Acerca de la enseñanza
de procedimientos
No cambiar lo que está bien
Consideramos que cuando se conoce un procedimiento efectivo para
obtener algo, el principal justificativo de la existencia de una
enseñanza organizada relacionada con el mismo es la concepción
previa de consignas confiables. Logrado esto, el estudiante,
al seguir las consignas seguras, puede aplicar los procedimientos y
obtener los resultados deseados.
Por lo tanto, creemos que en toda enseñanza de procedimientos,
además de tener las consignas y las fórmulas que funcionan, también
está la responsabilidad de clarificarlas para facilitar su correcta
comprensión y aplicación. No obstante, estarán incompletas las
condiciones necesarias si el aprendiz no llegase a asumir su parte
de responsabilidad para con las consignas y los procedimientos. Se
asume en primer lugar que sin seguir las consignas no se podrán
obtener resultados.
En base a esta co-responsabilidad en la enseñanza y el aprendizaje
de procedimientos consideramos que existen 5 principios de sentido
común para tener presentes:
1. Conocimiento. No se puede acceder al
conocimiento del procedimiento correcto desde cualquier fuente ni se
puede comprender al mismo saltándose niveles de conocimientos
necesarios. En síntesis, no se puede improvisar este conocimiento ni
esta comprensión.
2. Procedimiento. Hay que saber la razón, la
lógica que determina que sea ése procedimiento, y no otro, el que
corresponde aplicar. Cualquier inseguridad acerca del por qué un
procedimiento es el correcto mientras que otros no puede derivar
en un fallo.
3. Aplicación. Cualquier negligencia en la
aplicación hace fallar al procedimiento. Esto no se cumple tan
fácilmente como se enuncia; por ejemplo, muchas veces se encubre una
negligencia de aplicación asumiendo que ha de tratarse de algo sin
importancia.
4. Descartar procedimientos. No sería el
procedimiento correcto si existieran otras alternativas. Sólo en el
caso de la investigación se abren las posibilidades de explorar
cambios.
5. Descartar aplicaciones. Para cada
procedimiento hay una manera correcta y conocida de aplicarlo. Como
en el caso previo, sólo en el caso de la investigación se abren las
posibilidades de explorar variaciones.
La lógica detrás de esto es muy evidente. En
principio hay que señalar que así como la mayoría de los accidentes
se deben a error humano, el común denominador de los procedimientos
fallidos es una tendencia frecuente hacia la negligencia en 4 y 5.
Esto hace al derrumbe de todas las garantías.
Por lo anterior, no puede haber una razonable libertad para
considerar cuáles son los procedimientos correctos ni para
determinar cómo deben ser las aplicaciones correctas. Se asume que
están predefinidos incluso antes que las consignas de su enseñanza.
Caso contrario, es un despropósito la relación establecida como
sería un despropósito acudir a un médico asumiendo una injustificada
igualdad de criterio para evaluar la razonabilidad de cualquier
diagnóstico que haga o medida que éste tome. A lo sumo, uno
contrasta la opinión y la eficacia de un médico con las de otros
médicos, pero no con las propias, sin haber estudiado medicina.
En una enseñanza de procedimientos, la observación de estos
principios no puede ser una cuestión pasiva porque no faltará quien
se considere más importante que lo que preservan estos principios,
ni quien no pueda observar con atención lo que hace o interpreta, ni
quien crea que debe rebelarse siempre contra cualquier restricción o
imposición. A menudo se hará necesario desalentar la exploración
libre y reenfocar la atención en el objetivo principal: la obtención
de resultados.
A veces es desagradable asumirlo pero, para todo fin práctico en una
instrucción de procedimientos, lo que ya está bien conviene
intervenir proactivamente para conservarlo así.
Patricio Jorge Vargas
pvargasgil@mentat.com.ar
Comparte esta información
Guarda este artículo en formato PDF
|