Cuando lo
nuevo llama a tu puerta... ¡ábrela!
Lo nuevo no es familiar Podría ser un amigo o un enemigo,
¿quién sabe? ¡Y no hay ninguna forma de saberlo!
La única forma de saberlo es permitirlo,
por eso surge el temor, el miedo.
LO NUEVO no viene de ti, viene del más allá. No forma parte de ti. Estás
arriesgando todo tu pasado. Hay una discontinuidad entre lo nuevo y tú,
por eso tienes miedo. Has vivido de una manera, has pensado de una manera,
has creado una vida cómoda alrededor de tus creencias. Entonces llama algo
nuevo a tu puerta. Ahora el patrón de tu pasado se verá perturbado. Si
permites que entre lo nuevo nunca volverás a ser el mismo, lo nuevo te
transformará.
Es arriesgado. No sabes hasta dónde puedes llegar con lo nuevo. Lo viejo
es conocido, familiar; has vivido con ello desde hace mucho tiempo, estás
familiarizado con ello. Lo nuevo no te resulta familiar. Puede ser un
amigo o un enemigo, ¿quién sabe? ¡Y no hay forma de saberlo! La única
forma de saberlo es permitirlo, por eso surge el temor, el miedo.
Tampoco puedes seguir rechazándolo, porque lo viejo sigue sin darte lo que
buscas. Lo viejo te promete, pero no cumple su promesa. Lo viejo es
conocido pero miserable. Lo nuevo puede ser incómodo pero al menos hay una
posibilidad, te puede proporcionar felicidad. De modo que no puedes
rechazarlo pero tampoco puedes aceptarlo; por eso vacilas, tienes miedo y
surge una gran ansiedad en tu ser. Es natural, no pasa nada raro. Siempre
ha sido así y siempre será así.
Intenta comprender la llegada de lo nuevo. Todo el mundo quiere volver a
ser nuevo, porque nadie está satisfecho con lo viejo. Nadie puede estarlo,
porque sea lo que sea, ya lo conoces. En cuanto lo conoces se vuelve
repetitivo; en cuanto lo conoces se vuelve aburrido, monótono. Quieres
librarte de ello. Quieres explorar, quieres tener aventuras. Quieres
volver a ser nuevo, pero, sin embargo, cuando lo nuevo llama a tu puerta
te acobardas, te encoges, te escondes en lo viejo. Éste es el dilema.
¿Cómo vuelves a ser nuevo? Todo el mundo quiere ser nuevo. Necesitas tener
coraje, y no un coraje ordinario; necesitas tener un coraje
extraordinario. El mundo está lleno de cobardes, por eso ha dejado de
crecer la gente. ¿Cómo vas a crecer si eres un cobarde? Cuando tienes una
oportunidad te acobardas, cierras los ojos. ¿Cómo vas a crecer? ¿Cómo vas
a ser? Sólo finges ser.
Ya que no puedes crecer tienes que encontrar crecimientos sustitutos. No
puedes crecer pero tu cuenta en el banco sí, es un sustituto. No hace
falta tener coraje, se ajusta perfectamente a tu cobardía. Tu cuenta de
banco sigue creciendo y crees que estás creciendo tú. Te vuelves más
respetable. Tu nombre y tu fama siguen creciendo ¿y piensas que estás
creciendo? Sólo te estás engañando. Tú no eres tu nombre, tú no eres tu
fama. Tu cuenta de banco no es tu ser. Pero si piensas en el ser empiezas
a temblar, porque para crecer tienes que renunciar a la cobardía.
¿Cómo volvemos a ser nuevos? No nos renovamos espontáneamente. La novedad
viene del más allá, es decir, de Dios. La novedad viene de la existencia.
La mente siempre es vieja. La mente nunca es nueva, es una acumulación del
pasado. La novedad viene del más allá, es un regalo de Dios. Viene del más
allá y es del más allá.
Lo desconocido y lo incognoscible, el más allá, tienen acceso a ti. Tienen
acceso a ti porque no estás sellado ni separado; no eres una isla. Puede
que te hayas olvidado del más allá, pero el más allá no se ha olvidado de
ti. El niño puede olvidarse de la madre, pero la madre no se olvida del
niño. La parte puede empezar a pensar: «Estoy separada», pero la totalidad
sabe que no estás separado. La totalidad tiene acceso a ti. Todavía está
en contacto contigo. Por eso, aunque tú no le des la bienvenida, lo nuevo
sigue llegando. Llega de miles de maneras. Si tienes ojos para ver, te
darás cuenta que está llegando constantemente.
