Lo peor para el
cerebro es el aburrimiento
Asegura el especialista en neurología cognitiva, nacido en Estambul, que
desde hace treinta años estudia su funcionamiento.
Suele decirse que el cerebro es el objeto más complejo del universo y el
gran poema de la materia. Marsel Mesulam seguramente estaría de acuerdo
con estas definiciones: cautivado por la matemática y la literatura en sus
épocas de estudiante, hace tres décadas explora los intrincados senderos
de la mente. El director del Centro de Neurología Cognitiva y Alzheimer de
la Universidad Northwestern -que estuvo en Buenos Aires para participar de
la reunión del grupo de Investigación en Afasia y Trastornos Cognitivos de
la Federación Mundial de Neurología, coordinada por Ineco- nació en
Estambul, pero vive en los Estados Unidos desde que tenía 18 años, en
1964.
"Cuando estaba a punto de graduarme -recuerda-, decidí ingresar en
medicina y psicología. Tuve la suerte de tener como mentor a Norman
Geschwind (padre de la moderna neurología del comportamiento) y desde
entonces la investigación ha sido un viaje maravilloso a través de la
neurología, la neuroanatomía y las imágenes funcionales. Ya no me planteo
dedicarme a la matemática, pero todavía disfruto de un buen libro."
-Doctor Mesulam, ¿se puede explicar en un párrafo cómo funciona la mente?
-Bueno, el problema es complicado. Sólo en la superficie del cerebro
tenemos 20 mil millones de neuronas, cada una de las cuales forma unas
diez mil conexiones. Este órgano es capaz de hacer cosas absolutamente
asombrosas que ninguna máquina es capaz de emular, como los cálculos que
hace un tenista, un poeta o un atleta. En los últimos 150 años hemos
tratado de descubrir qué parte del cerebro hace qué tarea. Y ya sabemos
algo: que diferentes partes del cerebro hacen cosas diferentes, y que
éstas no están confinadas dentro de fronteras individuales. Las funciones
cerebrales están organizadas en redes distribuidas e interconectadas entre
sí. Por ejemplo, no es que las palabras se encuentren en una parte
especial del cerebro. Están en todo el cerebro, pero hay un área crítica
que sabe dónde, que opera como el directorio de una computadora. Si uno
pierde el directorio... olvídalo, nunca las vas a encontrar, no porque el
directorio contenga los archivos, sino porque sabe dónde están. Estamos
empezando a describir las funciones cerebrales como un mosaico
increíblemente complejo en el que hay diferentes áreas de especialización,
áreas que pueden relacionar la información distribuida. Hemos realizado
avances realmente fantásticos, pero todavía estamos en los comienzos.
-Sin embargo, hay quienes piensan que nunca lograremos entender totalmente
el cerebro?
-Creo que las neurociencias del siglo XXI tendrán que definir el
significado de las palabras que utilizamos al preguntar. Por ejemplo,
cuando se dice que no vamos a entender cómo funciona el cerebro, yo tengo
que dar vuelta la pregunta: ¿qué se quiere decir por entender? Porque si
por entender se quiere decir que cuando uno mira esto y lo llama "reloj",
puede manejarlo, puede hacer imágenes funcionales, puede decir qué parte
hace qué cosa, entonces sí lo vamos a entender. Pero si la pregunta es si
puedo explicar cuál es la esencia de un reloj, tengo que contestar que no
lo sé. Creo que podremos describir cómo ingresa y cómo egresa la
información, pero si vamos a preguntas más complejas, por ejemplo si
preguntamos qué es la conciencia, entonces....
-¿Será imposible entender qué es la conciencia?
-Personalmente, no sé qué es la conciencia. Puedo decir que estar
consciente es verbalizar algo internamente, aunque también hay instancias
en que uno no necesita verbalizar. La totalidad de la conciencia está más
allá del análisis lógico. Si queremos explicarla, vamos a encontrarnos con
problemas, porque las respuestas que hallaremos serán triviales. De modo
que tenemos que ser muy cuidadosos en cómo definimos nuestras preguntas.
-Se diría que es un "agnóstico" de las neurociencias...
-Tal vez, pero piense en la astronomía: si uno pregunta cómo empezó el
universo, le responden "con el Big Bang", pero el Big Bang es algo llamado
"una singularidad", que no tiene explicación. La astronomía es más
inteligente que las neurociencias, porque ya definió la pregunta que no
tiene respuesta. Creo que tendremos que aceptar que algunas preguntas,
cuando las hacemos de cierta manera, pueden no tener respuesta. Pero
tenemos tantas preguntas que sí pueden contestarse, que no creo que haya
que perder el tiempo con las que no la tienen.
-¿Considera que hipótesis como la de Marvin Minsky -que habló de una
"sociedad de la mente" en la que la conciencia surge de la interacción de
procesos que, individualmente, no son conscientes- no son una explicación
adecuada?
