Piense a lo grande
Voy a proporcionarle algunos valiosos consejos para
la consecución de sus metas. La primera recomendación es que escriba
todo lo que sea importante.
En 1953, en un estudio realizado en la Universidad de Harvard, se
entrevistó a todos los estudiantes de dicha universidad. Entre las
diversas preguntas que se les hicieron, una era sobre sus metas en
la vida: qué querían conseguir en el futuro. En la encuesta se les
preguntaba también si habían fijado las fechas de las metas por
escrito. Sólo un 3 por ciento de los alumnos de la universidad
habían escrito lo que iban a hacer en su vida. Veinte años después,
se los entrevistó de nuevo a todos. Por sorprendente que parezca,
aquel 3 por ciento de los alumnos que había establecido sus metas
por escrito valía económicamente más que todo el 97 por ciento
restante. Y no sólo eso, sino que estaban más sanos, alegres y
satisfechos y tenían mejor disposición ante la vida que el resto de
los ex alumnos entrevistados.
Vea la importancia de escribir las cosas importantes sobre el papel.
Si usted tuviera que pedir un préstamo al banco, debería firmar
varios documentos. No se trata simplemente de pedírselo al director,
coger el dinero y prometer devolverlo en un tiempo equis.
Todo lo que es importante tiene que figurar por escrito. Y su vida,
¿no es importante? Sin embargo, si yo preguntara a un grupo de
personas al azar qué van a hacer de aquí a dos, cinco o diez años,
la mayoría diría que aún no ha tenido tiempo para pensarlo.
Si usted aún no ha tenido tiempo para pensar en lo más importante,
que es su vida, ¿en qué piensa entonces?
Haga el siguiente ejercicio: escriba sus metas para los próximos
seis meses, doce meses, cinco años, diez años y veinte años. Confíe,
póngase en marcha y después vea los resultados.
Otras recomendaciones importantes, preste atención:
La meta tiene que ser suya, y no de otra persona. Hay quien afirma
que escogió estudiar medicina porque este era el deseo de su padre.
Nadie tiene derecho sobre la vida de sus hijos: son ellos los que
tienen que decidir qué quieren estudiar o qué quieren hacer. Usted
puede desear que su hijo estudie medicina, pero jamás debe
imponérselo. Quien asume una meta que no es la suya, está comprando
su propia infelicidad.
La meta debe ser personal y el individuo tiene que estar
comprometido con ella. Estar comprometido es mucho más que verse
implicado. En un hotel, para desayunar se sirven huevos con tocino:
la gallina se ha visto implicada en el desayuno al proporcionar los
huevos, mientras que el cerdo estaba comprometido con él por el
tocino.
Quien asume una meta que no es la suya, está comprando su propia
infelicidad.
La meta debe ser grande, verdaderamente grande. Si se
la cuenta a un amigo y éste no le cree, entonces tiene el tamaño
adecuado. Cuando fui a Harvard a estudiar, en 1976, le dije a un
compañero: «Dentro de tres años enseñaré cardiología en Estados
Unidos». Se rió y me contestó: «¡Si ni siquiera sabes hablar
inglés!». No tuvieron que pasar tres años, sino ocho meses, para que
diera mi primera clase a 400 cardiólogos en Washington. Cuando mi
amigo dudó, supe que iba por el buen camino.
La meta tiene que ser específica. ¿Qué es lo que quiere? ¿Dinero?
Bien, ya tiene dinero en el bolsillo. «¡Ah, no, quiero una buena
suma en el banco!» Ahora sí que se entiende, porque la petición ha
sido específica. El cerebro sólo comprende los mensajes cuando usted
le dice exactamente lo que quiere. Entonces el subconsciente
responde: «Perfecto, vamos a hacer lo necesario».
La meta debe ser duradera. Usted tiene que tener un plan para toda
la vida, porque si no es así, se contrariará si mañana por la mañana
su jefe le llama la atención. Sin embargo, si sus proyectos son a
largo plazo, no se molestará por ello, ya que estará mirando más
lejos, como quien sube una montaña para contemplar el paisaje. Usted
puede definir qué va a hacer de aquí a cinco, diez, quince o veinte
años, no en detalle, sino en los aspectos fundamentales. Con un buen
plan de vida puede dividir el camino hacia la meta en etapas anuales
que irán siendo conquistadas paso a paso, a través de las tareas
diarias. Las metas no se alcanzan simplemente esperando que llegue
el final del plazo. Las cosas no funcionan así. Planee con atención
y seriedad. Si falla al planear, es que está planeando fallar. Si
alguien quisiera saber cómo llegar a un determinado lugar, yo
primero le preguntaría: ¿Dónde está usted? La mayoría de las
personas dicen lo que quieren, pero no tienen ni la menor idea de
dónde están, de cuáles son sus cualidades y sus posibilidades.
Muchas tienen una pésima relación matrimonial y ni siquiera son
conscientes de ello. Para pilotar el barco de la vida, lo primero
que hay que saber es dónde se está. Después, una vez que hemos
decidido a dónde queremos ir, el cerebro nos conduce allí. Es
importante también que el objetivo no sea ni abstracto ni vago, sino
práctico y concreto, para que se pueda materializar. ¿Cómo va a
mejorar su vida cuando llegue a su destino? ¿Qué va a hacer con los
nuevos conocimientos?
Por último, acuérdese de lo que dije en el capítulo 9 sobre la
palabra «no». Este aspecto de la comunicación interior tiene mucho
que ver con las metas de la vida.
Si usted dice: «No quiero ser igual que mi padre», en su cerebro se
proyectará la imagen de su padre y acabará siendo como él. Su
subconsciente registrará las palabras «igual que mi padre». De ahí
la importancia de hablar siempre en sentido positivo. Diga: «Quiero
adelgazar» en lugar de «No quiero engordar», porque si dice esto
último, su cerebro ve la gordura y es eso lo que programa para su
cuerpo. Cada uno es en la vida lo que se niega a ser.
Los que son padres ya han vivido esta experiencia. «Te he dicho mil
veces -repiten- que no molestes a tu hermana», y el niño continúa
molestándola, porque lo que registra es la última parte de la frase.
Lo mismo pasa con «No quiero que veas la televisión»: para «no
verla», el cerebro primero tiene que verla. Si quiere cambiar la
actitud de sus hijos, deberá modificar su manera de expresarse. En
lugar de decir: «No hagas esto», diga: «Haz aquello». En lugar de
decir: «No te quedes viendo la televisión», diga: «Sal a jugar
afuera». De este modo podrá cambiar la relación con sus hijos.
Imagínese entonces cómo podrá modificar su relación con el mundo
cuando establezca unas metaspositivas en su vida.
El éxito no llega por casualidad, Lair Ribeiro
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