Artículo extraído de Solohijos.com
Hijos con criterio ante la vida
Los niños nacen sin ningún tipo de expectativa ni opinión respecto a este
mundo. Es cierto que llevan una estela de genes, determinados en algunos
aspectos pero, en otros, libres como pájaros, a la espera de que unos
adultos que los quieren les den lo mejor de sí mismos, los enriquezcan con
sus valores y les doten de la humanidad que requiere la vida.
Y en este tiempo que les ha tocado vivir, ¿sabes que quieres para tu
hijo?
¿Muchos idiomas? ¿Qué obedezca a la primera o sea un estupendo estudiante?
¿Qué te respete y te quiera mucho?. Yo tengo claro que lo más valioso que
podemos enseñar a nuestros hijos es a ser buenas personas, elementos de
cambio de este mundo injusto que les ha tocado vivir. Consiguiendo esto,
nuestros hijos serán felices el resto de sus días.
Niños con criterio, hombres coherentes el día de mañana
Deberíamos hacer cualquier cosa para que nuestros hijos, el día de mañana,
tuvieran la entereza de no seguir a la masa, tuvieran suficiente criterio
para no dejarse influir por la publicidad y medios de comunicación, que
tuvieran la habilidad de pedir perdón cuando fuera y no fuera necesario,
que pudieran solucionar sus conflictos trasmitiendo sus opiniones con
serenidad, sin avasallar a aquel que no comparte sus ideas.
Que no se creyeran el centro de su propio mundo ni del de los demás, que
dedicaran sus mejores cualidades a hacer felices a los otros, que
respetaran creencias, ideologías y personas diferentes o totalmente
contrarias a ellos; quisieran que fueran personas de entereza, capaces de
sacar fuerza de su flaqueza en los momentos difíciles.
Que fueran de esas escasísimas personas que te encuentras a lo largo de la
vida y que te inspiran el respeto y la admiración más profunda de tu alma.
Lograrlo no es una quimera. Yo te animo a no tirar la toalla con tu hijo,
a definir de nuevo objetivos educativos, a hablar con tu pareja de lo qué
queréis para ellos, a leer e informarte, a valorar en su enorme medida la
pequeña vida que depende de ti y que crecerá en función del legado que le
des en vida.
Ten cuidado con las pequeñas cosas del día a día que marcan invisible y
permanentemente a los hijos y les forman el carácter. Tus palabras, tus
silencios, tu postura ante cosas tan triviales como acabarse un plato de
comida que no desean acabar o cómo responder a sus palabras de desafío o
reto harán que interpreten el mundo de una manera u otra y adopten frente
al futuro una postura determinada.
Consejos prácticos para enseñar criterio y autoestima a los niños:
Ten en cuenta algunas cosas que deberías poner en práctica desde el
momento que abres los ojos por la mañana al despertarte y que ayudarán a
tu hijo a crecer con criterio, con valores positivos y autoestima:
Enséñales a "no tener". Las carencias fortalecen el carácter y
educan la voluntad. Aprender a pasar sin aquello que les hace tanta
ilusión, sin la mochila de marca que tienen sus amigos, sin los cromos de
la temporada o con una paga escasa, ayudan a los niños a "espabilarse", a
valorar lo que tienen y a disfrutar de las cosas sencillas. Sabrán
agradecer los pequeños detalles y a recibirlos con humildad.
Cuidado con las etiquetas que colocas a tu hijo. No solo estás
restándole autoestima; además le estás ofreciendo un modelo lícito a
imitar.
- Incorrecto: Eres un bestia, Javi. ¿Ahora por qué has pegado a tu
hermano?
- Correcto: Pegar no es la forma de arreglar los problemas con tu hermano
Valora a tu hijo por lo que es, no por lo que hace. Hacerlo así
hará que tu hijo valore a sus semejantes por lo que son, no por sus logros
o fracasos. No le premies/alabes porque ha metido un gol jugando un
partido de fútbol porque el día que no lo meta no se creerá merecedor de
tu cariño. Felicítale por su esfuerzo en el partido, independiente del
número de goles marcados.
Dale oportunidad de equivocarse y que aprenda de sus errores. Esto
hará que sea más comprensivo con los errores de los demás, que asimile la
experiencia como suya y no impuesta y que, en definitiva, se fortalezca
como persona. Tu hijo ha olvidado la bolsa de deporte en casa. No se la
lleves al colegio para evitarle la recriminación de su profesor. Dicha
recriminación hará que en otra ocasión no se la olvide.
Asegúrate de que tu hijo sabe que le quieres. Ellos hablan otro
idioma emocional diferente al nuestro a sí que olvídate de las palabras.
Decirle a un hijo que lo quieres es prestarle atención cuando la pide, no
contestarle automática y ausentemente, cumplir lo prometido, dedicarle
unos minutos exclusivos para él o poner una nota de agradecimiento por
algo bien hecho en su libro de cuentos. Con seguridad, algún día te
sorprenderá con un dibujo debajo de la almohada.
Confía en tu hijo y no le sobreprotejas. Esta postura hará que no
le asusten los desafíos y mire lo incierto con seguridad en sus
capacidades. Alex de 12 años tiene que ir solo a comprar un parche para su
bicicleta. Si le preguntas ¿Estás seguro que sabrás llegar? ¿No quieres
que te acompañe? ¿Qué harás si te pierdes? estás contribuyendo a que
efectivamente se sienta inseguro y acabe desorientado.