-Creo que es una idea muy razonable, porque lo que dice es que se pueden
escalar niveles de complejidad. Por ejemplo, tenemos tantas sinapsis que
gran parte de las funciones mentales podría manejarse en forma
probabilística. Se podría decir que cuando llamamos a esto "reloj", este
estímulo visual activa miles de posibles palabras, pero en un sentido
darwiniano las más aptas sobreviven porque coinciden más con lo que uno
ve. No tengo problema con ese enfoque, pero mis investigaciones no se
ocupan de ese nivel de complejidad. Soy un simple neurólogo que está
tratando de descubrir cuáles son los elementos para que, algún día,
alguien vea cómo funcionan.
-¿Cómo explicaría el movimiento pendular que describe a la mente ya sea
como algo inescrutable o como un simple engranaje químico?
-¿Sólo un engranaje químico? ¿Un cuarteto de Beethoven es sólo sonido? La
mayoría contestaría que sí, pero por otro lado es un sonido muy complejo y
muy especial. Otro ejemplo es la vida: es sólo una combinación de carbono,
nitrógeno y oxígeno? Pero, cuando se juntan formas complejas, ocurre lo
mismo que con los sistemas biológicos, dos más dos es igual a cinco.
Incluso aunque el cerebro sea en el fondo "sólo una máquina química",
cuando esas sustancias se combinan en un cierto orden dan por resultado
algo más.
-¿Qué importa más para el desarrollo de la mente, la herencia o la
experiencia?
-Ambas. En cada función hay instancias en la que se verifica una
predisposición genética, en la que la experiencia juega un papel y en la
que hay interacciones. Me gusta pensar en el cerebro como un barco (la
predisposición genética) sobre el que se deposita la experiencia como una
pintura; si la predisposición genética es la correcta, esa pintura será
mucho más colorida. Pero hay que tener las dos. Uno no puede desarrollar
el lenguaje sólo poseyendo los genes; sin embargo, si no tiene los genes,
la experiencia sola no va a hacer que usted tenga habilidades
lingüísticas. Ahora, si un chico no es expuesto al lenguaje, tampoco lo
desarrollará.
-¿Cuál es el puente entre lo anatómico y lo simbólico?
-El lenguaje. Los humanos hemos creado este sistema cuyo único propósito
es crear un símbolo que llamamos "palabra" para objetos específicos,
ideas, sentimientos. Se podría decir que la red del lenguaje es el mejor
sistema conocido hasta ahora para la creación de símbolos y no hay otro
animal que lo tenga. Se ha trabajado años para que chimpancés y gorilas
crearan símbolos y se comunicaran, y sólo se ha logrado que aprendieran
una o dos palabras. En mi opinión, la razón es que el cerebro humano se ha
desarrollado hasta un punto en que tiene un lujo: más neuronas (en
relación con el tamaño del cuerpo) de las que son necesarias para
sobrevivir. Ese "lujo" nos permite sistemas neuronales cuyo trabajo
principal no es sólo escapar del peligro y buscar alimento, sino
reflexionar acerca de la experiencia por medio de símbolos. Esta interfaz
simbólica es un rasgo exclusivamente humano. La ventaja que ofrece este
sistema es realmente increíble. Otro rasgo único de la mente humana es su
deseo de diversidad; si no ¿por qué los humanos creamos miles de lenguajes
para decir las mismas cosas?
-¿Por qué?
-¿Y por qué hay tantas formas de preparar los alimentos? A los monos les
gustan las bananas? El secreto del cerebro humano es la búsqueda de la
diversidad. Sentimos una urgencia intrínseca de buscar lo novedoso. Si uno
toma una neurona y le muestra lo mismo dos veces, inmediatamente decrece
su actividad. Se aburre. Lo peor para el cerebro humano es el aburrimiento
y eso ha creado el combustible para el desarrollo de la humanidad. El
problema es que buscar novedad no siempre es bueno, por eso el cerebro
tiene potencial para lo bueno y para lo malo.
-¿Qué se puede hacer para cultivar la mente infantil?
-Todos los chicos son diferentes. Algunos son curiosos y quieren saber por
qué las cosas son de la manera en que son. Otros están más interesados en
las relaciones personales. Es importante ser muy sensible a los talentos
particulares y permitirles desarrollarlos en un ambiente estimulante. No
tiene sentido pretender que sea matemático un chico que no tiene
inclinación hacia la matemática, eso sería frustrante para todos. Creo que
primero hay que averiguar cuáles son las aptitudes del chico y luego darle
el máximo de posibilidades para que se desarrollen. Y también asegurarse
de que tenga una mente curiosa en cualquier área. Cuando yo estaba en la
escuela primaria, había un patrón para todo el mundo. Todos aprendíamos lo
mismo, leíamos lo mismo. Espero que seamos cada vez más sensibles a las
diferencias y que podamos alimentarlas.
Por Nora Bär
De la Redacción de LA NACION
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