Desarróllame.
En un mundo basado en la mente, es preciso
cambiar la definición de educación y formación. Antes, creíamos que
debíamos tomar una sobredosis de educación hasta los veinticinco años. La
idea era que esa infusión de educación nos podía mantener en lo alto,
volando, hasta unos cuarenta años después, ya que, después, nadie nos
necesitaría.
Este enfoque de la educación implicaba que, para la mayoría de la gente,
la educación no figuraba entre sus proyectos. La educación era genérica y
amplia en lugar de orientada y personalizada. Ignoraba el hecho de que la
educación no consiste en llenar de datos la cabeza de la gente.
Es emoción y alma. Es personal.
En un mundo en el que se pueden encontrar ventajas competitivas por todas
partes, la educación tiene que ser continua durante toda la vida. La
educación es un arma competitiva, tanto para las personas como para las
empresas. El ámbito laboral ha de convertirse en un campus. Si quiere
atraer y conservar a los mejores, tendrá que seguir preparándolos.
O tal y como comenta ]ames Sims, presidente del Cambridge Technology
Partners: "Mucha gente tendrá siete puestos de trabajo distintos antes de
acabar su vida profesional. Lo que buscan en quien los emplea es que
invierta en su formación constante" 19. La empresa de Sims invierte el 7
por 100 de sus ventas en formación: 18 veces más que una empresa
norteamericana típica.
La realidad es que la educación de los empleados no crece un 100 por 100
más rápido que en el mundo académico, lo hace 100 veces 0 un 10.000 por
100 más rápido.
Empresas como Apple, SiliconGraphics e Intel ya han institucionalizado el
tomar periodos sabáticos entre los empleados de mayor rango. El empleado
puede ausentarse hasta un año para ampliar sus conocimientos. De hecho,
algunas empresas ya están poniendo en marcha sus propias "universidades"
para formar a sus futuros ejecutivos. Hoy en día hay 1.200 universidades
empresariales que cubren prácticamente todos los sectores.
En apariencia, no se trata de nada que deba quitar el sueño a los
encargados de Harvard. La McDonalds Hamburguer University de Oak Brook,
Illinois, carece de gravitas académica. Pero en treinta y cinco años ha
formado a 50.000 licenciados y tiene 30 profesores residentes que dan
cursos en 22 idiomas.
Los escépticos pueden negar con la cabeza ante la simple mención de una
universidad de la hamburguesa o una universidad Disney, pero la cantidad
de universidades empresariales que se están abriendo sugiere que las
grandes empresas las toman muy en serio. Tal vez la universidad
empresarial más famosa sea la de Motorola. La Universidad Motorola, un
"instrumento de renovación", según la empresa, da 550.000 días de clase al
año y tienen un coste de 170 millones de dólares.
Cada empleado de Motorola (y son 139.000) tiene que recibir, por lo menos,
cua- renta horas de formación anuales. La empresa también ha desarrollado
su propio MBA internacional. Motorola afirma que cada dólar que invierte
en formación le aporta 33.
Las universidades empresariales no son un fenómeno exclusivamente
norteamericano. En abril de 1998, British Aerospace reveló sus planes de
crear su propia universidad virtual, que se llamaría British Aerospace
Virtual University, en colaboración con instituciones académicas ajenas a
la empresa. Se comprometió a invertir más de 1.500 millones de libras
esterlinas en los próximos diez años para crear la "base de conocimientos"
de la empresa.
Las necesidades de educación cambiantes producirán instituciones
educativas cambiantes. "Las universidades no sobrevivirán. El futuro está
fuera del campus tradicional, fuera de las aula tradicionales. La
enseñanza a distancia está ganando peso con gran rapidez", afirma un sabio
como Peter Drucker.
Mientras futuristas como Stan Davis y Jim Botkin predicen: "Las escuelas
del futuro no serán ni edificios ni escuelas".
La tecnología está revolucionando la educación. Las instituciones
tradicionales como las universidades o las escuelas de negocios no han
hecho nada mientras los recién llegados ganaban posiciones. Pronto, hasta
las empresas más importantes tendrán algo que ver con la educación.
Cuando, en 1998, el grupo Pearson pagó 3.600 millones de dólares por Simon
& Schuster, una editorial de libros de educación, de consulta y de temas
profesionales, su principal interés era la educación. "La educación es uno
de los sectores con mayor crecimiento de nuestros días",comenta la
directora de Pearson, Marjorie Scardino.
Empresas como Microsoft, Disney y News Corporation estudian las
posibilidades del sector. Michael Milken, el rey de la especulación, que
pasó un tiempo en la cárcel, ya está en libertad e invirtiendo una gran
cantidad de dinero en un negocio que combina la educación y la tecnología.
Ha visto dónde está el futuro.
Este grato y esperado torbellino de actividad, ha cambiado y seguirá
cambiando la naturaleza de la educación de forma fundamental. El
aprendizaje se considera, cada vez más, algo que dura toda la vida, aunque
las implicaciones de ello no están tan claras y se estima que son algo
personal.
Como gran parte de los conocimientos son tácitos y difíciles dé comunicar,
el aprendizaje no puede limitarse a un "aula".
También tenemos que aprender en el trabajo. El lugar de trabajo ha de ser
una especie de gasolinera para nuestro cerebro y no sólo una pista de
carreras. El desarrollo y la educación tienen más que ver con la mejora de
los procesos de trabajo y con el conocer a la gente que nos rodea que con
leer otro libro o asistir a otra conferencia.
El desarrollo tiene que ver con los mentores, con formar y preparar
discípulos. Los líderes tienen la obligación de formar nuevos líderes. El
liderazgo tiene que ver con el contaminar y dejarse contaminar con
conocimiento. La distinción entre aprender, trabajar y vivir ha
desaparecido: todo es lo mismo.
Extractado del libro: "Funky Business" de Jonas Ridderstale/Kjell
Nordstrom. Ed. Prentice Hall, 2000.
Del boletín Gestión Privada
www.gestionprivada.com
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