¿Es ridículo
pretender mejorar?
Muchísima gente desea mejorar algún aspecto o la totalidad de su vida.
Pero ahora no estamos hablando de mejorar la educación o la propia salud.
Hablamos de un bienestar y una mejoría profunda, que está más allá de los
conocimientos sobre el mundo y el estado "neurótico" - o claramente no
deseable pero tolerable - que consideramos "normal". No está en el
conocimiento ni en la salud psicofísica la solución al problema que
subyace en la gran mayoría.
Por ejemplo, muy a menudo hallamos que existen individuos que pueden tener
muchísimo dinero, la mejor educación formal, pueden tener casi todo lo que
deseen, disponer de todos los recursos convencionales, y aún así ser
todavía infelices. Esto ocurre porque el mundo obedece a un diseño
completamente ajeno al concepto de felicidad relacionado con el "ser, el
estar y el hacer" que complace a algo mucho más sutil, orgánico y complejo
como lo es la propia consciencia. De hecho, la felicidad convencional que
perseguimos hipnóticamente, la que no alcanza para nada, es la felicidad
del "tener"; y ésta - si se consigue - es sin ningún planteo metafísico o
de consciencia, como sea que le llamemos.
Esta limitación que padecemos no es una cuestión necesaria, puede evitarse
si se lo desea; y tal vez sea necesario hacerlo porque es el verdadero
origen de toda la facilidad con la que se traspasan las defensas del
bienestar ajeno; los humanos nos transformamos en parásitos - en un
sentido estricto - de otros humanos, ya que obtenemos nuestro bienestar a
través de las energías y recursos del otro.
Si no existen necesidades materiales asociadas al planteo y apelación a la
consciencia, somos nuestros propios depredadores, sólo respetamos lo que a
nosotros nos importa, y sólo nos importa tener. Así, se hipervalora el
tener y así nos hacemos víctimas unos de otros. Qué valor podría tener la
consciencia si bueno es equivalente a correcto y correcto es benéfico para
uno después de haberle despojado todo otro sentido que no sea el "tener"
conocimientos y/o recursos.
Y en el modelo de civilización en el que caemos la mayoría sentimos que no
hay tiempo real para dedicarse a la felicidad de ser, estar y hacer.
Vamos en pos de la felicidad del tener, y nunca llegamos a ella. Todo gira
alrededor del tener, toda la civilización gira alrededor del tener. Y el
tener, claro está, no siempre es posible, aunque la mayoría realizamos
sacrificios y esfuerzos en tal dirección. Llegado el momento, tal vez
caemos en la cuenta de que lo que hemos alcanzado no satisface ni
estábamos orientados como ahora quisiéramos haberlo estado.
Si dedicamos tiempo y esfuerzo "normal" en la dirección de tener, notamos
que realmente no podemos relajarnos para hacer lo que nos place ni podemos
estar donde nos place. Y, lamentablemente, lo notamos cuando estamos
demasiado involucrados con el objetivo que el modelo del mundo mental en
el que vivimos impone gradualmente.
El mundo no cambia tanto como cambia nuestra percepción del mismo.
Gradualmente, se conforma una "realidad" en nuestra experiencia del mundo
que ni prevé ni requiere de nuestro bienestar existencial. Se trata de
cuánto se puede llegar a tener, no de lo que podamos llegar a ser.
Llegamos al punto de dar por sentado que venimos al mundo con unas
posibilidades muy bien definidas. Y nada podría ser más falso. Logramos lo
que podemos y aún en el máximo nivel de cumplimiento de nuestros deseos de
tener, no llegamos a un nivel satisfactorio.
No es criticable intentar mejorar en todo aquello que esté orientado a
tener conocimientos y recursos; y creemos que es criticable intentar
mejorar en el tener sin apelar a la consciencia.
Y, por supuesto, no creemos que sea ridículo intentar mejorar en todo
aquello que tiende al bienestar de nuestra consciencia. Amplitud y
bienestar de consciencia quizás deberían ser los principales objetivos de
toda cultura. El modelo del mundo en el que vivimos no requiere de ello,
no esperemos hallar amplitud y bienestar de consciencia en las
oportunidades que nos brinda para lograr objetivos más convencionales.
Es nuestra actitud hacia la existencia del problema lo que hace la
diferencia. Por tal motivo no es ridículo intentar obtener amplitud y
bienestar de consciencia. Esa actitud orientada a la superación personal
debemos desarrollarla. Y consideramos fundamental el objetivo del
autoconocimiento reflexivo, indispensable para comenzar a redireccionar
inteligentemente a nuestras energías y recursos.
Patricio J. Vargas Gil
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