Falsa objetividad
Es totalmente falaz la idea de que la educación desatinada de la
gente - entrenamiento en ideas que son irrealizables, informándoles
mentiras y dándoles teorías que no funcionan - es una rutina establecida
únicamente para los individuos más ignorantes de un estrato social
caracterizado por la pobreza y la falta de educación.
Es tan falsa esa
idea que nos parece un OVNI de cartón pintado.
Es posible que para la mayoría de las personas, lo que nos enseñan, dentro
y fuera del propio hogar, esté algo producido.
Con nuestra ingenua participación o sin ella, las medias verdades o medias
mentiras se establecen de manera tal que se reproducen en todos los
niveles sociales. Probablemente haya muchas falsedades implantadas a lo
largo del camino de desarrollo y formación que recorre cada nueva
generación. El grado en el que ocurre la educación desatinada y la
manipulación mental podría ser tan intenso como se quiera y pueda
imaginar. Pero para poder ver esto en toda su extensión, tendríamos que
deshacernos de toda la hipocresía que podamos.
La comunicación de patrañas y errores tendría sentido porque el mundo
se vive como guerra. Mejor dicho, todavía el mundo se vive como
guerra. Pero también es indiscutible que las mentiras acumulándose
aumentan los niveles de frustración; y lo incorrecto acumulándose, tarde o
temprano, provoca la desesperación de la gente. Eso se canaliza
cándidamente con el circo mediático, los espectáculos deportivos, los
fanatismos raciales, los cultos extremos, etcétera. Lo cual, de todas
maneras, refuerza a la desesperación y la frustración.
Mentiras, medias mentiras e incorrecciones, se transmiten continuamente en
todos los estratos sociales. Los pobres y analfabetos son la porción menor
de los que tienen masaje cerebral garantizado hasta la mayoría de
edad. Después de la manipulación mental infiltrada en la educación dentro
y fuera del hogar, los jóvenes se convierten en lo que se conoce como el
"adulto medio". Un ser paradójico que no tiene más ideales y que se ha
desilusionado completamente; que es cínico y sospecha de todo, y sospecha
tanto que sospecha un motivo perverso detrás de cualquier comunicación
normal. Y en vías de transformarnos en ese "adulto medio" ni sospechábamos
del masaje mental que estábamos recibiendo.
Lamentablemente, una verdad parcial puede ser tan devastadora como una
mentira absoluta. La mayoría de la chatarra mental, casi siempre está
presente donde están los medios: los personajes entran y exponen acerca de
un tema y después de ello vienen o se van las esperanzas, las inversiones
o las oportunidades…
A su vez, es muy fácil engañarse y engañar a otros; aún sin intención. Sí
todo el sistema que nos sostiene está basado en la permanente manipulación
mental, dentro y fuera de nuestros hogares, entonces no existen clases o
estratos caracterizados por estar formados de una mayoría de personas
objetivas. Esa sería una clase de personas bastante "fantasmagórica".
El lema detrás de toda esta falsa objetividad podría ser "No observes por
ti mismo, algún otro ya lo ha hecho antes". Así pues, para el momento en
que hayamos alcanzado la edad del "adulto medio", posiblemente no
sabríamos observar. No podríamos restaurar nuestras mentes sin ayuda.
Tendríamos que leer la opinión de algún otro, etcétera. Tu experiencia
dependería siempre de la experiencia "objetiva" de un "fantasma".
Como consecuencia de la educación desatinada, al igual que en las campañas
de desinformación, es muy extraño hallar gente que pueda levantarse por
encima de la mala información y pueda observar y asimilar la buena
información que también existe. ¿Acaso esa habilidad no es una capacidad
extraordinaria en esta sociedad?
Las malas ideas mueren de muerte natural y lo harían más rápidamente si
hubiera una mayor capacidad de percepción medianamente distribuida en toda
la sociedad; con la capacidad de observar y de ver lo que hay, por
nosotros mismos, alcanzamos el nivel básico indispensable para cualquier
intento de Educación Mental. El negarse a procesar chatarra es un muy
saludable primer objetivo.
Patricio J. Vargas Gil
pvargasgil@mentat.com.ar
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