Biografía cerebral: el papel de las experiencias
Lo que experimentamos (hacemos, decimos, vemos, oímos y sentimos)
configura (moldea o cambia) a nuestro cerebro. Las experiencias físicas y
mentales tallan y cambian a nuestro cerebro. Y esto no está limitado al
período crítico del desarrollo cerebral, ocurrirá durante toda nuestra
vida.
Durante nuestro crecimiento son nuestros padres y allegados quienes más
participan en nuestras experiencias y quienes más influyen en el moldeado
de nuestras redes neuronales. El afecto y el ejemplo de nuestros padres es
demasiado influyente como para menospreciarlos en el análisis de nuestra
biografía neuronal. El escenario de nuestras primeras experiencias es muy
importante. El origen de nuestras creencias y valores está aquí. El origen
de nuestra educación mental está aquí.
La educación formal que recibimos hace su tejido en nuestras neuronas,
aumentando las interconexiones de las redes. Pero no hay que olvidar que
trabaja con lo ya dado y establecido por nuestro ámbito familiar.
Las experiencias físicas y emocionales intensas también dejan huellas
imborrables en el tejido cerebral. Sean traumáticas o placenteras.
La experiencia de una mera lectura también deja su huella, la que podrá
desaparecer en unos instantes o permanecer para siempre.
Por extraño que parezca, la imaginación de experiencias puede cambiar las
redes neuronales. Está demostrado que la ejercitación imaginaria de las
manos en los pianistas desarrolla agilidad en sus dedos como si hubiesen
practicado con el piano. En el cerebro, imaginarse un movimiento (y
sentirlo) no se distingue demasiado de hacer realmente ese movimiento.
Corolario:
Si somos padres, cuidemos el ambiente en el que se desarrolla el cerebro
de nuestros hijos. Si creemos cosas inadecuadas dejaremos esas huellas en
sus redes neuronales. Si carecemos de optimismo o fe en los valores que
nos hacen más humanos, eso quedará reflejado en sus redes neuronales y les
haremos más difícil salir adelante en la vida, a ellos y a quienes les
rodeen. Si creemos que un futuro de plenitud no es para ellos estaremos
determinándolo con todos nuestros actos, lo digamos o no. Lo que estudien,
lo que les suceda, lo que lean y lo que imaginen nuestros hijos cambiará
su cerebro. Pero siempre será posterior al tejido de redes que hemos
ayudado a configurar como actores principales de sus primeras
experiencias.
Patricio Jorge Vargas Gil
patriciovargas@mentat.com.ar
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Última modificación de la página:11/04/2004
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