Un
fenómeno interesante de la mente. Las corrientes inversas
“Pues los deseos velan hasta lo deseado; los dones descienden de lo alto
en su propia forma”.
Goethe, Herman y Dorotea
Ciertos fenómenos psicológicos se pueden interpretar como analogías de las
corrientes o flujos del mundo físico (sean de agua, aire, partículas,
etc.). Ejemplos: estar de acuerdo es una corriente ingresante. Estar en
desacuerdo es una corriente saliente. Querer es corriente ingresante. No
querer es corriente saliente.
Muchas veces nos parece que en este universo sólo conseguimos lo opuesto
de lo que esperamos. ¿Por qué? Por algo que podemos llamar corrientes
inversas. Cuando no estamos en buenas condiciones caemos fácilmente bajo
el influjo de las corrientes inversas. En tal estado, se hace
válida una norma parecida a: “Si quieres algo, eso desaparecerá. Si no lo
quieres, es cuando lo consigues”.
Debido a la existencia de las corrientes inversas, pareciera que en
las relaciones interpersonales, si quieres que alguien comience a estar de
acuerdo contigo, todo lo que tienes que hacer es discrepar.
Cuando permanecemos atrapados en estas corrientes inversas es
porque no las percibimos ni las entendemos. Esto es casi como una broma
cósmica y la vemos ocurrir por todas partes. Este fenómeno incide
completamente en nuestros universos.
Fracasamos por no entender estas corrientes inversas y a las
consideraciones que creamos gracias a ellas. Necesitamos saber cómo
invertir la corriente intencionalmente.
La línea de acción es más o menos así:
¿Una persona te manifiesta oposición? Tú manifiéstate de acuerdo, dile que
probablemente sea buena idea, y entonces la otra persona discrepará. Es
algo realmente muy tonto. Pero es la ruta correcta. Tan pronto como haces
esto inmediatamente entran en el terreno de "querer" o acercarse a lo que
tú deseas. ¿No has notado este comportamiento casi mecánico en los niños?
Podrías estar de acuerdo diciendo, “Esto seguramente no es así para ti. Es
mejor que te mantengas así.” Acto seguido, discreparán. Pueden no
expresártelo inmediatamente, pero estará allí y los encontrarás de repente
interesados en lo que proponías.
Explicación: Querer es una corriente ingresante. Cuando quieres a
alguien o algo, creas una corriente ingresante de aquella persona o
cosa hacia ti. No querer es una corriente saliente. Cuando no quieres a
alguien o algo, creas una corriente saliente desde ti hacia la otra
persona o cosa.
Fíjate en esto:
Si A quiere x, la corriente es así: A
◄ x
Para A la corriente es ingresante, pero para x es saliente.
Si A no quiere x, la corriente es así: A
► x
Para A la corriente es saliente, pero para x es ingresante.
El fenómeno ocurre tanto porque las consideraciones de querer y no
querer crean las corrientes como porque las corrientes crean las
consideraciones de querer o no querer.
Este fenómeno está detrás de quienes manifestando su querer sólo terminan
alejando más a su pareja. Está detrás del hecho de que una persona sea
casi acosada por quien más deteste. Pasan estas cosas cuando uno está
atrapado en las corrientes inversas.
Si decimos a alguien que no puede tener algo, y está inconscientemente
bajo el influjo de las corrientes inversas, inmediatamente entra en un
“¿Por qué no puedo tenerlo?” Sólo diles que se alejen del tema, que no
tiene nada que ver con ellos, etc. Háblales con buena disposición.
Inmediatamente los pones en un no querer. Y como muy probablemente
estén inconscientemente sometidos al influjo de las corrientes inversas
así logras invertir la dirección de la corriente. Ellos dicen, “no
quiero x. No quiero tener algo que ver con x.“ Entonces tú dices, “De
acuerdo. ¡Mantente así!“ Es así como les sacas del automatismo que les
somete y generas una corriente ingresante desde el otro hacia ti.
No es complicado.
Cuando se trata de desacuerdos por encima de las corrientes inversas, sólo
hay que recordar que todos tenemos experiencias acumuladas y
consideraciones que creamos a partir de ellas: esto es difícil, esto no
puede ser así, eso es una exageración, aquello es falso, etc. Así que,
en tales circunstancias, si deseamos que el otro cambie alguna de sus
consideraciones – que sabemos equivocada - no podemos imponérselo. Debemos
manifestar gentilmente la existencia de una posibilidad, de un tal vez;
sin enfatizar y hablando sólo lo indispensable. Arrojemos una declaración
en estos términos y dejemos que caiga por su propio peso.
Patricio Jorge Vargas Gil
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