¿Eres más
cerebro que corazón?
Hablar de integridad significa aceptar que soy una persona con
sentimientos, sensaciones al tiempo que razono, cuestiono, calculo
Para hablar de integridad tenemos que hablar de su contraparte, la
polaridad. Esto nos lleva a cuestiones de contrapunto y de adentrarse en
cosas consideradas poco científicas.
No obstante, acudiré a que el estimado lector(a) asuma un papel más
observador, crítico y, enfáticamente, reflexivo; ya que no vamos a aceptar
o rechazar cosas a la primera.
Creo que aquí es necesario poder “masticar bien el alimento”,
“degustarlo”, “paladearlo” y, por fin tragarlo para que nos haga
“digestión” y, por lo tanto, nos “nutra”.
Primera reflexión: La polaridad
Estamos inmersos en una civilización que nos pide pensar y al hacer esto
en automático se excluye el sentir.
Precisamente nuestra conciencia es polar; por ejemplo, si hablamos o
pensamos en una cosa excluimos su polaridad y así se establecen los
opuestos: blanco-negro, alto-bajo, bueno-malo, hombre-mujer,
racional-emocional, consciente-inconsciente, etc.
¿A qué se debe esto? ¿Por qué pensar de esta manera? ¿Habrá o hubo otra
forma de pensar?
Segunda reflexión: La historia
Para encontrar las respuestas a estas inquietudes nos permitimos revisar
la historia y la antropología y encontramos que en las épocas del
matriarcado el pensamiento estaba mucho en contacto con la naturaleza, era
más holístico y se comprendía más.
En ese entonces, cada acto que el humano emprendiera tenía una repercusión
en el todo, en la naturaleza y por ello ésta misma adquirió un significado
divino.
Por eso los dioses eran representados mediante animales o fenómenos
naturales como lluvia, trueno, etc. Por ejemplo, Tláloc, el dios de la
lluvia entre los aztecas o Ehécatl, el dios del viento que cuando se
enojaba, en maya lo llamaban Huracán; en los griegos la cuestión no es tan
diferente, pues existía Poseidón, el dios de las profundidades marinas,
Apolo, que a veces era Helios, el sol, en fin.
En esas épocas se creía que los fenómenos y las enfermedades eran más por
cuestiones de castigo divino y no por una explicación racional, lógica…
científica en una palabra.
Tercera reflexión: La división de pensamiento
Cuando aparece el pensamiento científico gradualmente se va desechando el
pensamiento holístico, que en esos momentos era más mágico o cuando menos
así estaba rotulado.
Comienzan, entonces, a separarse las ciencias y así surgen las ciencias
lógicas y racionales, con la filosofía de la ciencia como estandarte y las
otras consideradas místicas, metafísicas, brujerías y no sé que más, sin
el respaldo más que del empirismo.
Por tanto, se separa en duales astronomía-astrología, medicina
alopática-medicina alternativa, etc. El pensamiento racional aparece, se
cimenta y casi desaparece el pensamiento holístico e intuitivo.
Ahora, ¿por qué hay un retorno a la medicina antigua, a la consulta del
esoterismo y otras prácticas? La primera respuesta que me llega a la mente
es la ignorancia y me resulta lógico.
Todo lo que se reprime o no se toma en cuenta se lleva al inconsciente y
luego esto busca su expresión para llegar a una buena conclusión y para
allá me dirijo. ¿Qué tiene que ver con integridad? Y ¿con polaridad?
Bueno, la cuestión es así, desde que aparece el pensamiento racional el
cual es lineal (como diría De Bono) se ha olvidado del pensamiento
holístico que es más circular y, por lo tanto se ven más posibilidades o
alternativas.
Cuarta reflexión: Las propiedades del cerebro
En el pensamiento lineal, que es el que impera, es polar y causa división,
disociación, escisión. Es analítico y discierne (su parte positiva), así
tenemos la capacidad de análisis y de discernimiento, esto nos facilita el
sopesar.
Estas propiedades se localizan en el hemisferio izquierdo de nuestro
cerebro, éste posee características como la razón, la conciencia, la
lógica, el lenguaje, el cálculo, la interpretación del entorno,
pensamiento digital, pensamiento lineal, noción del tiempo, se le
considera también el lado masculino y rige el lado derecho del cuerpo. O
sea que una lesión en este hemisferio repercutirá en el lado derecho del
cuerpo.
