Círculos viciosos culturales y la revolución individual necesaria

 

Ante el aumento de la violencia y la delincuencia juvenil todos preguntamos "¿Qué es lo que hay detrás de todo este comportamiento antisocial?"

Los analistas se ponen a la búsqueda de cierta clase de causa principal detrás de la agresividad y la hostilidad manifiesta. Es una verdadera suerte que de alguna manera aún conservemos las esperanzas de que al analizar las posibles causas podamos contribuir a mejorar nuestra vida en sociedad.

Hasta el momento recibimos explicaciones en base a todo tipo de causas:

  • Marginalidad socioeconómica

  • La música violenta

  • Las películas violentas

  • La televisión violenta

  • Los video juegos violentos

  • Las drogas

  • El fácil acceso a las armas

  • Una infancia desgraciada

  • Desórdenes mentales

  • La discriminación recibida

  • La intolerancia

  • La rebelión generacional y/o anti sistema

  • La falta de prevención institucionalizada

  • La falta de educación

  • La vida en las ciudades

  • Etc.

Lo cierto es que todas estas posibilidades tienen como denominador común a la decadencia de la cultura ética.

El menosprecio por la integridad material, física y sicológica de los demás es un virus cultural que se ha extendido por todo el planeta.

Hay cierta ingenuidad al creer que son males propios de las culturas "no desarrolladas" o tercermundistas: Japón no es del tercer mundo ni es una cultura no desarrollada y en los últimos años se nos revela como una cultura enferma por el mismo mal que aqueja a los países latinoamericanos. Ocurre lo mismo en los países de Europa, en África, Asia y Oceanía, en América del norte, en América Central y en América del sur.

Es algo limitado asociar directamente el comportamiento antisocial con problemas socioeconómicos o educacionales. Es algo tan incierto que sólo tenemos que ver lo que nos muestran día a día los noticieros de los países del primer mundo, donde los problemas socioeconómicos y educacionales no son ni la centésima parte de los que tienen los países más pobres y, no obstante, el comportamiento antisocial está tanto o más extendido. Quien no lo crea así sólo tiene que dar un paseo a pie después de las 18 horas por algunas de las ciudades del primer mundo.

Podemos seguir analizando de esta manera a gran parte de las causas enlistadas pero preferimos plantear una inquietud generalizada hacia estos enfoques.

¿Por qué razón somos tan complacientes y consumistas de aquello que nos aqueja? ¿Por qué razón parece que preferimos estar entretenidos en vez de estar preocupados y ocupados por combatir, aunque sea de manera equivocada, esta enfermedad ética?

En nuestros países, los mismos que nos quejamos de la inseguridad somos los que consumimos y volvemos exitosa a una cultura mediática mediocre, perversa, marginal y claramente morbosa. Entre los programas de más rating en la televisión están los que muestran el mundo de la marginalidad y la perversión como entretenimiento y no como ejercicio de reflexión.

En contrapartida, para reflexionar intensamente preocupados u ocupados, aparentemente sólo contamos con los programas deportivos, los talk shows y el mundo de la farándula. Y todos ellos con un alto porcentaje de "viva la fiesta" puesto que, de lo contrario, "se caen" los programas puesto que "nos aburrimos" con mucha facilidad.

Es loable, en estos programas, la dedicación y el esfuerzo para reflexionar acerca del deporte y el mundo del jet set. No puede haber nada de malo en ello, salvo cuando terminamos por descubrir que son los únicos temas en los que se evidencia cierto entusiasmo intelectual; por ambas partes: programas y público. A ello se suma una actitud de "certeza acrítica" acerca de casi todo, sin mayor justificación ni interés genuino por su origen.

Dada la innegable influencia de los medios, en especial la televisión, consideramos oportuno el volver a pensar las condiciones que imponen para con sus contenidos. Cuando ponen contenidos de poca perversión o mediocridad amarilla se les cae el rating. Se podría concluir que no es el medio sino la sociedad la que parece estar más enferma. En última instancia, se trata de un círculo vicioso con muy poco margen para escapar del mismo.

Para colmo, toda manifestación estética que convoque a nuestra interioridad parece que ha pasado a ser una molestia para los medios - porque baja la audiencia o tele audiencia - y también para la gente, porque nos saca del estado de "enfiestamiento". Hoy, como nunca, "el que no baila es un amargado"; no obstante, me pregunto si esta demanda es producto de una verdadera alegría.

La cultura mediática nos extrovierte, fomenta la mirada hacia fuera, hacia el mundo que podemos ver o palpar, sean cosas o personas. La educación formal - junto con el mundo del conocimiento - hace lo propio, la objetividad está en la experiencia externa.

Esto es una parte importante de lo que nos sugiere reconsiderar y revalorizar a todo aquello que nos mueva hacia la experiencia interior. Esto nos llama a renovar la educación mental que recibimos y nos llama a repensar el concepto de cambio y revolución cultural.

Comenzamos a considerar que ya no hay mayores efectos de influencia positiva debido a los movimientos paradigmáticos y sus gurúes. Pareciera que hay tantos que se neutralizan mutuamente. En todo caso, llegan tarde y terminan en otra manifestación del "cocinarse en la propia salsa"; así descubrimos - si es que nos fijamos - que nuestro "movimiento filosófico" no está afectando al entorno tanto como se esperaba. Y es así que volvemos a quedar frente a nosotros mismos.


El punto de partida se ha transformado en una verdadera meta. La entrada se ha transformado en la única salida.

Creemos sinceramente que el cambio necesario ha de comenzar con un llamamiento interior, un movimiento individual, una elección responsable y una lucha personal por el autoconocimiento, el autodominio, el aprendizaje lúcido, y el bienestar común. Los que sientan el llamado interior, serán héroes solitarios del cambio necesario; el resto, seguirá "entretenido" o "en su salsa".

Patricio Jorge Vargas Gil
patriciovargas@mentat.com.ar
 

 

 

 

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Última modificación de la página:28/07/2003

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