Permite que tu hijo vea en la televisión o en los periódicos las
injusticias de la vida, pero nunca solo sino contigo. Adapta la
información y las imágenes a su edad pero no le ocultes la verdad. Tiene
que saber desde pequeño que el resto del mundo no es cómo vive él. Él es
afortunado y, al menos, debe saber que existe otra realidad aparte de la
suya.
Intenta que tu hijo se gane sus privilegios. No se los regales. Así
le enseñarás a superarse, a encontrar valioso lo que se gana y a valorar
en su justa medida lo que ya tiene. Si todos sus amigos van al cine el
sábado pero él no ha cumplido con sus obligaciones durante la semana, no
es merecedor de ir. No es un castigo sino una consecuencia.
Enseña a tu hijo a perseverar en el esfuerzo, a acabar lo que
empieza ya sea en cosas tan simples como un plato de comida, un juego o un
trabajo.
Ante un problema, no se lo soluciones. Con preguntas indirectas
trata de hacerle pensar y encontrar por sí mismo la solución.
Mira la televisión con él, enseñándole con tus comentarios a
valorar en su justo punto lo que ve. No subestimes el poder de la
televisión. Lo que tú construyes por un lado, una sencilla propaganda o
película inapropiada lo puede destruir.
Enséñale a responsabilizarse de sus propios actos. Tu hijo ha
perdido un libro de la biblioteca. Acompáñalo a la misma, quédate junto a
él pero permite que explique al bibliotecario el problema y asuma las
consecuencias de haberlo perdido: comprar otro o soportar la amonestación/
vergüenza.
Enséñale a comprender los sentimientos de los demás. ¿Cómo?
1. Hablando de tus propios sentimientos: Estoy triste porque me has
hablado con dureza.
2. Verbalizando los sentimientos de tu hijo: Entiendo que estés
decepcionada con Ana. Era tu mejor amiga y te ha fallado.
3. Convirtiendo sus palabras en sentimientos: En la mayoría de los casos
un "te odio, mamá; ojalá te mueras" significa "no sé como decir que estoy
muy enfadado contigo". Estas palabras de odio infantil no se arreglan con
un bofetón en la boca o un castigo por falta de respeto sino hablando
sobre el motivo por el que tu hijo está enfadado contigo y abrazándolo al
final. Cuando un hijo se espera un castigo y le ofreces tus palabras de
comprensión, lo has desarmado y has ganado la partida y su respeto, además
de enseñarle a reconducir su odio.
4. Entrenándole a sentir como sentirían los demás: ¿Cómo crees que se
sentirá tu hermano después de haberle roto el libro?
5. Enseñándole a reconocer sus sentimientos y expresarlo: Crees que he
sido injusto contigo y que podía haberte preguntado antes de juzgarte
Fomenta el intercambio libre de ideas y anímalo a expresar lo que
piensa. Para los que les cuesta hablar cara a cara, puedes colocar un
diario familiar en un sitio al alcance de todos. Cada miembro de la
familia podrá escribir lo que piensa sin miedo a consecuencias. Con los
más pequeños puedes colocar una gran pizarra en la cocina en la que
dibujarán en función de sus sentimientos.
Explícale el sentido de las normas y valores de casa para que las
interiorice y pueda juzgar por sí mismo su conducta evaluando las posibles
consecuencias de sus actos. De esta forma le ofreces a la larga un modelo
de justicia. TTu hijo de 8 años sabe que si pone las manos en el cristal
de la ventana luego tendrá que limpiarlo. Saber esto con anticipación hará
que recapacite sobre su conducta y valore las consecuencias inmediatas.
Tu hijo no se debe creer con derecho a todo. No pasa nada si no
tiene la Play Station que tienen todos sus compañeros o si no tiene para
merendar los deliciosos pastelitos de chocolate de su amigo Oscar. En
realidad, sufres tú más que él y somos los padres, bien intencionados, los
que en la mayoría de los casos les creamos las necesidades de tenerlo todo
y ya.
Acostumbra a tu hijo a colaborar en los trabajos comunes de la casa.
Todos tenemos que ayudar en la familia sin esperar recompensa a cambio. Si
lo haces así, a medida que crece, no le parecerá tan extraña la idea de
colaborar con una ONG, compartir parte de su paga con personas
necesitadas, visitar ancianos y, en definitiva, ayudar en la medida de sus
posibilidades a su contexto inmediato.
Que tu hijo vea que tienes unos criterios claros a la hora de decir
"sí" o "no" a sus demandas y que no depende de tu estado de ánimo o de
lo cansado que estés. Deben ver que toda actuación tiene un motivo y que
nada es arbitrario. Si te piden diez veces un capricho y has decidido que
no se lo vas a dar, no cedas aunque esas diez veces se conviertan en mil,
ni por cansancio ni abatimiento. Además de reducir los caprichos y
rabietas, les estarás enseñando a ser coherentes con ellos mismos.
Enséñale a ser tolerante con las opiniones de los demás. Ayúdale a
resolver conflictos, mediante las negociaciones y el diálogo, creando una
"mesa de la paz", un rincón al que van los miembros de la familia a
reconciliarse. Aprenderán que las personas tienen puntos de vista
diferentes y que, aunque no se compartan, es posible respetarlos cediendo
unas veces y llegando a acuerdos otras.
Y por último, aunque sé que ya te lo hemos dicho miles de veces, permíteme
que lo repita: tú eres la persona más influyente en tu hijo y, en todas
las edades de la vida, el modelo en el que se fijará, en positivo y
negativo. Cuidado con lo que predicas y lo que haces. La coherencia es la
primera regla en educación. ¡Practícala!
Autora: Elena Roger Gamir, pedagoga del Gabinete Pedagógico Solohijos
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Última modificación de la página:07/01/2008
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