Problemas de comunicación - El resentimiento

 

El resentimiento surge cuando no aceptamos las cosas que no podemos cambiar.

Cuando nuestras conversaciones internas (nosotros diciéndonos cosas a nosotros mismos) están basadas sólo en juicios personales, el resentimiento encuentra terreno fértil en nuestra mente; pensamos que somos victimas de las circunstancias, de las injusticias, y siempre aparecerá un culpable de lo que nos sucede: la vida, la gente, la situación, la política.

Al emitir estos juicios, inconscientemente también hacemos una declaración de venganza: "tarde o temprano la persona que cometió esta injusticia me las va a pagar". El resentimiento se acerca a la ira pero, a diferencia de esta, el resentimiento crece en el silencio y rara vez se manifiesta.

Estas conversaciones internas se desarrollan cuando reprimimos nuestra ira o reclamo y no los hacemos públicos; y eso es lo que alimenta al resentimiento, emitiendo juicios en un círculo vicioso. Ej. "Para que voy a hablar, si no me van a comprender". "Si digo esto, me voy a meter en más problemas". Quedamos así atrapados en un juicio de imposibilidad, impotentes para modificarlo.

El resentimiento se alimenta de promesas o de expectativas legítimas no cumplidas, de celos y de envidia. Estas cosas pareciera que nos confieren el derecho a esperar de los demás o de las circunstancias un determinado comportamiento para con nosotros. Al no resultar las cosas como esperábamos se generan conversaciones internas y juicios, llenos de resentimiento.

Las personas que viven en el resentimiento no tienen paz, felicidad ni alegría verdaderas; viven afectadas por el sufrimiento que este les produce, limitadas para accionar e incubando mayor resentimiento.

Cuando otra persona tiene resentimiento hacia uno, nos lleva a movernos en terreno hostil, dado que tarde o temprano la otra persona buscará la posibilidad de venganza. Esto se puede dar en todos los ámbitos, haciendo que la convivencia, productividad y calidad de vida se vean afectadas.

El resentimiento esclaviza, profundiza nuestra impotencia y se transforma en amo de nuestros pensamientos. Nos hace vivir en función de esa persona con la que estamos resentidos; la injusticia se transforma en obsesión y nos lleva a movernos a la espera de la oportunidad de picar al otro con nuestro veneno.

Para no caer en este juego perverso es necesario saber perdonar. Si queremos tener una buena comunicación con una persona con la cual creemos tener un problema es necesario revisar nuestros juicios hacia esa persona. Y si es necesario, darle voz a nuestros reclamos. La comunicación es el antídoto que necesitamos.

Verónica Cerón -International Trainer NLP

vceron@mentat.com.ar


 

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Última modificación de la página:28/07/2003

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