Pensar el tiempo
No es habitual considerar que al procesar información también estamos
procesando tiempo. Sin embargo, la relación entre cantidades y condiciones de tiempo e
información es altamente significativa; por ejemplo: en el tiempo de
reacción, la observación oportuna, la permanencia de la memoria, el ritmo
de aprendizaje, etcétera.
Todo nos indica que hay una amplia gama de tiempos relacionados con la
observación, la reflexión y la imaginación. Incluso tenemos una percepción
subjetiva del tiempo: según la calidad de nuestros pensamientos el tiempo
puede ser "lento" o "rápido".
Cualquier aspecto de nuestra actividad mental tiene relación evidente con
el tiempo, y de muchas maneras. Podemos imaginar algo que pasó, algo que
ocurre ahora o algo que ocurrirá en el futuro. Lo que es (tiempo
presente), lo que debe ser (pasado, presente y futuro) y lo que puede ser
(en el pasado, en el presente y/o en el futuro) atañe a las observaciones,
las deducciones y las hipótesis.
Proyectar y planificar, organizar y memorizar se basan en el tiempo
futuro. Los desafíos, los problemas, las dudas o los proyectos, se
resuelven pensando en el futuro: hay anticipación, hay previsión, visión
de objetivos. La realización deseada primero tiene que estar en nuestra
mente, imaginando que ocurre ahora. Nuestro proceso de cambio está
orientado en el presente hacia un futuro deseado y alcanzable. El futuro
tiene que "estar ahora" para poder darse luego.
La relación existente entre la autoestima y el compromiso con la acción
también implican el procesamiento de tiempo. Por ejemplo: quienes están
sometidos a una rutina sienten que nada cambia, que todo es y será igual.
Quienes se sienten estancados, sin progreso o sin poder adaptarse, están
atrapados por el presente o el pasado. Quienes así se sienten tienen menos
capacidad para realizar esfuerzos oportunos y eficaces. Vemos también que
la autoestima se relaciona con las demás condiciones del tiempo: lo que
nos pasó, lo que nos pasa y lo que creemos que nos pasará. De acuerdo a
ello será nuestra capacidad de actuar.
Recordar sólo tiene sentido respecto al pasado. Entre lo ya dado en la
experiencia y lo que es nuevo siempre hay un espacio que rellenar, una
tarea que realizar y un medio para ello; y eso es como estar montados en
el mismo tiempo. La maduración en el pensamiento implica experiencia, y
esto significa tiempo pasado.
La concentración y la capacidad de observación transcurren en el presente.
La flexibilidad y la fluidez de nuestro pensamiento y de nuestras ideas
dependen de la ventilación y el estímulo, aquí y ahora. La soltura debe
ser en tiempo presente, evolucionando desde el pasado y pensando en el
futuro.
Evidentemente tiempo y actividad mental están relacionados, tal como
cualquier otra cosa lo está con el tiempo. Sin embargo, lo obvio que se
nos escapa permanentemente es que el tiempo relacionado naturalmente con
un tipo de actividad mental no es siempre el tiempo más adecuado para tal
actividad mental. Así, el tiempo más adecuado para percibir con eficacia
siempre es el presente; el tiempo más adecuado para reflexionar con
provecho siempre es el presente y el tiempo más adecuado para imaginar
siempre es el presente.
Ensoñar es estar continuamente desplazados del tiempo presente y existen
demasiados elementos en nuestras vidas que inducen a ello. El presente
mental es un fuego que debemos mantener encendido continuamente, el menor
descuido implica perder su luz. Este aspecto esencial del autodominio
implica un trabajo voluntario intenso, pero el resultado es mucho más
valioso que el esfuerzo que hagamos.
Patricio Jorge Vargas Gil
patriciovargas@mentat.com.ar
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