¿Es posible el
aprendizaje durante el sueño?
El Dr. Ricardo Velluti -médico, neurólogo y doctor en Ciencias Biológicas,
nacido en Uruguay-, dialogó con educ.ar acerca de sus investigaciones
sobre los aspectos fisiológicos del sueño.
Entre otras cosas habló sobre los procesos de aprendizaje, "un fenómeno
sumamente complejo del que sabemos muy poquitito", y del rol de la
información sensorial auditiva, "disponible para ser usada por cualquier
proceso, incluido el aprendizaje, durante el sueño". También sobre la
aplicación de sus investigaciones en la recuperación temprana de niños
sordos que han recibido un implante intracoclear.
—Ud. lleva más de 30 años dedicado a estudiar los distintos
componentes del sueño y acaba de finalizar el trabajo Procesos
fisiológicos del sueño. ¿Qué representa fisiológicamente el sueño?
—El sueño es un estado fisiológico distinto de otro estado, en el que el
cerebro se transforma, cambian sus conexiones neuronales. Es distinta la
distribución neuronal durante la vigilia y durante el sueño. Y como
nosotros somos nuestro cerebro, nuestro cuerpo también es nuestro cerebro.
Por eso a nuestro cuerpo de día el cerebro lo maneja de una manera
particular: nos movemos, podemos caminar, hablar, etcétera. Durante el
sueño, en cambio, hay una inhibición de las neuronas que mueven las
piernas y entonces no nos podemos mover de la misma manera, esta es una de
las diferencias. En el sueño es un cerebro distinto, que condiciona a un
cuerpo distinto. La parte endocrina también cambia, no son las mismas
hormonas las que segregamos durante la vigilia que durante el sueño;
cambia la frecuencia cardiaca, que es tan importante para la vida: en
ciertas etapas del sueño se transforma en una cosa irregular, lo mismo que
la respiración, tanto que podrían llegar a poner en peligro la vida. Estas
etapas de sueño son las que ocurren en la madrugada, y hay una asociación
directa entre la muerte por accidentes vasculares en la madrugada, que es
mucho mayor que durante otros momentos del día o de la noche. Por eso
están relacionadas con lo que se llama “la etapa peligrosa del sueño”. Y
no sabemos por qué se necesita pasar por esa etapa, no lo sabemos; se
llama sueño paradójico, o en inglés sueño REM.
En el sueño se ven dos etapas: una, llamada "sueño lento", que se da en la
primera parte de la noche; la segunda se llama "sueño paradójico" o REM.
La primera ocupa el 75% de la noche, y la segunda el restante 25%.
—En el área de Neurofisiología de la Facultad de Medicina de
Montevideo vienen analizando específicamente el funcionamiento del aparato
auditivo durante el sueño...
—Claro, porque el sistema auditivo es lo que nos conecta con el mundo
mientras estamos dormidos, no hay otro sistema, y de allí nuestros
estudios.
—Con estos estudios han vuelto a probar algo que ya se sabía: que
durante el sueño hay actividad auditiva. Pero el aporte novedoso que
introducen gira en torno de que esta actividad puede tener muchas
implicaciones, como por ejemplo la posibilidad de cierta forma de
aprendizaje durante el sueño. ¿Cómo explica esa posibilidad?
—No tenemos una explicación. Es decir, el aprendizaje es un fenómeno
sumamente complejo del que sabemos muy poquitito. Lo que nosotros sí
podemos demostrar y afirmar es que la información sensorial auditiva está
disponible para ser usada por cualquier proceso, incluido el aprendizaje,
durante el sueño. Y esto sí lo hemos podido demostrar efectivamente, y es
importante porque es el primer paso. Para responder a la pregunta de qué
es lo que vamos a aprender durante el sueño tenemos que poder captar la
información, por ejemplo una música, o una información, tenemos que saber
que entra en nuestro cerebro, si no sería imposible. Y sabemos que entra,
eso lo sabemos seguro.
—¿Y qué podría decirnos acerca de aquellos que proclamaban a
comienzos de la década del 60: “Aprenda mientras duerme: ponga un grabador
debajo de la almohada”, y así vendían cintas con cursos de idiomas, por
ejemplo?
—Sí, eso lo dio a conocer un grupo de gente de Rusia y fue muy famoso en
aquel momento, pero fue algo experimentalmente erróneo porque no
controlaron cómo estaba el paciente en ese momento, cómo estaba la persona
que se decía que aprendía. Después se hicieron controles con
encefalogramas para ver en qué momento exactamente el individuo recibía
tal información, y qué era lo que recordaba al día siguiente. Y se
comprobó que cuando la información entraba en el individuo durante el
sueño, al día siguiente ese mismo individuo no recordaba nada. Sólo había
mejorado su aprendizaje si había recibido la información cuando aún estaba
en vigilia, cuando estaba acostado apunto de dormirse, pero aún despierto.
—¿Y cuáles son las posibles aplicaciones pedagógicas que pueden
derivarse de sus investigaciones?
