Imaginación y observación
 


La imaginación necesaria
La imaginación siempre es importante en la actividad profesional; y esto es verdad en las más variadas profesiones. Ejemplos evidentes: diseñadores, químicos, escritores, físicos, ajedrecistas, arquitectos, escultores, militares, etc.

Cuando hablamos de imaginación estamos refiriéndonos únicamente a la capacidad de producir y controlar imágenes mentales con un objetivo práctico. No estamos hablando de la fantasía ensoñadora ni del divague natural que eventualmente es agradable tener.

Sabemos que en la imaginación cuentan dos factores fundamentales: la intensidad y el control de las imágenes. Cuanta más intensidad haya en las imágenes, implica que hay más brillo, más claridad y mayor realismo. Cuanto mayor control haya en las imágenes, implica que hay mayor firmeza, precisión y docilidad de las mismas. Donde casi todos tenemos trabajo que hacer es en el control.

La intensidad es muy variable, en uno mismo y entre los individuos. La precisión es pobre en todos. Esto es que, sin importar cuántas veces hayamos visto algo (algo que es cotidiano) cuando lo imaginamos notamos que nos faltan detalles. Ejemplo: una moneda o billete, las teclas de un control remoto, etc. En todas estas cosas que están en contacto cotidiano con nosotros, podemos notar la falta de precisión de nuestra imaginación.

La observación necesaria
Está completamente demostrado que la precisión depende de cuánto hayamos analizado u observado el objeto. Nuestras imágenes no son lo suficientemente apropiadas como para confiar plenamente en ellas, salvo cuando se originan en base a una "cuidadosa observación".

Pero, al observar, debemos abandonar el lenguaje durante el proceso. Para nuestros fines, verbalizar al observar es una inercia o tendencia que torna al análisis en algo muy pasivo. Observar es más activo; debemos dirigir nuestra atención hacia fuera, hacia el objeto, hacia el mundo que está ahí afuera. Mientras intentamos observar, nuestros recuerdos, deseos, juicios u opiniones no nos sirven de mucho; antes bien, suelen obstaculizar.

Cuanto más observamos y conocemos acerca de algo, más fácil nos resulta la creación de una imagen precisa. Queda claro, entonces, que ver no es observar.

Las imágenes claras dependen de los elementos claros recogidos en el análisis. Algo similar ocurre con la comprensión, que depende de las ideas principales recogidas en el procesamiento antes que de la mera recepción de todas las ideas del texto.

Recordemos que al analizar algo podemos caer en una tendencia meramente verbalizadora. Frenemos esa tendencia y limitémonos a observar las formas diferenciadas en el objeto de nuestro análisis. Lo más importante: la visualización o imaginación deriva de una adecuada observación conscientemente enfocada en los detalles diferenciados antes que en nuestros pensamientos durante el proceso.

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Última modificación de la página:28/07/2003

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