La enseñanza de la comprensión lectora
De acuerdo con María Eugenia Dubois, (1991) si se observan los estudios
sobre lectura que se han publicado en los últimos cincuenta años, podemos
darnos cuenta de que existen tres concepciones teóricas en torno al
proceso de la lectura. La primera, que predominó hasta los años sesenta
aproximadamente, concibe la lectura como un conjunto de habilidades o como
una mera transferencia de información. La segunda, considera que la
lectura es el producto de la interacción entre el pensamiento y el
lenguaje. Mientras que la tercera concibe la lectura como un proceso de
transacción entre el lector y el texto.
La lectura como conjunto de habilidades o como transferencia de
información
Esta teoría supone el conocimiento de las palabras como el primer nivel de
la lectura, seguido de un segundo nivel que es la comprensión y un tercer
nivel que es el de la evaluación. La comprensión se considera compuesta de
diversos subniveles: la comprensión o habilidad para comprender
explícitamente lo dicho en el texto, la inferencia o habilidad para
comprender lo que está implícito y la lectura crítica o habilidad para
evaluar la calidad de texto, las ideas y el propósito del autor. De
acuerdo con esta concepción, el lector comprende un texto cuando es capaz
precisamente de extraer el significado que el mismo texto le ofrece. Esto
implica reconocer que el sentido del texto está en las palabras y
oraciones que lo componen y que el papel del lector consiste en
descubrirlo.
Las investigaciones llevadas a cabo por Rockwell (1982), Collins y Smith
(1980) y Solé (1987), revelan que tanto los conceptos de los docentes
sobre lo qué es aprender a leer, como las actividades que se llevan a cabo
en las aulas no incluyen aspectos relacionados con la comprensión lectora.
Esto pone de manifiesto que los docentes comparten mayoritariamente la
visión de la lectura que corresponde a los modelos de procesamiento
ascendente según los cuales la comprensión va asociada a la correcta
oralización del texto. Si el estudiante lee bien, si puede decodificar el
texto, lo entenderá; porque sabe hablar y entender la lengua oral.
Esta teoría tuvo tanto arraigo que aún hoy día los sistemas escolares
basan en ella la enseñanza de lectura. Nuestro país no es una excepción,
baste a manera de ejemplo, echar un vistazo a las guías curriculares de
los programas de español y a los libros de texto existentes. Encontramos
un sinnúmero de recomendaciones y ejercicios que sólo pretenden que los
estudiantes extraigan el significado del texto.
La lectura como un proceso interactivo
Los avances de la psicolingüística y la psicología cognitiva a finales de
la década del setenta retaron la teoría de la lectura como un conjunto de
habilidades. A partir de este momento surge la teoría interactiva dentro
de la cual se destacan el modelo psicolingüístico y la teoría del esquema.
Esta teoría postula que los lectores utilizan sus conocimientos previos
para interactuar con el texto y construir significado.
Kenneth Goodman (1982) es el líder del modelo psicolingüístico. Éste parte
de los siguientes supuestos:
1. La lectura es un proceso del lenguaje.
2. Los lectores son usuarios del lenguaje.
3. Los conceptos y métodos linguísticos pueden explicar la lectura.
4. Nada de lo que hacen los lectores es accidental; todo es el resultado
de su interacción con el texto. (Citado en Dubois, p10)
Frank Smith (1980), uno de los primeros en apoyar esta teoría, destaca el
carácter interactivo del proceso de la lectura al afirmar que "en la
lectura interactúa la información no visual que posee el lector con la
información visual que provee el texto" (Citado en Dubois, p. 11). Es
precisamente en ese proceso de interacción en el que el lector construye
el sentido del texto. De manera similar Heimilich y Pittelman (1991),
afirman que la comprensión lectora ha dejado de ser
"un simple desciframiento del sentido de una página impresa"
(p.10). Es un proceso activo en el cual los estudiantes integran sus conocimientos
previos con la información del texto para construir nuevos conocimientos.
