Cuando el cerebro desconecta el yo
Nuevos estudios demuestran que si el cerebro se concentra en una tarea, la
percepción de sí mismo desaparece. Además, por medio de la región cerebral
especializada en la lectura percibimos palabras enteras, y no letras.
Auto-percepción y velocidad no van de la mano
Todos conocemos la sensación de perder el contacto con lo que nos rodea.
Puede suceder por varias razones, y una de ellas es la concentración.
Cuando nos abocamos a resolver una tarea, el cerebro desconecta la
percepción del yo, a tal punto que perdemos la noción de nosotros mismos.
El neurólogo Ilan Goldberg, del Instituto Weizmann en Israel, sometió a
voluntarios a experimentos en los que debían observar diversas
fotografías. Al reconocer en ellas una figura conocida, como la de un
animal, debían apretar un botón. Se trataba de una simple tarea cognitiva.
Al aumentar la velocidad de la secuencia, la concentración también
aumentaba.
Luego, en otra prueba de menor velocidad, se les pedía que relacionaran
las fotografías con un sentimiento. La intención Bildunterschrift:
Großansicht des Bildes mit der Bildunterschrift: de Goldberg era provocar
en los voluntarios la introspección u observación de sí mismo. Como se
esperaba, los lóbulos frontales presentaban mayor actividad que otras
regiones del cerebro. Al pasar a una secuencia más rápida, el mecanismo de
percepción del yo permanecía totalmente inactivo.
Según Goldberg, “las regiones del cerebro responsables de la introspección
están separadas de las zonas responsables de la percepción sensorial”. El
investigador explica además que, cuando el cerebro necesita todos sus
recursos para llevar a cabo tareas complejas, la zona de la
auto-percepción se bloquea. Es decir que dejamos de percibirnos a nosotros
mismos.
Goldberg cree que esto responde a un mecanismo de defensa. “Cuando nos
vemos en peligro, como al aparecer una serpiente, no tiene sentido
reflexionar acerca de qué sentimos”, explica. El equipo de Rehovot
presentó este informe sobre su trabajo en la revista “Neuron”.
Palabras, no letras
El ser humano conoce la palabra escrita desde hace algunos milenios, poco
tiempo comparado con los cientos de miles de su existencia. Toda una
novedad en nuestra historia evolutiva. Y hace ya siglo y medio que la
ciencia trata de averiguar si existe una región cerebral especializada en
reconocer palabras formadas.
En París, en el Hopital de la Salpetrière, trabaja Laurent
Bildunterschrift: Großansicht des Bildes mit der Bildunterschrift: Cohen
para comprobar la hipótesis que formulara Jules Déjerine hace más de cien
años. En una operación realizada en un paciente epiléptico, los cirujanos
del equipo de Cohen planearon extirpar tejido del área llamada de
“formación visual de la palabra”, Word Form Area (WFA), ubicada en la
parte postero-superior del hemisferio cerebral izquierdo.
Anteriormente, Cohen y sus colegas habían colocado seis electrodos en
dicha zona. Cuando el paciente leía palabras de tres a nueve sílabas, la
actividad cerebral era registrada por un tomógrafo de resonancia
magnética. Los científicos tomaron el tiempo que necesitaba para leer, y
comprobaron que el lapso era independiente de la longitud de las palabras.
El tomógrafo mostraba plena actividad en el área de formación visual de
las palabras, y también los electrodos, lo que confirmaba la tesis: el
cerebro percibe las palabras como un todo.
Un lugar especial para la lectura
Luego de la operación, los neurólogos repitieron el Bildunterschrift:
Großansicht des Bildes mit der Bildunterschrift: experimento. Para su
sorpresa, la velocidad de lectura era menor, y dependía del largo de las
palabras. Además, la tomografía no mostraba actividad en la WFA. Lo que
sucedió es que el área fue dañada por la operación, según reportan los
investigadores en “Neuron”.
“Esto significa que el proceso de la lectura comienza a medio camino entre
la visión y la elaboración del lenguaje”, aclara Lionel Naccache, del
equipo de La Salpetrière a Der Spiegel. Con esto se demostraría el papel
que cumple esa región cerebral en la capacidad de leer.
También científicos estadounidenses ven en estos resultados la prueba de
que Déjerine tenía razón: el cerebro posee una región especializada en
reconocer palabras enteras. Lo sorprendente es, según ellos, que exista un
área que se ocupe de la lectura, una habilidad reciente, evolutivamente
hablando.
http://www.dw-world.de/dw/article/0,2144,1985244,00.html
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