Descubrir arquetipos es una experiencia personal. Nadie, por más que te
conozca, puede decirte: «Oh, tú eres este arquetipo». La ciencia védica,
la antigua tradición de sabiduría de India, dice que mientras no puedas
ponerte en contacto con ese embrión de dios o diosa que incuba dentro de
ti, mientras no puedas permitirle nacer, tu vida siempre será mundana. Sin
embargo, una vez que ese dios o diosa se exprese a través de ti,
realizarás obras grandes y maravillosas.
Actualmente, tendemos a buscar arquetipos simbólicos en las celebridades,
pero necesitamos fomentar expresiones plenas de los arquetipos en
nosotros. Ellos son parte de lo que nos crea. De esto es de lo que están
hechos nuestros sueños. De esto están hechas las mitologías, las historias
contadas al calor de las fogatas, las leyendas. Esto es lo que inspira las
grandes películas. En «La guerra de las galaxias», Luke Skywalker es la
expresión del arquetipo del eterno aventurero, que está dispuesto a tomar
riesgos para explorar lo desconocido. La princesa Leia es como Artemisa,
la cazadora autónoma, la protectora. Yoda es el vidente sabio, guardián de
un poderoso conocimiento vinculado con la inteligencia no circunscrita.
Estos son personajes de nuestra imaginación colectiva, antiguos arquetipos
presentados con aspecto futurista.
Los arquetipos son vitales para comprender y definir lo que somos:
expresiones individuales de una conciencia colectiva. La mitología es la
fuente de nuestra civilización. Una de las consecuencias de privar a la
gente de la mitología es que se unan a las pandillas callejeras. ¿Por qué?
Porque las pandillas tienen un líder, tienen rituales, tienen ritos de
iniciación, todo lo que encontramos en la mitología. Nuestros niños se
unen a ellas porque buscan una experiencia mítica. Cuando alguien hace
algo notable, cuando los astronautas caminan en la luna, cuando un piloto
emprende el primer vuelo en solitario a través del Atlántico, estamos
hablando de búsquedas míticas. Jasón en busca del Vellocino de oro, Icaro
remontando el vuelo con alas de plumas y cera. Desde el rapto de Perséfone
por Plutón hasta Orfeo buscando a su esposa entre las sombras del Hades,
desde Apolo y Krishna hasta todas las historias de la mitología celta,
ésta es la fuente más profunda de civilización e identidad.
Pandillas, películas, telenovelas y celebridades son seductoras justamente
porque pulsan esta cuerda mística, pero son sustitutos vulgares de la
mitología. Los arquetipos auténticos son representados por gente como
Mahatma Gandhi, Martin Luther King, Rosa Parks, cualquiera que se alce por
encima de la vida diaria hasta el reino de lo maravilloso. Ellos
alcanzaron la grandeza porque accedieron a la conciencia colectiva, la
cual les dio la habilidad de ver simultáneamente varías seríes de sucesos
y predecir el futuro con base en las elecciones del momento. Se dice que
cuando Mahatma Gandhi fue forzado a bajar del tren en Durban, Sudáfrica,
cerró los ojos y vio al Imperio Británico derrumbarse en gran parte del
mundo. Este episodio modificó el curso de la historia.
Estos acontecimientos provocan cambios en los mecanismos cognoscitivos y
perceptivos. Normalmente, éstos únicamente permiten ver lo que está
ocurriendo aquí, justo frente a nosotros. No obstante, de vez en cuando
podemos despertar potencialidades latentes y la sabiduría para usarlas. En
sánscrito se les conoce como siddhis, palabra que significa poder
sobrenatural, percepción extrasensorial, sincronicidad y telepatía,
productos todos del ámbito no circunscrito. Estos son los poderes que se
manifiestan en los mitos.
Deepak Chopra

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Última modificación de la página:13/11/2007
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