Dubois (1991) afirma que: "el enfoque psicolingüístico hace mucho hincapié
en que el sentido del texto no está en las palabras u oraciones que
componen el mensaje escrito, sino en la mente del autor y en la del lector
cuando reconstruye el texto en forma significativa para él"
( p.11). Igualmente, para Tierney y Pearson (1983) son los lectores
quienes componen el significado. Por esta razón no hay significado en el
texto hasta que el lector decide que lo haya.
Heimlich y Pittelman (1991), apuntan que "la consideración del proceso de
la lectura como un diálogo mental entre el escrito y el lector es un
efecto de la gran influencia que ha tenido la teoría de los esquemas" (schemata)
(p.11) en la comprensión de la lectura.
Y se preguntarán, ¿qué es un esquema? Según Rumelhart (1980), un esquema
es una estructura de datos que representa los conceptos genéricos que
archivamos en la memoria. Hay diversos esquemas, unos que representan
nuestro conocimiento, otros eventos, secuencia
de eventos, acciones, etc.
La teoría de los esquemas explica cómo la información contenida en el
texto se integra a los conocimientos previos del lector e influyen en su
proceso de comprensión. La lectura como el proceso mediante el cual el
lector trata de encontrar la configuración de esquemas apropiados para
explicar el texto en cuestión. Los psicólogos constructivistas retomaron
el concepto del esquema utilizado por Bartlett en 1932 en sus estudios
sobre la memoria para designar las estructuras cognoscitivas que se crean
a partir de la experiencia previa. Un esquema, según la definen sus
teóricos, es la red o categorías en la que se almacena en el cerebro lo
que se aprende
De este modo, el lector logra comprender un texto sólo cuando es capaz de
encontrar en su archivo mental (en su memoria) la configuración de
esquemas que le permiten explicar el texto en forma adecuada. Cuando una
persona lee sobre un museo o ve imágenes, fotos,
o lo visita, va agregando cada una de estas experiencias a su esquema de
lo que es un museo. Algo que no puede hacer quien no tiene dichas
experiencias. Cuando no se ha tenido experiencia alguna sobre un tema
determinado, no se se dispone de esquemas para activar un conocimiento
determinado y la comprensión será muy difícil, si no imposible.. Estos
esquemas están en constante desarrollo y transformación. Cuando se recibe
nueva información, los esquemas se reestructuran y se ajustan. Cada nueva
información amplía y perfecciona el esquema existente. (Heimlich y
Pittelman,1991)
La lectura como proceso transaccional
Esta teoría viene del campo de la literatura y fue desarrollada por Louise
Rosenblatt en 1978 en su libro "The reader, the text, the poem".
Rosenblatt adoptó el término transacción para indicar la relación doble,
recíproca que se da entre el cognoscente y lo conocido. Su interés era
hacer hincapié en el proceso recíproco que ocurre entre el lector y el
texto (Dubois,1991). Dice Rosenblatt al respecto: "Mi punto de vista del
proceso de lectura como transaccional afirma que la obra literaria ocurre
en la relación recíproca entre el lector y el texto. Llamo a esta relación
una transacción a fin de enfatizar el circuito dinámico,
fluido, el proceso recíproco en el tiempo
,la interfusión del lector y el texto en una síntesis única que constituye
el significado ya se trate de un informe científico o de un "poema" (Rosenblatt,
1985, p.67).
Para Rosenblatt, la lectura es un momento especial en el tiempo que reúne
un lector particular con un texto particular y en unas circunstancias
también muy particulares que dan paso a la creación de lo que ella ha
denominado un poema. Este "poema" (texto) es diferente del texto escrito
en el papel como del texto almacenado en la memoria. De acuerdo con lo
expuesto en su teoría, el significado de este nuevo texto es mayor que la
suma de las partes en el cerebro del lector o en la página. (Rosenblatt,1978).
La diferencia que existe, según Cairney (1992) entre la teoría
transaccional y la interactiva es que para la primera, el significado que
se crea cuando el lector y el autor se encuentran en los textos es mayor
que el texto escrito o que los conocimientos previos del lector. El
considera que el significado que se crea es relativo, pues dependerá de
las transacciones que se produzcan entre los lectores y los textos en un
contexto específico. Los lectores que comparten una cultura común y leen
un texto en un ambiente similar, crearán textos semejantes en sus mentes.
