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Igualdades, semejanzas y diferencias
La inteligencia, respetando a las definiciones académicas ampliamente
conocidas, también puede ser considerada como la capacidad de discernir y
evaluar igualdades, semejanzas y diferencias relativas entre los datos.
La estupidez, en esta línea de consideraciones, sería la falta de
capacidad para percibir y comprobar igualdades, semejanzas y diferencias.
Por supuesto, también es la asignación errónea de diferencias a datos que
son similares o iguales, y la consideración errónea de similitud o
igualdad de datos entre sí cuando en realidad éstos son diferentes.
La inteligencia, innegablemente, depende de nuestra capacidad y habilidad
inherente y de nuestros hábitos aprendidos para tratar con las cosas. De
hecho, podemos tener una gran capacidad y muy poca habilidad para
aplicarla, lo cual es en parte consecuencia de los hábitos adquiridos (o
mal adquiridos).
Lo cierto es que uno puede trabajar intencionalmente en establecer
igualdades, semejanzas y diferencias relativas y de tal modo actuar más
inteligentemente con las cosas. Un artista plástico puede ser muy
inteligente sobre la observación de obras de arte porque él ha estudiado
las distintas técnicas, escuelas y clases de obras de arte que existen. Él
conoce las semejanzas y las diferencias entre las obras que observa.
Es así que para evaluar un dato necesitamos tener algo con qué compararlo.
No sabríamos qué hacer con él a menos que lo relacionemos con algo más.
Necesitamos, por lo menos, un dato de tipo similar y de magnitud
comparable. Si tenemos otros datos de clase similar podemos entonces
observar las semejanzas y las diferencias.
Discernir entre igualdades, semejanzas y diferencias permite que
categoricemos a la información correctamente y que podamos aprender aún
más de tal conocimiento.
Patricio Jorge Vargas Gil
patriciovargas@mentat.com.ar
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