La existencia te está colmando de regalos, pero estás anclado a tu pasado.
Estás en una especie de tumba. Te has vuelto insensible. Por culpa de tu
cobardía has perdido la sensibilidad. Ser sensible quiere decir que
sientes lo nuevo, la emoción de lo nuevo; nacerá en ti una pasión por lo
nuevo y por la aventura, empezarás a adentrarte en lo desconocido, sin
saber adónde vas.
La mente cree que esto es una locura. La mente cree que no es racional
abandonar lo viejo. Pero Dios siempre es lo nuevo. Por eso, cuando hablas
de Dios, no se puede usar el pasado o el presente. No se puede decir:
«Dios era», ni se puede decir: «Dios será. » Sólo se puede usar el
presente: «Dios es». Siempre es nuevo, siempre es virgen. Y tiene acceso a
ti.
Recuerda, todo lo nuevo que aparece en tu vida es un mensaje de Dios. Si
lo aceptas eres religioso. Si lo rechazas eres irreligioso. Para aceptar
lo nuevo, para que lo nuevo pueda entrar, el hombre necesita relajarse un
poco, abrirse un poco más. Ábrele paso a Dios para que entre en ti.
Éste es el significado de oración o meditación... te abres, le dices sí,
le dices: «Entra.» Dices: «He estado esperando desde hace mucho tiempo y
estoy agradecido que hayas venido. » Recibe siempre lo nuevo con una gran
alegría. Aunque a veces te produzca algún inconveniente, sigue valiendo la
pena. Aunque a veces te metas en un hoyo, sigue valiendo la pena, porque
sólo se aprende a través de los errores, y sólo se crece a través de las
dificultades. Lo nuevo conlleva dificultades. Por eso escoges lo viejo,
porque no tiene dificultades. Es una consolación, un refugio.
Sólo lo nuevo, aceptado profunda y totalmente, puede transformarte. No
puedes introducir lo nuevo a tu vida; lo nuevo llega. Puedes aceptarlo o
rechazarlo. Si lo rechazas serás como una piedra, cerrada y muerta. Si lo
aceptas te conviertes en una flor, empiezas a abrirte... y en ese abrirse
hay celebración.
Sólo te puede transformar la llegada de lo nuevo, no puedes transformarte
de ninguna otra manera. Y ten en cuenta que no tiene nada que ver contigo
ni con tus esfuerzos. Pero no hacer nada no es dejar de actuar, sino
actuar sin voluntad, dirección ni impulso de tu pasado. La búsqueda de lo
nuevo no puede ser una búsqueda corriente, puesto que es nuevo, ¿cómo
puedes buscarlo? No lo conoces, nunca lo has visto. Buscar lo nuevo es una
exploración abierta. No sabes. Hay que comenzar desde un estado de no
saber, moverse con la inocencia de un niño, emocionado por las
posibilidades... y las posibilidades son infinitas.
No puedes hacer nada para crear lo nuevo, porque todo lo que hagas procede
de lo viejo, es del pasado. Pero eso no quiere decir que tengas que dejar
de actuar. Es actuar sin voluntad, sin dirección ni impulso de tu pasado.
Actuar sin voluntad, sin dirección ni impulso de tu pasado es actuar
meditativamente. Actúa espontáneamente. Deja que lo decida el momento.
No impongas tu decisión, porque la decisión procede del pasado y destruirá
lo nuevo. Actúa espontáneamente, como un niño. Abandónate absolutamente al
momento, y verás que cada día se abren nuevas cosas, nueva luz, nuevas
percepciones. Y esas percepciones te irán cambiando. De repente, un día te
darás cuenta de que eres nuevo en cada momento. Ya no arrastras lo viejo,
ya no te envuelve como si fuese una nube. Eres como una gota de rocío,
joven y fresca.