No obstante, el significado que cada uno cree no coincidirá exactamente
con los demás. De hecho, los individuos que leen un texto conocido nunca
lo comprenderán de la misma forma.
Una vez hemos establecido las nuevas teorías en el campo de la lectura y
sus implicaciones en la enseñanza, es necesario pasar a conocer el proceso
de la lectura.
El proceso de la lectura
El proceso de la lectura es uno interno, inconsciente, del que no tenemos
prueba hasta que nuestras predicciones no se cumplen; es decir, hasta que
comprobamos que en el texto no está lo que esperamos leer. (Solé, 1994)
Este proceso debe asegurar que el lector comprende el texto y que puede ir
construyendo ideas sobre el contenido extrayendo de él aquello que le
interesa. Esto sólo puede hacerlo mediante una lectura individual,
precisa, que le permita avanzar y retroceder, que le permita detenerse,
pensar, recapitular, relacionar la información nueva con el conocimiento
previo que posee. Además deberá tener la oportunidad de plantearse
preguntas, decidir qué es lo importante y qué es secundario.
Es un proceso interno; que es imperioso enseñar.
Solé (1994), divide el proceso en tres subprocesos a saber: antes de la
lectura, durante la lectura y después de la lectura. Existe un consenso
entre todos los investigadores sobre las actividades que los lectores
llevan a cabo en cada uno de ellos. Solé recomienda que cuando uno inicia
una lectura se acostumbre a contestar las siguientes preguntas en cada uno
de las etapas del proceso.
Antes de la lectura
¿Para qué voy a leer? (Determinar los objetivos de la lectura)
1. Para aprender.
2. Para presentar un ponencia.
1. Para practicar la lectura en voz alta.
2. Para obtener información precisa.
3. Para seguir instrucciones.
4. Para revisar un escrito.
5. Por placer.
6. Para demostrar que se ha comprendido.
¿Qué sé de este texto? (Activar el conocimiento previo)
¿De qué trata este texto? ¿Qué me dice su estructura? (Formular hipótesis
y hacer predicciones sobre el texto)
Durante la lectura
1. Formular hipótesis y hacer predicciones sobre el texto
2. Formular preguntas sobre lo leído
3. Aclarar posibles dudas acerca del texto
4. Resumir el texto
5. Releer partes confusas
6. Consultar el diccionario
7. Pensar en voz alta para asegurar la comprensión
8. Crear imágenes mentales para visualizar descripciones vagas
Después de la lectura
1. Hacer resúmenes
2. Formular y responder preguntas
3. Recontar
4. Utilizar organizadores gráficos
Considerar la lectura como un proceso constructivo conlleva utilizar
enfoques muy distintos a los que hemos venido utilizando para desarrollar
la comprensión lectora. Implica que ya nos se enseñarán más técnicas
aisladas de comprensión y que se dejará de comprobar la comprensión
lectora, tal como se ha venido haciendo. Porque la lectura , como hemos
mencionado anteriormente, no es: decodificar palabras
de un texto; contestar preguntas después de una lectura literal;
leer en voz alta; siempre leer solo y en silencio; una simple
identificación de palabras.
Pearson, Roehler, Dole y Duffy (1992) afirman que el concepto de
comprensión basado en la teoría del esquema ha sido la base de la mayor
parte de su trabajo sobre el proceso de comprensión que utilizan los
lectores competentes o expertos, los factores que separan los expertos de
los principiantes y los métodos que utilizan los docentes para promover o
mejorar la comprensión. Sus investigaciones han demostrado que los
lectores competentes poseen unas características bien definidas. Éstas
son:
1. Utilizan el conocimiento previo para darle sentido a la lectura.
Pearson (1992) afirma que las investigaciones que se han realizado
con adultos, niños, lectores competentes y lectores en formación arrojan
la misma conclusión: la información nueva se aprende y se recuerda mejor
cuando se integra con el conocimiento relevante previamente
adquirido o con los esquemas existentes.
