Campos morfogenéticos
¿De algún extraño modo el universo es un universo participativo.
(John A. Wheeler)
Cuando el libro de Rupert Sheldrake Una nueva ciencia de la vida apareció
en Inglaterra, un editorial de Nature, la prestigiosa revista científica,
le consideró "el mejor candidato a la hoguera que ha habido en muchos
años", y sostenía que sería una pérdida de tiempo y dinero el contrastar
sus conjeturas. El Dr. Sheldrake introdujo en este libro la teoría de los
campos morfogenéticos, como él llama a los campos no-locales, aquellos no
relacionados causalmente. Estos campos, según el investigador, permiten la
transmisión de información entre organismos de la misma especie sin mediar
efectos espaciales. Es como si dentro de cada especie del universo, sea
ésta una partícula o una galaxia, un protozoo o un ser humano, existiese
un vínculo que actuara instantáneamente en un nivel sub-cuántico fuera del
espacio y el tiempo. Este vínculo es lo que Sheldrake denomina campo
mórfico o morfogenético. Al tratarse de una transmisión de información y
no de energía, ello no contradice la Teoría de la Relatividad. Por
ejemplo, un roedor australiano puede conocer sin que exista transmisión
material, simplemente por resonancia mórfica, algo aprendido por un roedor
de su misma especie en Leningrado. Siguiendo con el ejemplo, si llevásemos
desde Leningrado a Australia un enemigo natural del citado roedor, el
pariente australiano del roedor reconocería al momento a su enemigo al
igual que lo hacía su pariente ruso.
Esta teoría le fue sugerida en parte a Sheldrake por ciertos experimentos
de psicología animal donde dicho efecto parecía tener lugar. Estos
experimentos, realizados en los años 1920 en la Universidad de Harvard por
el Dr. William McDougall, trataban de descubrir en qué medida la
inteligencia de las ratas era heredada. El Dr. McDougall medía la
inteligencia, en este caso, por la habilidad de los roedores en recorrer
un pequeño laberinto. Las ratas "inteligentes", aquellas que resolvían el
laberinto rápidamente, eran pareadas con otras ratas "inteligentes" y lo
mismo se hacía con las ratas "torpes". Veintidós generaciones más tarde,
en vez de ser las ratas "inteligentes" las únicas más listas, todas las
ratas resultaron poseer una mayor inteligencia a la hora de resolver los
laberintos. Las ratas de la camada "menos inteligente" recorrían el
laberinto diez veces más rápido que cualquier rata de la camada original.
Otro ejemplo citado por Sheldrake es el de los famosos monos de la isla de
Koshima, en aguas de Japón. Un grupo de científicos alimentaba a estos
monos con batatas o boniatos sin lavar. Una hembra que respondía al nombre
de Imo, descubrió que lavando la batata en el mar, además de perder la
piel la molesta arenilla, éstas sabían mejor. Pronto todos los monos de la
isla de Koshima aprendieron el truco. Pero, y esto es lo extraño, todos
los monos del continente comenzaron a lavar sus boniatos, y ello a pesar
de haberse evitado el contacto de los monos de Koshima con los del resto
del país. Pero este extraño contagio no sólo funciona con animales,
también tiene lugar con cristales. Algunas sustancias son muy difíciles de
cristalizar en el laboratorio. Pero tan pronto como un laboratorio tiene
éxito en la tarea, la sustancia en cuestión comienza a cristalizar con
mucha mayor facilidad en otros laboratorios alrededor del mundo. Al
principio se pensó que la causa pudiera ser que investigadores visitantes
portaran diminutos trozos de cristal en sus ropas o en sus barbas. Pero
finalmente esta causa fue desechada. Aparentemente los cristales aprenden
mediante resonancias mórficas.
El Dr. Sheldrake, luego de la publicación de Una nueva ciencia de la vida,
realizó dos experimentos para refutar o verificar su teoría. El primer
experimento fue patrocinado por la revista New Scientist, de Londres, y el
segundo por la Brain/Mind Bulletin, de Los Angeles. Ambos experimentos
parecieron confirmar su teoría.
En el experimento patrocinado por New Scientist, a personas de distintas
partes del mundo se les dio un minuto para encontrar rostros famosos
escondidos en un dibujo abstracto. Se tomaron datos y se elaboraron
medias. Posteriormente la solución fue emitida por la BBC en una franja
horaria donde la audiencia estimada era de un millón de espectadores.
Inmediatamente de realizada la emisión, en lugares donde no se recibe la
BBC, se realizó el mismo "test" sobre otra muestra de personas. Los
sujetos que hallaron los rostros dentro del tiempo de un minuto fueron un
76 % mayor que la primera prueba. La probabilidad de que este resultado se
debiera a una simple casualidad era de 100 contra uno. Según el Dr.
Sheldrake, los campos no-locales, o campos morfogenéticos, habían
transmitido la información a toda la "especie", sin detenerse en aquellas
personas que presenciaron la mencionada emisión de televisión.
En el experimento patrocinado por el Brain/Mind Bulletin de Los Angeles, a
varios grupos de personas se les pidió que memorizasen 3 poemas distintos.
El primero era una canción infantil japonesa, el segundo un poema de un
autor japonés moderno y el tercero un galimatías sin sentido. Tal como la
teoría de los campos morfogenéticos predice, la canción infantil, habiendo
sido aprendida por millones de niños durante muchas generaciones, aunque
éstos fueran japoneses, fue memorizada notablemente más rápido que las
otras dos alternativas.
Sheldrake no fue el único en realizar experimentos de este tipo. Gary
Schwarz, psicólogo de la Universidad de Yale, patrocinó un experimento
similar en el Tarrytown Executive Conference Center de Nueva York. A
estudiantes de Yale que no sabían hebreo se les mostraron palabras hebreas
de tres letras, la mitad de ellas sin sentido. Los estudiantes obtuvieron
mejores resultados en el reconocimiento de palabras "reales" en una
proporción superior a la que cabría esperar como mero fruto del azar.
Debido a que la ciencia institucional se ha vuelto conservadora, tan
limitada por los paradigmas convencionales, algunos de los problemas más
fundamentales son ignorados, tratados como tabú o puestos en el último
lugar de la agenda científica.
(Rupert Sheldrake)
Nuestra conciencia, según Jack Sarfatti, puede percibir al instante y, al
instante, influir sobre cualquier parte del universo. Puede abandonar el
cuerpo y vagar más deprisa que un fotón a través de ámbitos infinitos
sobre cualquier parte del universo. En palabras del propio Sarfatti: "Dudo
de la existencia de poderes de psicoquinesis y de la transferencia
supraluminal de información. Sin embargo acepto la posibilidad de su
existencia, ya que la mecánica cuántica parece tener sitio para ellas".
guessing is always more fun than knowing
(W. H. Auden)
Lamberto García del Cid
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