
influyen mucho en el rendimiento mental. Los vicios a los que nos
referimos son formas de diálogo interno negativas, críticas, pesimistas,
derrotistas, antagónicas, desviadoras, negadoras, etc. Todos sabemos
reconocerlas bien aunque no solemos neutralizarlas con éxito.
Para combatir los efectos del diálogo negativo con uno mismo hay
terapias que recomiendan hablarnos conscientemente, cambiándole
intencionalmente el signo al diálogo interno. En esta línea, el crear
pensamientos positivos para ir silenciando el diálogo negativo es mejor
que intentar suprimirlo directamente.
El entrenamiento mental de un deportista que participa en competencias
de alto nivel incluye una buena dosis de cosas que decirse que le
ayudarán a enfocarse, a soportar un esfuerzo extra, a superar el temor,
a controlar la respuesta emocional, etc.
Eventualmente podemos cometer errores intentando reprimir el diálogo
negativo pero ya es claro que, a este punto, ganamos mucho al haber
tomado conciencia del poder que el diálogo con uno mismo tiene para
generar efectos en el propio rendimiento.
El secreto para que el hablarnos y el hablar solos resulte de utilidad
es hacerlo intencionalmente, conscientemente, y con el signo adecuado,
es decir, positivamente.
Recuerda este principio: nuestra mente responde tanto a la experiencia
real como a la imaginaria. De manera similar, nos afecta el diálogo real
con otra persona como el imaginario y/o el diálogo con uno mismo, tal
como si fuéramos dos personas.
En caso de que tu objetivo sea simplemente procesar mejor una
información o situación, no tiene nada de malo - y hasta puede
resultarte muy útil - dialogar imaginariamente o de manera audible con
una mascota o ser vivo presente en tu entorno, incluso hasta con algún
objeto o herramienta, hablándole como si de otra persona se tratara.
Está comprobado que puede ayudarnos a pensar, expresar sentimientos,
desbloquear ideas, disminuir tensiones.
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