2. Monitorean su comprensión durante todo el proceso de la lectura
Monitorear es un mecanismo primario que utilizan los lectores para lograr
el sentido de lo que leen. Siempre hemos sabido que los buenos lectores
son más cuidadosos en su lectura que los que no lo son. Que también son
más conscientes de cuán bien o cuán mal están leyendo y utilizan diversas
estrategias para corregir sus errores de lectura una vez se dan cuenta de
la situación
La evidencia presentada en las investigaciones que se han llevado a cabo
indican que el monitoreo de la comprensión es lo que distingue al lector
competente, del que no lo es. Otra característica del lector competente
relacionada con la función de monitorear es que éste corrige y regula la
comprensión del texto tan pronto detecta que hay problemas.
3. Toman los pasos necesarios para corregir los errores de comprensión una
vez se dan cuenta que han interpretado mal lo leído.
Los buenos lectores saben lo que hay que hacer tan pronto se dan cuenta
que no entienden lo que están leyendo. Cuando la lectura es difícil
dedican más tiempo a la misma, contrario a los menos competentes o con
déficit que dedican el mismo tiempo a la lectura independientemente de su
nivel de complejidad. Otra estrategia que utilizan los lectores
competentes es que están dispuestos a volver al texto para resolver
cualquier problema de comprensión.
4. Pueden distinguir lo importante en los textos que leen.
Determinar qué es importante en una lectura es fundamental en el proceso
de comprensión. ¿Cómo se diferencia lo importante de lo que no lo es?
Williams (1986,b); Tierney y Cunningham (1984) y Winograd y Bridge (1986)
hacen una distinción entre lo que es importante para el autor y lo que es
importante para el lector. Los lectores determinan lo que es importante
para ellos dependiendo del propósito de su lectura (Pchert y Anderson,1977).
Casi todas las lecturas que se realizan en los salones de clases requieren
que los lectores determinen lo importante para el autor.
5. Resumen la información cuando leen.
Muchos estudios confirman la utilidad de resumir como una estrategia de
estudio y de comprensión de lectura.
6. Hacen inferencias constantemente durante y después de la lectura.
Uno de los hallazgos más comunes en los investigadores que estudian el
proceso de comprensión lectora es que el hacer inferencias es esencial
para la comprensión (Anderson y Pearson, 1984). Las inferencias son el
alma del proceso de comprensión y se recomienda que se utilicen desde los
primeros grados.
7. Preguntan
Que los docentes hagan preguntas como parte de las actividades de
comprensión es muy común, pero en cambio que los estudiantes sean quienes
generen las preguntas, no. Este proceso de generar preguntas, sobre todo
las que estimulan los niveles superiores del conocimiento, llevan a
niveles más profundos del conocimiento del texto y de este modo mejora la
comprensión y el aprendizaje (Andre y Anderson, 1979).
Existe una correlación entre las características de los lectores
competentes que nos presenta Pearson (1992) y las estrategias que
utilizan. Los investigadores recomiendan que éstas formen parte esencial
del currículo de la enseñanza de comprensión lectora.
La razón principal para enseñar estrategias de comprensión es que nuestros
estudiantes se conviertan en lectores autónomos y eficaces capaces de
enfrentarse a cualquier texto en forma inteligente. Enseñar estrategias de
comprensión contribuye a dotar a los alumnos de los recursos necesarios
para aprender. ¡Qué más puede desear un docente! El uso autónomo y eficaz
de las estrategias de comprensión que acabamos de mencionar va a permitir
a los estudiante
1. Extraer el significado del texto completo o de las diferentes partes
que lo componen.
2. Saber dirigir su lectura avanzando o retrocediendo en el texto para
adecuarlo al ritmo y las capacidades necesarias para leer correctamente.
3. Conectar los nuevos conceptos con los conocimientos previos para así
poder incorporarlos a sus esquemas. (Serra Capallera y Oller Barnada,
1977).
