El
entrenamiento mental reduce los efectos de males degenerativos
En los últimos tiempos se multiplicaron los trabajos que exploran los
efectos protectores del entrenamiento y un medio ambiente estimulante en
las operaciones mentales.
Se sabe que la ejercitación física puede aumentar los niveles de ciertas
proteínas, estimular el nacimiento de nuevas neuronas, aumentar la
resistencia a daños cerebrales y mejorar el desempeño en procesos de
aprendizaje. Ciertos estudios sugieren que la actividad aeróbica reduce la
pérdida de tejido en adultos mayores. Y otros, que la educación y la
estimulación cognitiva en etapas tempranas de la vida podrían prevenir
procesos degenerativos como el mal de Alzheimer.
Ahora, los doctores Jorge Colombo y Sebastián Lipina, investigadores del
Conicet en la Unidad de Neurobiología Aplicada de Cemic, pudieron probar
con mucha precisión cuál es el impacto que tiene el entrenamiento en
ciertas operaciones cognitivas específicas -la memoria de trabajo y el
control inhibitorio (de estímulos no atinentes a un fin)- en la protección
contra los efectos de procesos degenerativos, como el Parkinson. El
trabajo, realizado en monos, fue aceptado para su publicación en la
revista Brain Research.
"Diseñamos un experimento que nos permitiera analizar el nivel de
desempeño en componentes bien definidos de lo que construye el
comportamiento inteligente de un individuo -explica Colombo-, con pruebas
que miden la memoria de trabajo y la inhibición de la reiteración de un
comportamiento ineficaz."
Los investigadores dividieron a los monos en grupos que recibieron
diferentes intensidades de entrenamiento. Para ejercitar la memoria de
corto plazo, se les mostraba un premio (en este caso, un caramelo) que se
introducía en uno de dos orificios de una mesa. Inmediatamente y de forma
simultánea, se tapaban ambas perforaciones con cobertores y se interponía
una pantalla, lo que originaba un retardo variable de entre uno y diez
segundos.
"Cuando uno hace esto, genera una demanda de memoria de corto plazo -dice
Lipina-. La eficiencia de la respuesta posterior dependerá de haber
logrado generar la representación mental del lugar donde se vio el premio
o se lo encontró previamente."
La otra habilidad que se entrenó fue la inhibición de respuestas erróneas.
Se usó un cubo transparente con un lado abierto, que se va orientando en
distintas direcciones de manera tal que el premio que está adentro va
cambiando de posición. El intento reiterado de tratar de obtenerlo a
través de cualquier cara cerrada del cubo se consideraba fracaso.
Antes y después
"Cuando uno compara qué es lo que ocurrió antes y después de inducir
farmacológicamente el síndrome de parkinsonismo, se encuentra con que el
grupo que recibió menor cantidad de entrenamiento no logró alcanzar los
niveles de los otros grupos entrenados -afirma Lipina-. La distancia entre
los resultados previos y posteriores sólo fue significativa en los grupos
con menos entrenamiento. Una de las contribuciones de este trabajo es que
mostró que la mayor intensidad de entrenamiento previo a la lesión
protegió estas operaciones mentales básicas de los efectos del proceso
degenerativo (parkinsonismo)."
Para los científicos, la explicación de los efectos protectores del
entrenamiento cognitivo debería buscarse en los procesos bioquímicos que
éste estimula y que de alguna manera les permiten a las neuronas
sobrevivir en condiciones eficaces, incluso cuando son sometidas a un
proceso neurodegenerativo.
"Si a uno le amputan un dedo -ejemplifica Colombo-, se las ingenia para
utilizar otros en funciones que antes no tenían. Se podría recurrir a una
analogía similar en este caso, pero hasta ahora no hay ningún indicio de
que se desarrollen estrategias alternativas, sino que se emplean
mecanismos similares a los que se usaban en condiciones previas [a la
instalación del parkinsonismo]."
Estos resultados apoyan evidencias internacionales sobre las capacidades
plásticas del sistema nervioso, la propiedad de adquirir distintas
características de acuerdo con los contextos e incluso después de un daño
que, en el experimento, fue la pérdida de gran cantidad de neuronas
productoras de dopamina y la cascada de fenómenos moleculares que ésta
desencadena.
También respalda la hipótesis de que existen beneficios en la ejercitación
mental a medida que se va envejeciendo. Es más, para Colombo, "no estaría
de más que, así como las personas tienen un entrenador físico, tuvieran un
entrenador mental. Sin embargo, habría que adaptarse a las características
de cada individuo, a su edad, a sus posibilidades".
Por Nora Bär
De la Redacción de LA NACION
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