Éste es el verdadero sentido de resurrección. Si lo entiendes te liberarás
de la memoria, es decir, de la memoria psicológica. La memoria es una cosa
muerta. La memoria no es la verdad ni puede serlo, porque la verdad
siempre está viva, la verdad es vida; la memoria es la persistencia de lo
que ya no existe. Es vivir en un mundo de fantasmas, pero nos contiene, es
nuestra prisión. De hecho, somos nosotros. La memoria origina el problema,
ese conjunto que recibe el nombre de «Yo», el ego. Naturalmente, esa falsa
entidad llamada «Yo» está constantemente atemorizada de la muerte. Por eso
tienes miedo a lo nuevo.
Ese «yo» tiene miedo, pero tú no. El ser no tiene miedo, pero el ego tiene
miedo porque tiene mucho miedo a morir. Es artificial, es arbitrario, ha
sido construido. Puede desbaratarse en cualquier momento. Cuando entra lo
nuevo, surge el miedo. El ego tiene miedo, puede desbaratarse. Ha
conseguido mantenerse unido en una sola pieza, y ahora llega algo nuevo...
que puede hacerlo añicos. Por eso no aceptas lo nuevo con alegría. El ego
no puede aceptar con alegría su propia muerte, ¿cómo va a aceptar con
alegría su muerte?
Hasta que no comprendas que no eres el eco, no serás capaz de recibir lo
nuevo. Cuando te des cuenta de que el ego sólo es tu memoria del pasado y
nada más, que tú no eres tu memoria, que la memoria es como un
biocomputador, una máquina, un aparato, es funcional pero tú estás por
encima... Tú eres conciencia y no memoria. La memoria está contenida en la
conciencia, pero tú eres la conciencia misma.
Por ejemplo, ves a alguien andar por la carretera. Recuerdas la cara pero
no recuerdas su nombre. Si fueses la memoria deberías acordarte también
del nombre. Pero dices: «Reconozco esa cara pero no recuerdo el nombre. »
Entonces, empiezas a buscar en tu memoria, entras en tu memoria, miras por
este lado y por aquel otro y, de repente, aparece el nombre y dices: «Sí,
ése es el nombre. » La memoria es tu registro. Tú eres el que mira en el
registro, no eres la memoria misma.
Cuando estás demasiado tenso intentando recordar algo, con frecuencia se
vuelve difícil, porque la misma tensión y esfuerzo de tu ser no le permite
a la memoria darte la información. Te esfuerzas por recordar el nombre de
alguien pero no te sale, aunque digas que lo tienes en la punta de la
lengua. Sabes que lo sabes, pero sigues sin recordar el nombre.
Esto es extraño. Si tú eres la memoria, ¿quién te está impidiendo
recordarlo y cómo es que no te sale? Y ¿quién es el que dice: «Lo sé, pero
no me sale»? Cuanto más lo intentas recordar más difícil se vuelve.
Después, harto de todo, vas al jardín a dar un paseo y, de repente,
mirando un rosal, aparece, lo recuerdas.
Tú no eres tu memoria. Tú eres conciencia, la memoria es el contenido.
Pero la memoria es la energía vital del ego. La memoria, por supuesto, es
vieja y tiene miedo de lo nuevo. Lo nuevo podría desestabilizarla, podría
no asimilarlo. Lo nuevo podría causar problemas. Tendrás que cambiar y
volver a adaptarte. Tendrás que reajustarte. Eso es complicado.
Para ser nuevo necesitas desidentificarte del ego. Cuando te has
desidentificado del ego ya no te importa si está vivo o muerto. De hecho,
tanto si está vivo como si está muerto, sabes que ya está muerto. Sigue
siendo un mecanismo. Utilízalo pero que no te utilice. El ego tiene miedo
a la muerte porque es inconsistente, por eso surge el temor. No surge del
ser; no puede surgir del ser, porque el ser es vida, ¿cómo puede la vida
tener miedo a la muerte? La vida no sabe nada de la muerte. Surge de lo
arbitrario, de lo artificial, surge de lo que se ha fabricado de algún
modo, de lo falso, de lo fingido. Y, sin embargo, ese dejarse ir, esa
muerte, es lo que hace estar vivo al hombre. Morir al ego es nacer al ser.
Lo nuevo es un mensajero de Dios, es un nuevo mensaje de Dios. ¡Es un
Evangelio! Escucha lo nuevo, adáptate a lo nuevo. Sé que tienes miedo. A
pesar de tu miedo, déjate llevar por lo nuevo, tu vida se enriquecerá y un
día serás capaz de difundir tu esplendor aprisionado.
Osho, Coraje.
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