Ahora bien, de nada nos sirve conocer todo esto si vamos a continuar
enseñando tal y como lo hemos hecho anteriormente. Antes de pasar a ver
algunas de las estrategias, conviene hablar de un aspecto muy importante
que es imprescindible incorporar a nuestra práctica docentes: el modelaje.
El modelaje es sumamente importante en la enseñanza de la comprensión
lectora. El docente tiene que verbalizar los procesos internos que
intervienen en la construcción de significado y tiene que dar a conocer a
los estudiantes, mediante su ejemplo, qué deben hacer para controlar la
comprensión. El docente deberá detenerse después de la lectura de cada
párrafo para hacer predicciones de acuerdo con lo que el texto nos sugiere
y deberá explicar, además, en qué medida sus
predicciones se cumplieron o no y por qué. Es necesario que manifieste sus
dudas y confusiones con que se encuentra mientras lee, y cómo las
resuelve.
Explicar nuestros procesos internos puede se sumamente difícil. Pues no
nos damos cuenta que los realizamos y porque no estamos acostumbrados a
hablar sobre ellos. Pero sabemos que el aprendizaje de un procedimiento no
puede quedarse en la teoría, requiere sus demostración.
A la fase de modelar le sigue la de la participación del estudiante. Esta
pretende que primero de una forma más dirigida por el docente (formulando
preguntas, por ejemplo) y luego, progresivamente dando mayor libertad (con
preguntas abiertas) a que el estudiante participe en el uso de la
estrategia que le facilitará la comprensión del texto.
En esta fase el docente debe tener siempre presente que su meta es lograr
que sus estudiantes se conviertan en lectores competentes y autónomos. Ese
traspaso progresivo de responsabilidad al alumno es vital. No quiere decir
que el docente se va a inhibir completamente, sino que su papel es otro:
el de guía, facilitador del proceso de comprensión lectora.
Baumann (1985;1990), Robb (1996) y Johnson y Johnson (1986) han
desarrollado diversos métodos, aunque muy parecidos entre sí sobre cómo
enseñar las estrategias de comprensión. Mi recomendación, luego de
estudiar y evaluar sus métodos es la siguiente:
Paso 1 Introducción
El docente evalúa el conocimiento previo de los
estudiantes sobre la estrategia. Explica a los estudiantes el objetivo de
la estrategia y su utilidad para el proceso de comprensión lectora.
Paso 2 Demostración
El docente explica, describe y modela la estrategia que quiere enseñar.
Los estudiantes responden a preguntas y construyen la comprensión del
texto.
Paso 3 Práctica guiada
Los estudiantes leen un fragmento individualmente o en grupo. Ponen en
práctica la estrategia aprendida bajo la tutela del docente. Se recomienda
brindar a los estudiantes toda la práctica necesaria hasta que ellos
puedan demostrar que dominan la estrategia.
Paso 4 Práctica individual
El estudiante practica independientemente lo aprendido con material nuevo,
ya sea en la casa o en la clase.
Paso 5 Autoevaluación
El docente solicita a los estudiantes que autoevalúen sus ejecutorias.
Paso 6 Evaluación
El docente utiliza los datos que recopila de los trabajos que los
estudiantes realizan por su cuenta para evaluar
los procesos de enseñanza y aprendizaje. En otras palabras, saber si los
estudiantes dominan la estrategias.
Pasemos ahora a las estrategias de comprensión lectora:
Las inferencias
Uno de los hallazgos más comunes de los investigadores que estudian el
proceso de comprensión lectora es que el hacer inferencias es esencial
para la comprensión (Anderson y Pearson, 1984). Las inferencias son el
alma del proceso de comprensión y se recomienda enseñar al estudiantes a
hacerlas desde los primeros grados hasta el nivel universitario, si fuese
necesario. ¿Qué es una inferencia?
