Voluntad y corrección
Sin interés o intención, no se piensa ni se
atiende en el verdadero sentido de las palabras.
Ambos aspectos sólo pueden modularse con voluntad y actitud; ya que para
obtener los mejores cómputos nuestro cerebro depende de la voluntad
aplicada.
Nuestro cerebro es análogo a una "Pentium 10", pero sin este factor
- la
voluntad o intención aplicada - terminamos utilizándolo como si fuese una
calculadora de bolsillo.
Afortunadamente, esto se puede observar con claridad
puesto que nuestra capacidad
para autodominarnos siempre refleja nuestra capacidad para aplicar intención: Como
niños aprendemos - o no - a autoimponernos la demora entre nuestros deseos
y su satisfacción; como adultos esto se continuará naturalmente con la
capacidad que tengamos para regularnos ante los impulsos, tendencias,
hábitos y vicios que a todos nos afectan. Y quienes tienen mayor
autodominio, mejor utilizan su "Pentium biológica".
Por otra parte, nadie alcanza nada que no tenga previamente en la mente:
sea aquello que consideremos como la verdad, lo correcto o lo útil.
Nuestros objetivos siempre se relacionan con alguna de estas cosas.
Paradójicamente, la mente se puede desviar debido a la necesidad de la
verdad y la corrección. Si la vida dependiera de la precisión el planeta
estaría desierto. La vida requiere respuestas prácticas pero la cultura
nos enseña a buscar respuestas correctas. Si no sostenemos continuamente
la lucidez nuestra búsqueda de corrección nos dejará sólo con el error.
Lo útil es prioritario para la vida; lo verdadero y lo correcto lo son
para la cultura. Dado que vivimos "en una cultura" es difícil mantener el
equilibrio.
El sentido común requiere que estemos alerta para no desvirtuar a la
verdad con los fines prácticos ni descartar a lo útil por idealizar lo
posible.
Y parece que nada de esto es posible sin la
voluntad de estar al mando de nuestra "Pentium".
Patricio Vargas Gil
patriciovargas@mentat.com.ar
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