—Bueno, en este momento no podría decir mucho acerca de las posibles
derivaciones pedagógicas. Pero sí puedo decir que los pacientes adultos
sordos que son implantados en pocos días vuelven a oír magníficamente. En
cambio los niños que nacen sordos –ahora se autorizó que sean implantados
con equipos intracocleares a los 18 meses de edad–, necesitan entre siete
y ocho años de entrenamiento para ser recuperados como un niño normal. Por
cierto, es algo magnífico y emocionante ver cómo un niño que era
totalmente sordo con el entrenamiento de la técnica a los 7 u 8 años
habla. Y ahora sí viene nuestra postura: si dejamos el equipo intracoclear
encendido durante el sueño ese niño va tener un período de entrenamiento
menor. Es una hipótesis, no está probado, pero es nuestra hipótesis de
trabajo. Es decir que si dejamos encendido el equipo durante la noche para
que el niño reciba información suponemos que debe cumplir alguna función
distinta que va a facilitar el aprendizaje de ese niño, y va a acortar el
tiempo de aprendizaje. Y eso sería muy importante.
Lo que yo también quisiera decir en cuanto a esto es que hay que dormir
normalmente, no hay que evitar el sueño, cosa que se ha hecho tendencia en
los últimos tiempos en nuestra sociedad, en la que el sueño pareciera ser
una pérdida de tiempo en un mundo que funciona las 24 horas del día.
Porque desde el punto de vista fisiológico, evitar el sueño es uno de los
desastres más grandes que podemos hacer.
Si cada vez trabajamos hasta más tarde y nos levantamos más temprano para
seguir trabajando y dormimos menos, eso va a tener consecuencias de
diversa índole, y el aprendizaje va a ser una de las áreas que van a
sufrir.
—En la conferencia que dio en estos días Ud. introdujo el tema de
las tecnologías, como una advertencia acerca de que todos los avances
tecnológicos tienen filtros... ¿a qué se refiere exactamente?
—Me refiero concretamente a la resonancia magnética funcional, que es la
única manera de ver el cerebro en la actualidad. Decía que cuando se
registra y mira el cerebro de un individuo después de que se inyectaron
las sustancias radioactivas, etcétera, se puede obtener más rojo o menos
rojo, y esos son los filtros. Entonces si yo quiero resaltar una región
del cerebro en particular puedo hacer que aparezca más roja, pero no es
que se esté mintiendo, es que quien hace eso trata de demostrar lo que
piensa y eso nos pasa con todas las tecnologías, no sólo con estas. Uno
arregla un poco las cosas de modo tal que salgan más parecidas a lo que
uno cree que debe ser, lo cual no es ilícito: es parte del juego en la
ciencia. Uno va posiblemente equivocándose y corrigiendo. Entonces hay que
tener cuidado con eso, el científico debe estar sólidamente formado y ser
muy responsable en lo que dice. Porque a veces se publican cosas que están
demasiado sesgadas.
—¿Hacia dónde vamos con este tipo de investigaciones en las
neurociencias?
—A tratar de conocer realmente qué es lo que hace el cerebro con nosotros
y qué es el cerebro para nosotros. Esta es la frontera más importante del
conocimiento que tenemos. Mucho más que la frontera espacial, porque para
conocernos a nosotros mismos es fundamental. La pregunta es: ¿el cerebro
puede conocerse a sí mismo? Yo soy optimista y creo que sí, y es lo que
estamos investigando, pero va a llevar tiempo todavía.
—El ensueño es algo muy valorado desde tiempos remotos. Por ejemplo,
es evocado muchas veces en la Biblia, es esencial en el sistema de
conocimiento de los chamanes del antiguo México, también en el
psicoanálisis y para los científicos, que saben desde hace tiempo que
dormir no es un estado de inactividad. ¿Podría plantearse que el ensueño
es en sí mismo un fenómeno de aprendizaje para el ser humano?
—El ensueño –también llamado actividad onírica– son datos que están
metidos en el cerebro de alguna manera y que vienen, o genéticamente
determinados o es información que ha entrado y está alojada en la memoria,
y por lo tanto es elaborada por el cerebro durante el sueño de una manera
peculiar. Pero no me preguntes por qué, porque no sabemos con precisión ni
siquiera para qué dormimos. Pero sin duda esa actividad onírica algo
representa. Y lo que nos dice de interesante la historia es que las
características generales de los ensueños son iguales, tanto en la antigua
Babilonia como ahora. Es como si estuvieran determinados por el cerebro.
Hay una enfermedad o una lesión que se llama prosopagnosia, en la que uno
no reconoce la cara de la persona que está enfrente, como si estuviera
borrada. Las personas que tiene una lesión cerebral particular que produce
esta enfermedad cuando sueñan con una persona no le ven tampoco la cara.
Es decir que el cerebro de alguna manera determina qué es lo que soñamos.
Por Verónica Castro
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