De acuerdo con Cassany, Luna y Sanz "es la habilidad de comprender algún
aspecto determinado del texto a partir del significado del resto. Consiste
en superar lagunas que por causas diversas aparecen en el proceso de
construcción de la comprensión"(p.218). Esto ocurre por diversas razones:
porque el lector desconoce el significado de una palabra, porque el autor
no lo presenta explícitamente, porque el escrito tiene errores
tipográficos, porque se ha extraviado una parte, etc. Los lectores
competentes aprovechan las pistas contextuales, la comprensión lograda y
su conocimiento general para atribuir un significado coherente con el
texto a la parte que desconoce. Por ejemplo, si desconoce el significado
de una palabra, leerá cuidadosamente y tratará de inferir el significado
de la misma en el contexto.
La formulación de hipótesis y las predicciones
La lectura es un proceso en el que constantemente se formulan hipótesis y
luego se confirma si la predicción que se ha hecho es correcta o no. Hacer
predicciones es una de las estrategias más importantes y complejas. Es
mediante su comprobación que construimos la comprensión. Solé (1994)
postula que las predicciones consisten en establecer hipótesis ajustadas y
razonables sobre lo que va a encontrarse en el texto, apoyándose en la
interpretación que se va construyendo del texto, los conocimientos previos
y la experiencia del lector. (p.121). Smith (1990) nos dice al respecto:
La predicción consiste en formular preguntas; la comprensión en responder
a esas preguntas"(p.109). Al leer, al atender a un hablante, al vivir cada
día, estamos constantemente formulándonos preguntas. En la medida en que
respondemos a esas interrogantes, en la medida en que no nos quedamos con
ninguna incertidumbre, estamos comprendiendo.
Cuando nos proponemos leer un texto, los elementos textuales (del texto) y
los contextuales (del lector) activan nuestros esquemas de conocimiento y
sin proponérnoslo anticipamos aspectos de su contenido. Formulamos
hipótesis y hacemos predicciones. sobre el texto (¿Cómo será?; ¿Cómo
continuará?; ¿Cuál será el final?) Las respuestas a estas preguntas las
encontramos a medida que vamos leyendo.
Lo que hemos anticipado, o dicho que va a suceder debe ser confirmado en
el texto y para esto es necesario buscar la
evidencia en el texto. No podemos inventar. Para lograr confirmar nuestras
hipótesis buscaremos pistas de todo tipo: gramaticales, lógicas y
culturales con tal de comprobarla la certeza de nuestra previsión. Cuando
hacemos predicciones corremos riesgos, ya que hacer una predicción no
implica exactitud en lo que formulamos. Cuando le pedimos a nuestros
estudiantes que formulen hipótesis y hagan predicciones, es necesario que
tengamos bien presente que el estudiante tiene que sentirse seguro de que
en el salón de clases puede correr riesgos sin el peligro de ser censurado
por aventurarse a hacer una predicción.
Al leer, al vivir cada día estamos constantemente formulándonos preguntas
y en la medida en que esas interrogantes son respondidas y en la medida en
que no nos quedamos con ninguna duda, estamos comprendiendo.
Muchas veces los problemas de comprensión de un texto que tienen nuestros
estudiantes radican precisamente en una predicción no confirmada que éstos
no recuerdan haber hecho, pero que condiciona la imagen mental de lo que
están leyendo. Las diferencias en interpretación de una misma historia es
evidencia de cómo proyectan sus propios conocimientos y sistemas de
valores en la comprensión del texto.
En ocasiones, cuando los estudiantes se dan cuenta del error no son
conscientes de dónde se ha producido la ruptura y no pueden rectificar.
Por eso si la información es presentada en el texto es coherente con las
hipótesis anticipadas, el lector las integrará a sus conocimientos para
continuar construyendo significado global del texto utilizando las
diversas estrategias. Es importantes no pasar por alto que hacer
predicciones motiva a los estudiantes a leer y a releer, y un diálogo
interno entre el lector y el escritor.
Formular Preguntas
Es muy importante estimular a los estudiantes a formular preguntas sobre
el texto. Un lector autónomo es aquel que asume responsabilidad por su
proceso de lectura y no se limita a contestar preguntas, sino también
pregunta y se pregunta. Esta dinámica ayuda a los estudiantes a alcanzar
una mayor y más profunda comprensión del texto. Por eso es necesario
formular preguntas que trasciendan lo literal y que lleven a los
estudiantes a los niveles superiores del pensamiento .Estas preguntas son
las que requieren que los estudiantes vayan más allá de simplemente
recordar lo leído.
