Hallan una "llave maestra" del
sistema inmunológico
Cualquiera que haya pasado por la escuela secundaria
sabe que el sistema inmune es un complejo mecanismo que distingue
entre lo propio y lo extraño.
El abecé de este "ejército interior" es que debe saber cuándo atacar
y cuándo retirarse: si no se activa ante la presencia de células
tumorales, o ante la invasión de bacterias, virus o parásitos, nos
deja inermes frente a las infecciones y permite el avance del
cáncer, pero si se activa cuando no debe hacerlo y ataca los propios
tejidos, aparecen enfermedades autoinmunes, como la esclerosis
múltiple, la artritis o la diabetes.
Muy sencillo, claro... pero ¿cómo "sabe" el sistema inmune cuándo
activarse y cuándo desactivarse?
Hasta ahora, esta pregunta se había respondido parcialmente, porque
se sabía mucho sobre el mecanismo de activación del sistema
inmunológico, pero muy poco sobre "la otra cara" de la moneda: el
proceso de "tolerancia inmunológica", un exquisito engranaje de
regulación capaz de silenciarlo.
Hoy, con un impecable y elegante trabajo que publica Nature
Inmunology , un equipo íntegramente formado por científicos
argentinos acaba de contestarla.
"La inducción de tolerancia tiene una importancia clave en la
aceptación de trasplantes y para evitar el desarrollo de
enfermedades autoinmunes -explica el doctor Gabriel Rabinovich, jefe
del grupo, investigador del Conicet en el Instituto de Medicina y
Biología Experimental (Ibyme) y docente de la Facultad de Ciencias
Exactas y Naturales de la UBA-. Si el circuito de la tolerancia está
aumentado, el sistema inmunológico pasa por alto y favorece el
crecimiento de tumores; si está bloqueado, permite el desarrollo de
la autoinmunidad."
A partir de este descubrimiento -que describe la tolerancia como un
circuito activo-, los científicos pueden explicar el cáncer y las
enfermedades autoinmunes por fallas en el circuito de "tolerancia
inmunológica": en el primer caso, porque ésta se activa cuando no
debe hacerlo, y en el segundo, porque no se activa cuando debería
hacerlo.
Un mecanismo de relojería
Hace aproximadamente cinco años, Rabinovich y su grupo publicaron un
trabajo cardinal en Cancer Cell que explicaba que el organismo no
"ve" a los tumores y les permite desarrollarse sin atacarlos porque
éstos producen una proteína que deprime el sistema inmune, la
galectina-1. Desde ese momento, empezaron a preguntarse cuáles
serían los detalles de este mecanismo de relojería.
"Para explorarlo, le propuse a Juan Martín Ilarregui -primer autor
del trabajo, que fue además su tesis de doctorado- que se pusiera a
trabajar con unas células muy plásticas del sistema inmune, las
dendríticas", cuenta Rabinovich.
Las células dendríticas se generan en la médula ósea y transitan por
la sangre patrullando los tejidos. "Cuando detectan algo -explica
muy coloquialmente el científico-, inmediatamente van al ganglio
linfático, se encuentran con un linfocito T y le dicen: «Mirá, acá
yo encontré un antígeno» y le presentan un fragmento de microbio o
de tumor. El linfocito T se activa, va a los tejidos y mata o
paraliza a la bacteria, el tumor o el virus. Sin embargo, nosotros
vimos que cuando está expuesta a altos niveles de galectina-1, la
dendrítica produce, gatilla y perpetúa todo un circuito que confunde
a las células T, y éstas en lugar de activarse se convierten en
linfocitos T regulatorios y silencian la respuesta inmune."
En otras palabras, las células dendríticas son el eje que puede
orquestar tanto el ataque como la retirada del sistema inmune, de
acuerdo con las señales que reciban. Bajo el influjo de galectina-1,
estas células liberan otra proteína, llamada interleuquina 27. Esta,
a su vez, se contacta con el receptor del linfocito T, que en lugar
de ejercer una respuesta inmunológica o combatir un tumor se frena,
se convierte en linfocito T regulatorio y libera interleuquina 10.
"La producción de esta proteína puede suprimir la respuesta inmune
en varios escenarios -afirma Rabinovich-, como enfermedades
autoinmunes (esclerosis múltiple, artritis reumatoidea, enfermedad
de Crohn, etc.), en infecciones por virus, bacterias y parásitos, y
en tumores."
Un aporte superlativo
Sin duda, como todo descubrimiento trascendente, el de Rabinovich y
su equipo ya sugiere nuevas preguntas para seguir investigando. Como
dice Juan Martín Ilarregui, protagonista principal de este hallazgo:
"Haber identificado un sistema completo de resolución de la
respuesta inmune abre nuevos caminos de exploración que permiten una
mayor comprensión del sistema inmune y la posibilidad de manipularlo
para nuestro beneficio".
Eduardo Sotomayor, investigador del Lee Moffitt Cancer Center, en
Tampa, y uno de los que descubrieron que las células dendríticas son
centrales en la activación y la tolerancia inmunológica, destacó el
hallazgo como un aporte superlativo: "Sabemos lo difícil que es
hacer ciencia de gran nivel en un país latinoamericano -dijo por vía
telefónica, desde su casa en Miami-. La ciencia argentina está
volviendo a ponerse en el lugar que tuvo cuando recibió sus premios
Nobel. El equipo del Ibyme ha abierto una nueva área de
investigación".
Rabinovich, por su parte, ya prepara una secuela de esta historia:
si los indicios obtenidos hasta ahora se confirman, sería posible
encender este circuito activando la producción de galectina-1 o su
unión con azúcares en la célula dendrítica (primer engranaje), y
modular la producción de interleuquina 27 (segundo engranaje) o de
interleuquina 10 (tercer engranaje) para detener la respuesta
autoinmune, o producir anticuerpos que bloqueen la tolerancia. "Los
próximos años, vamos a repartir nuestros esfuerzos entre la
investigación básica y la terapéutica", afirma.
Nora Bär
La Nación
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