Emocionalidad y
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Mucho se ha investigado acerca de los equipos de alto desempeño y, en
particular, de las características de liderazgo y los roles de miembros
que los hacen efectivos. Poco se ha escrito acerca del papel que juega la
emoción en el desempeño de los equipos de trabajo.
Es importante tener en cuenta este factor humano en el trabajo, porque con
la publicación de La Inteligencia Emocional se hizo evidente la relación
entre la habilidad para el manejo de relaciones interpersonales y el
progreso en la carrera de muchos profesionales. Y nunca esa habilidad es
puesta a prueba tan a fondo, como cuando surgen las emociones en el
contexto del trabajo.
Recordemos que las emociones no son racionales. Son estados de exaltación
que experimenta un ser ante la cercanía percibida de gozo o dolor,
provocados por situaciones, ambientes, percepciones, hechos o dichos de
personas, etc. La posibilidad de recibir una vacuna inyectada (dolor real,
a veces) o la cercanía de ciertos animales, en muchas personas genera
miedo (emoción).
La cercanía de la hora de llegada de un ser querido puede
producir alegría, incremento de las pulsaciones, sudoración...mariposas en
el estómago!. Los despidos masivos en una empresa pueden producir niveles
elevados de inseguridad y ansiedad. La aparición de la emoción es muy
difícil de controlar para quien la experimenta, pero podemos controlar sus
efectos o manifestaciones, con cierto entrenamiento. Podemos controlar la
tendencia a correr, a temblar, a gritar o a paralizarnos. Por ser
incontrolables, se les llama con frecuencia “Pasiones”, ya que las
padecemos, normalmente no las buscamos activamente; aunque hay quienes se
tornan adictos a los efectos físicos de la emoción (adrenalina, por
ejemplo) y buscan el peligro para provocarla.
Las emociones pueden ser un factor muy positivo en los equipos de trabajo.
Poner entusiasmo, buen humor, reto y celebración en las relaciones de
equipo crea un ambiente grato, que favorece el cumplir los compromisos, la
asistencia a reuniones, el correr riesgos juntos, etc., impulsando el
logro de resultados superiores al promedio. Aunque los miembros de un
equipo no sean todos estrellas, el empuje mutuo generado por la emoción
colectiva es algo que se respira en el ambiente y apalanca los medios
tradicionales necesarios para asegurar la efectividad del equipo, como
claridad de objetivos compartidos, roles y responsabilidades, mutua
sustitución, liderazgo rotativo y otros. No nos referimos al entusiasmo
superficial que a veces se genera en las dinámicas llamadas de “team
building”, que tiende a ser más bien sentimental. Este tipo de entusiasmo
decae pronto en las fases iniciales del trabajo de equipo, cuando se
enfrenta a las primeras dificultades serias, generando confusión.
Por otra parte, algunas emociones pueden reducir enormemente la
efectividad del equipo, aunque esté constituido por miembros estelares
individualmente. Por ejemplo, la incapacidad de algunos para manejar
conflictos, puede producir frecuentes brotes de ira y largas pérdidas de
tiempo. El choque de estilos de liderazgo entre miembros puede generar
desconcierto y angustias entre los otros miembros, pudiendo llegar a la
inacción. Los conflictos en los equipos son absolutamente naturales y
necesarios, ya que precisamente se constituyen los equipos para resolver
problemas de los cuales se desconoce: el alcance o la estrategia más
adecuada para resolverlo, o no se tiene todos los recursos. También se
puede estar en desacuerdo acerca del grado de progreso alcanzado, o sobre
la contribución de algún miembro en particular. Varios miembros pueden
formarse juicios diferentes acerca de todos estos hechos. Lo que piensa
cada uno, genera en él/ella un sentir (emoción) diverso acerca del asunto,
y finalmente, ese pensar y sentir provocan una acción (o propuesta de
acción) que puede ser opuesta a la de otro miembro. Dependiendo del grado
de emoción y de control del individuo, el estado emocional puede
predominar en el encuentro, impidiendo alcanzar una visión compartida y
una solución constructiva acerca de la situación.
La adopción de un estilo de liderazgo apropiado para cada situación es un
arte. Aunque estudiemos mucho sobre el tema, en general los gerentes y
miembros de equipos no han sido formados suficientemente en el cultivo de
sus habilidades de liderazgo y de comunicación. Y es precisamente esa
falta de desarrollo personal la que puede impedir reconocer el deseo de
otro miembro de adoptar otro estilo, y provocar un conflicto.
En todos estos casos, el poder articular en palabras serenas la diferencia
entre la realidad y lo que cada uno espera o proyecta de no tomarse
acción, es un acto de comunicación que está por encima de las emociones y
que exige controlar sus efectos. Es esto lo que permite evitar pérdidas de
tiempo en reuniones, re-trabajo por errores de comunicación (entendí o
pensé que...) y fricciones inter-personales que consumen energías
psicológicas.
El “coaching” ha surgido en el medio empresarial como un conjunto de
habilidades profesionales que ayudan a los miembros de equipos a
identificar sus limitaciones comunicacionales y de manejo de emociones,
para superarlas e incrementar así la efectividad de los equipos técnicos y
gerenciales. Hay, además, una serie de medios disponibles para la
auto-ayuda en este campo, que incluyen la lectura y la meditación para el
auto-conocimiento y el conocimiento de los demás.
El uso efectivo del coaching requiere el reconocimiento de las propias
limitaciones y de la importancia del manejo de las emociones,
conduciéndolas positivamente, para el progreso personal y del equipo. Este
reconocimiento puede dificultarse si falta la guía de los valores
organizacionales, reforzados con normas de gerencia de talento, para
inducir conductas que privilegian el uso de la razón . Después de todo, es
la razón y no la emoción, la que resuelve los problemas diarios de la
empresa. Pero cuando la emoción acompaña a la razón, la organización
cuenta con el máximo impulso posible para su sostenibilidad.
Luis Romay es Presidente de Strat-Aide.
www.strat-aide.com
Consultor Integral de Empresas en Planificación Estratégica, Gerencia de
Cambio, Planificación de Negocios, Desarrollo de Alianzas y Re-Ingeniería
de Procesos. Es facilitador de aprendizaje acelerado en cursos "in-Company"
y abiertos. Es co-editor del boletín gratuito “Su estrategia en acción”
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