¿Qué es un conflicto?
La definición más simple, y la que la mayoría de nosotros
posiblemente elegiríamos, es la que se refiere a una situación en la que dos
personas no están de acuerdo con la forma de actuar de una de ellas, o con que
una de ellas tome las decisiones.
Si Luis quiere ir a Canarias y María a Baleares, están en desacuerdo. Si Luis
accede a ir a Baleares, o si María acepta ir a Canarias, o si ambos acuerdan
optar por Portugal, el conflicto no se produce -sólo ha habido una desavenencia
que se ha resuelto-. Pero si ninguno de los dos cede, el resultado será un
conflicto.
Conflictos unilaterales y bilaterales
Los conflictos pueden ser unilaterales o bilaterales. Un conflicto unilateral es
cuando sólo se queja una de las partes. Por ejemplo, si un inquilino deja de
pagar el alquiler sin razón alguna, puede decirse que el propietario tiene un
conflicto unilateral. Por otra parte, en un conflicto bilateral, cada persona
quiere algo de la otra. Si el inquilino no paga porque no funciona la
calefacción, hay goteras en el techo o se ha roto la pierna porque había un
peldaño roto en la escalera, entonces tanto él como el propietario tienen
planteado un problema bilateral. El inquilino quiere que se hagan las
reparaciones; el propietario quiere su dinero. Si ninguno cede a las exigencias
del otro, hay conflicto por las dos partes.
Ésta es la definición más elemental de conflicto. Pero no es tan sencillo como
parece, porque a menudo los conflictos unilaterales son conflictos bilaterales
disfrazados. Cuando aparentemente una de las partes parece no tener quejas o
motivo para un comportamiento agresivo, puede que no se dé cuenta de que a un
nivel inconsciente está furioso con la otra persona.
Tomemos como ejemplo la disputa entre propietario e inquilino. El inquilino no
ha pagado y no es porque no tenga el dinero o porque el dueño sea negligente. Es
una postura pasivo-agresiva que no tiene una explicación racional, no puede
descifrar el porqué de sus propias acciones. Sencillamente, se "olvida" de
enviar el cheque por correo. Pero en realidad, lo que pasa es que hace varios
meses el dueño se tropezó con él en el supermercado y ni siquiera se dignó
saludarle. El inquilino lo encontró extraño en aquel momento e incluso le
molestó un poco. A medida que el tiempo fue pasando, enterró el insulto real o
imaginario en su memoria. Pero el incidente tuvo una consecuencia inconsciente
que se manifestó en el retraso de los pagos del alquiler.
En cierto modo, pues, no existe el conflicto unilateral, porque cada conflicto
posee unas causas subyacentes, conscientes o inconscientes. En lo que a un
conflicto se refiere, no existe el que ha surgido de la nada. En algún lugar, de
alguna manera, no importa lo profundas que estén, se han plantado las semillas.
Disputas personales versus estructurales
Se ha de hacer una importante distinción entre los conflictos que pueden
denominarse "personales" y los que pertenecen a la categoría de "estructurales".
Estos dos tipos de conflictos son muy diferentes por naturaleza. Una disputa
personal implica individuos y sentimientos específicos con respecto a los
mismos. Una disputa estructural es más bien un conflicto "genérico" que es
endémico en unas circunstancias concretas o en un grupo de personas. Está claro
que cualquier disputa estructural será también personal; de lo contrario no
podría generar la energía necesaria para crear un problema.
A continuación voy a describir una situación a modo ilustrativo. Beatriz y
Manuel van a separarse, ambos muy hartos el uno del otro. "¡Él es tan poco
comunicativo!", exclama Beatriz. "¡Es como una estatua! ¡Nunca habla de sus
sentimientos y cuando yo intento hacerlo de los míos, da un resoplido y se pone
a leer el periódico!"
"¡Ella es la que tiene el problema!", masculla Manuel. "¡Siempre está a un nivel
muy emocional! ¡La miras de una forma un poco rara y empieza a llorar! Siempre
quiere "hablar" -lo que significa echar algo por los suelos-. No perdona nunca y
es entrometida. ¿Por qué?, ¿por qué? y ¿por qué? ¡Eso es lo único que le
interesa!"
En ese punto pararía el proceso.
"Beatriz y Manuel. ¿Se han dado ustedes cuenta de que en este momento su
discusión no es sólo personal?"
Esto les sorprende muchísimo. "¿Qué quiere decir con que no es sólo personal?",
dice Beatriz. "¡Yo diría que sí lo es! ¡Me está volviendo loca!"
"Espere un momento", le contestaría. "Lo suyo es un dilema clásico entre sexos
opuestos. Por supuesto que tiene que ver con usted, Beatriz, y con usted,
Manuel. Pero si no fuera Manuel el que está aquí y en su lugar estuviera José o
Francisco probablemente usted, Beatriz, estaría exponiendo las mismas quejas. Y
usted, Manuel, si no fuera Beatriz, si fuera Alicia o Cristina, estaría diciendo
lo mismo. ¿Por qué? Porque éste es un asunto muy típico de "hombre y mujer", en
el que la mayoría de los hombres y de las mujeres se estarían diciendo lo mismo
el uno al otro."
Esto es lo que denomino disputa estructural -un problema que surge tanto de la
situación como de los individuos involucrados particularmente-. Es un hecho
estadístico que Manuel habla como la mayoría de los hombres y Beatriz como la
mayoría de las mujeres. Y cuando han descubierto que se trata de algo común, es
fácil que se sientan más aliviados y que pasen a actuar de otro modo.
Las disputas estructurales no son personales. En los negocios internacionales,
por ejemplo, las disputas o las malas interpretaciones pueden surgir de
diferencias fundamentalmente culturales que no de penden de las personas de los
participantes. Si usted no comprende la forma establecida de negociar del país
donde se encuentra, puede llegar a sentir que sus representantes actúan con poca
sensibilidad, son engañosos y groseros y es posible que ellos opinen lo mismo de
usted. Cualquiera que se halle ante una disputa estructural debe darse cuenta de
lo que es: una situación cuyos elementos han estado predeterminados en su mayor
parte. Si usted espera que la otra persona cambie su naturaleza,
condicionamientos o reacciones, está en Disneylandia, no en el mundo real.
Joel Edelman y Mary Beth Crain
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