Mentalidad
demoledora
¿Cuántas veces ha tenido que hacer un trabajo, y luego rendir cuentas a
algún imbécil que habría sido incapaz de hacer ese mismo trabajo, pero que
se las había arreglado para situarse en una posición que le permitía
criticarle?
Es algo que sucede constantemente.
Ese tipo de personas tienen este defecto, y hacen todos los esfuerzos
posibles para situarse en una posición que les permita utilizar el defecto
sin peligro alguno.
Son incapaces de dar un trabajo por terminado si éste se ha realizado
antes de llegar a ellos; y sin embargo, todo lo que pueden hacer cuando
ven nuestro trabajo es criticar nuestros planes.
Carecen de la capacidad para ver cómo podrían ser las cosas, y sólo ven
cómo no deberían ser.
Mi padre era un "buscador de terror" declarado. Dirigía una empresa de
pompas fúnebres, de modo que no tenía ninguna duda acerca de cómo acaba
nuestro cuerpo al final de nuestra vida. Pero también era un cínico, que
encajaba literalmente en la descripción de H.L. Mencken: "Un cínico es un
hombre que, cuando huele a flores, mira a su alrededor buscando un ataúd".
Tal vez fuese deformación profesional, pero hay un montón de gente así que
no tiene nada que ver con este negocio. Tienen una mentalidad demoledora.
Son incapaces de crear nada: va contra su naturaleza. Han criticado tanto
y tan a menudo que mostrarse comprensivos les hace sentirse mal.
Normalmente la crítica alcanza su punto culminante en el período previo a
la adolescencia, cuando el niño empieza a descubrir que sus padres también
pueden cometer errores.
Los padres caen de su pedestal, y el niño se convierte en hipercrítico. La
mayoría de los padres pasan por eso: dejan de ser dioses para sus hijos
para ser simples mortales.
Gracias a Dios, se trata sólo de algo transitorio.
Si esto no disminuye y se convierte en autoestima y curiosidad por la
vida, es que este individuo tiene madera de hipercrítico. Para esta
persona resulta casi imposible aprender nada. ¿Recuerda al cínico o al
escéptico de su clase? Estaba tan apagado emocionalmente que su cerebro no
podía aceptar ideas nuevas sin tratar de averiguar que había en ellas de
equivocado.
Demoler una idea o un sueño de alguien sin antes haberlo probado
constituye una tragedia. Imagínese que alguien le hubiera dicho a Neil
Armstrong: "No puedes ir a la Luna. Eso es una estupidez, Neil. Sé
realista".
Los ladrones de sueños están en bancarrota moral y emocional. Están
congelados en el tiempo, justo antes del presente, deseando
desesperadamente que sus críticas sean acertadas. ¡Dios les libre de tener
que soportar ideas nuevas y creativas!
L. A. Tartaglia, Psiquiatra
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