En cambio, el hemisferio derecho posee la percepción de las formas, visión
de conjunto (creo que los mexicanos tenemos grandes deficiencias), la
orientación espacial, formas de expresión arcaicas, la música, el olfato,
la expresión gráfica, noción del mundo en conjunto, pensamiento analógico,
lo simbólico, la atemporalidad, lo inconsciente, es holístico e intuitivo,
se le considera a este lado femenino, pasivo, y rige el lado izquierdo del
cuerpo.
Quinta reflexión: ¡A integrarse!
Así llegamos a que ambos estilos de pensamiento lo tenemos en un solo ser,
en cada persona y surge la pregunta: ¿por qué no juntarlos? Porque todavía
se cree que la racionalidad es lo único que la hace y todavía no
entendemos lo necesario que es integrarlas.
El predominio de un solo tipo de pensamiento ha dado al origen al
machismo, por ejemplo; sin embargo las mujeres ya han entrado al mundo de
los hombres votan, estudian en universidades y son empresarias,
investigadoras, líderes, amas de casa (mejor léase mamás) y esposas.
En cambio el hombre desde su “poderío” entra con miedo al mundo de ellas
porque lo creen gay, homosexual (en el mejor de los casos) o maricón (en
el peor).
El hombre (en su mayoría) no ha ingresado al mundo femenino (o así
considerado); todavía no se ha vuelto padre en el estricto sentido de la
palabra de hacer presencia con sus hijos, sigue siendo el proveedor y no
la parte afectiva-masculina que los hijos necesitan.
Elemento clave...
Entonces ¿Qué se necesita hacer para integrar los opuestos, representados
en formas de pensamiento?
Para empezar diré que esto sólo se logra trascendiendo nuestro Yo o Ego,
quedando demostrado por figuras de alta espiritualidad a lo largo de
nuestra historia y estas personas por lograrlo hasta los han considerado
Dios o hijos de Dios, sí me refiero a Cristo, Buda, Quetzalcóatl, etc.
Ellos lo han hecho, cada quien en su estilo y a pesar de sus diferentes
estilos; la base es la misma: el AMOR. Sólo por amor uno es capaz de todo
y esto nos confronta fuertemente, ya que al rezar (al menos dentro de la
tradición cristiana) decimos “… y hágase tu voluntad aquí en la tierra
como en el cielo”.
Al momento que decimos esto le estamos pidiendo al amor, es decir Dios,
que haga su voluntad y el problema del ser humano, porque tiene ego, es
soltarse a las manos de Dios y realmente amar a su prójimo y no tratarlo
de someter mediante teorías o explicaciones que justifiquen esa estúpida
razón.
Si hay amor hay soltura, hay respeto, hay tolerancia y la comprensión de
que nuestra libertad tiene a su hermana, casi siamesa, la responsabilidad
pues, al igual que los antiguos, no sólo entenderemos, sino comprenderemos
que nuestro acto por grande o pequeño que sea tiene su repercusión en
nuestra sociedad, en nuestro mundo y en nuestro universo…
No sé como demostrarlo científicamente, pero si sé que cuando esto suceda
ya no será necesario escribir sobre estas cosas. La división arremete, la
integración alivia, entonces para estar sanos debemos estar completos y
armonizados y eso de nueva cuenta es amor.
Una persona íntegra acepta tanto a sí mismo como de los demás, aunque esto
no quiere decir que tolerará denigraciones sino que la parte negativa es
integrada para hacer del lado bueno algo mejor.
Un ejemplo de esto lo tenemos en las espadas. Para hacer espadas se
requiere de hierro y otros metales de menor calidad del primero; se funden
y se tienen que templar cuando menos unos cientos de veces para que sea
una buena espada, la mejor muestra son los sables samurais.
Sirva el siguiente cuento, de la filosofía sufi, como una muestra más de
lo que afirmo:
El maestro hablaba con el aprendiz sobre el pecado y la virtud. El
aprendiz dice al maestro que hay que erradicar y exterminar el pecado a lo
que el sabio responde: Dios nos dio dos alas con las cuales volar, dime
pequeño ¿cuándo has visto volar al águila con una sola ala?
A reflexionar se ha dicho, nos leemos próximamente.
Francisco Gatell Llarena
Psicoterapeuta
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