Hablar
y escribir bien, el camino más seguro para pensar y crear
Varios intelectuales reflexionan sobre por qué es importante el buen uso
del idioma
* Hoy se usan menos de 1000 palabras
* Además de la lengua, se empobrece el pensamiento
Las palabras que no se usan se pierden definitivamente y dejan de nombrar
las cosas. Esa merma del vocabulario equivale, según la curiosa metáfora
del escritor valenciano Juan José Millás, a perder los dientes, con las
consecuencias que son predecibles para el pensamiento y el estómago.
El notable Millás está tan preocupado por la estrechez del habla de los
españoles, como lo está el narrador Mempo Giardinelli respecto del pobre
castellano que hablan los argentinos. ¿Por qué es importante hablar y
escribir bien?
Las diversas respuestas a esta pregunta constituyen uno de los resultados
de la fiesta cultural del español que este último fin de semana concluyó
en Rosario. En diálogo con LA NACION, varios de los participantes del III
Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE) brindaron respuestas a
este interrogante, cuya batalla parece proporcionarle más derrotas que
victorias entre jóvenes y adultos.
Nacido hace diez siglos y consolidado como lengua hace dos centurias, el
español es hablado por 400 millones de personas en 23 países ubicados en
cinco continentes y registra más de 88.400 palabras, en el Diccionario de
la Real Academia Española (DRAE).
Mempo Giardinelli había sido contundente en el congreso: "Hace 20 años,
sobre un total de 75.000 palabras, los argentinos usaban 1600 o 2000. Hoy,
con más de 84.000 vocablos, esa cifra no llega al millar".
Más allá de las cifras, la preocupación coincidente de los especialistas
es la calidad del vocabulario y del hablante que lo utiliza. Al indagar
sobre las causas, se puede pensar en el poco contacto con el libro, la
falta de estímulos y ejemplos para la lectura y el uso de Internet, con la
proliferación del chateo como una de las herramientas que distorsionan el
idioma.
Riesgos y metáforas
Millás advierte sobre el peligro que representa que hoy existan miles de
personas que se las arreglan con un vocabulario de 70 u 80 palabras. Y
agrega: "Esto produce la impresión de estar frente a un proceso de
encogimiento. Un día las oraciones empezarán a salirnos sin complemento
directo".
Siempre desde el terreno de las metáforas, el intelectual español afirma:
"La reducción del lenguaje estrecha el campo de la visión y el
pensamiento, porque la lengua es un órgano de la visión. Cuando voy al
campo solo, dada mi ignorancia, sólo veo árboles. Pero si voy con un
experto, además veo acacias, pinos, álamos y robles".
Coincide Millás con Giardinelli, para quien "la lengua que habla una
sociedad es fiel representación de su modo y calidad de vida. Leer bien y
escribir correctamente constituyen el único camino para recuperar la
capacidad de pensamiento y de sensibilidad de una sociedad".
Al señalar que "una sociedad que habla mal o que escribe mal no puede
pensar bien aunque tenga los ojos azules y mida 1,80", Millás asegura:
"Cada palabra que se cae del vocabulario es como una pieza dental que se
pierde. Con esos dientes que llamamos «palabras» masticamos la realidad
para digerirla y comprenderla".
Dice Giardinelli: "Es urgente que todos seamos conscientes de que hablar
mal tiene consecuencias indeseables concretas. Hablar bien, con propiedad
y corrección es el camino más seguro para pensar mejor. Y pensar mejor
asegura el obrar mejor. Se habla, se piensa y se escribe mejor cuanto más
se lee".
La escritora Angélica Gorodischer precisa: "La lengua es la que construye
la realidad y edifica el mundo. Nos habilita para su comprensión, que es
la comprensión del otro, hable o no ese otro nuestra propia lengua".
De ello es posible inferir que un defectuoso uso de la lengua provoca una
distorsionada comprensión del otro y del mundo. En opinión de la narradora
rosarina, hablar y escribir "implica un doble trabajo de identificación y
de colectivización".
Al referirse a la irrenunciable búsqueda del correcto hablar, el
presidente de Radio Caracol, de Miami, William Restrepo, que disertó en el
III CILE, se pregunta si se debe escribir como se habla o se debe hablar
como se escribe. Y responde: "El conocimiento es la base de una buena
comunicación y permite el uso de los vocablos apropiados. Esto se traduce
en un buen libro o un buen soneto o un buen guión".
El poeta nicaragüense Ernesto Cardenal dejó en el congreso su convicción
de que "la principal identidad cultural es la del lenguaje. Cuando se
pierde una lengua es una visión del mundo la que se pierde".
Desde la lengua literaria, el peruano Alfredo Bryce Echenique contradice a
Gordodischer y afirma: "Las palabras no bastan para explicar el mundo. La
lengua se inventó para comunicarse, pero nunca cumple del todo su misión".
Según la opinión del fundador y presidente del sello Siglo XXI Editores,
Jaime Labastida, "la escritura y la lectura permiten la reflexión. Leer y
releer, escribir y pensar elevan el diálogo racional con los otros y
amplia el espacio de la inteligencia".
A modo de corolario, es oportuno rescatar las palabras del escritor y juez
jujeño Héctor Tizón en la inauguración del congreso: "La palabra es una
elección entre la vida y la muerte y sirve para salvar las cosas del
caos".
Por Susana Reinoso
Enviada especial de la Nación
El valor de la palabra
Juan José Millás
"Una sociedad que habla mal o escribe mal no puede pensar bien, aunque
tenga los ojos azules y mida 1,80 metros de altura".
Mempo Giardinelli
"Hablar bien, con propiedad y corrección es el camino más seguro para
pensar mejor. Se habla, se piensa y se escribe mejor cuanto más se lee".
Ernesto Cardenal
"La principal identidad cultural es la del lenguaje. Cuando se pierde una
lengua es una visión del mundo la que se pierde".
Alfredo Bryce Echenique
"Las palabras no bastan para explicar el mundo. La lengua se inventó para
comunicarse, pero nunca cumple del todo su misión".
http://www.lanacion.com.ar/656256
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