Las investigaciones realizadas (Redfield y Rousseau, 1981; Andre, 1979 y
Gall, 1970) demuestran que los docentes que utilizan preguntas que
estimulan los niveles más altos del pensamiento promueven el aprendizaje,
ya que requieren que el estudiante aplique, analice, sintetice y evalúe la
información en vez de recordar hechos. Algunos ejemplos de este tipo de
pregunta son: ¿Cuán diferentes o parecidos son los dos personajes más
importantes de la obra?; ¿Cuál es el punto de vista del editorialista
sobre la legalización de las drogas?; ¿Crees que sería beneficioso
aumentar la jornada escolar a ocho horas? ¿Por qué?
Las preguntas que pueden sugerirse sobre un texto guardan relación con las
hipótesis que pueden generarse sobre éste y viceversa. Puede ser útil
hacer las preguntas a partir de las predicciones (e incluso al margen de
ellas). Es sumamente importante establecer una relación entre las
preguntas que se generan y el objetivo o propósito de la lectura. Si el
objetivo es una comprensión global del texto, las preguntas no deben estar
dirigidas a detalles. Obviamente, una vez se ha logrado el objetivo
principal, se pueden plantear otros.
La propia estructura de los textos y su organización nos ofrecen pistas
para formular y enseñar a los estudiantes a formular preguntas sobre el
texto. las preguntas.
K W L
Esta estrategia, desarrollada por Donna Ogle, toma su nombre de las
iniciales de las palabras en inglés que la definen: K (What do I know?
¿Qué sé?); W (What do I want? ¿Qué quiero aprender?); L (What have I
learned? ¿Qué he aprendido?). Estas preguntas llevan a los estudiantes a
activar el conocimiento previo y a desarrollar
interés por la lectura antes de comenzar a leer el texto.
Una manera de poner en práctica esta estrategia es la de entregar a los
estudiantes una hoja de papel en la que tendrán la oportunidad de
contestar las preguntas (las primeras dos) antes mencionadas antes de
iniciar la lectura. Para la primera pregunta que
es la que va dirigida a estimular el conocimiento previo del lector , el
estudiante escribe sobre lo que conoce del tema.
La segunda, que está montada sobre la primera, requiere que los
estudiantes hojeen el libro y escriban sobre lo que quieren saber o
conocer. De esta manera se promueve que los estudiantes establezcan un
propósito al leer y que deseen iniciar la lectura. Estas primeras dos
preguntas se pueden trabajar individualmente o en equipos. Luego de la
discusión en clase del texto, contestarán la tercera pregunta. Esta se
recomienda que se haga individualmente.
Si los estudiantes llevan una bitácora de la clase, la actividad se puede
llevar a cabo en ella.
Lectura rápida ("skimming")
La lectura rápida es la que se hace para buscar un dato concreto (un
nombre, una fecha, una cita, etc) que nos interesa conocer antes o después
de inicair una lectura. Es echar un vistazo sobre el texto con un
propósito específico.
Leer un capítulo rápido consiste en leer sólo la primera oración de cada
párrafo. Después de la lectura rápida, el lector puede identificar los
puntos más importantes y así establecer el objetivo de su lectura o el
trabajo sobre el texto que quiere realizar. Este proceso le sirve para
planificar su lectura intensiva del texto.
En ocasiones queremos saber si los textos que hemos seleccionado para leer
son verdaderamente pertinentes al tema que deseamos trabajar. Podemos
hacer una lectura rápida para determinar la meta y el propósito de la
lectura, antes de comenzar a leer detenidamente o descartarlo por no estar
directamente relacionado con nuestro tema.
Para concluir deseo hacer mías las palabras de Solé (1994) cuando dice:
"Leer es mucho más que poseer un caudal de estrategias. Leer es sobre todo
una actividad voluntaria y placentera y enseñar a leer debe tener esto en
cuenta."
Hilda E. Quintana, Ph. D.
www.psicopedagogia.com
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