Cómo
desarrollar la voluntad en nuestros hijos de 2 a 10 años
¿Qué es la voluntad? ¿Cómo puedo ayudar a mi hijo a construirla? ¿Está
relacionada con la inteligencia? En el largo camino que deben recorrer
padres e hijos, la voluntad entabla un diálogo, a veces de sordos, entre
autonomía incipiente y dependencia necesaria. Su mayor o menor comprensión
dependerá en gran medida de la capacidad de escucha del adulto y de las
oportunidades de construcción de la propia voluntad que el niño tenga en
sus primeros años.
A todos los padres nos gusta tener hijos voluntariosos y esforzados.
Constantes en lo que emprenden y siempre dispuestos a aplicarse en sus
objetivos hasta lograrlos. Aunque deberíamos plantearnos si dedicamos el
suficiente esfuerzo a construir en ellos la tan preciada voluntad.
El niño pequeño es un perseverante nato. Él puede repetir y repetir un
nuevo aprendizaje tantas veces como sea necesario para su adquisición. De
hecho, esa es una de las características principales de todo niño en sus
primeros años de vida: repetir y repetir acciones aparentemente sin
sentido. Con ello logra dominar nuevas habilidades, adaptándose y
respondiendo al mundo que le rodea. Pero esta conducta apenas está
dirigida por la voluntad.
¿Cuando comienza el desarrollo de la voluntad en nuestro hijos?
Durante sus dos primeros años de vida, el niño expresa necesidades que
deben ser satisfechas desde el exterior. A partir de los dos años es
cuando el niño empieza a mostrar conductas que demuestran una incipiente
conciencia de sí mismo. Es a partir de entonces que podemos empezar a
hablar de construcción de la voluntad dado que el niño comienza a
descubrir su individualidad. Y es con el individuo que surge la necesidad
de una voluntad que dirija la conducta. Nos encontramos entonces con un
niño que ha descubierto el "no" como respuesta. Es el período de la
"guerra de la cuchara" donde nuestro hijo manifiesta su incipiente
personalidad a cualquier precio.
En este proceso constructivo que el niño realiza en interacción con su
medio familiar y social, el lenguaje es el vehículo que permite a la madre
o padre conducir la conducta desde una dependencia completa de los
dictados del adulto a una autonomía imprescindible para el crecimiento. La
voluntad del niño se encuentra aún en la etapa de la heteronomía (cuando
la voluntad está determinada por algo exterior a ella misma) y debe ser
conducida a lo largo de la primera infancia hacia una autonomía que le
permita aplicar su inteligencia a lograr lo mejor para sí mismo en todas
las circunstancias.
¿Qué podemos hacer los padres para facilitar esta imprescindible
construcción de la voluntad en nuestro hijo pequeño?:
• Propiciar el juego simbólico con muñecas, disfraces, cochecitos,
animales, etc. Por medio de estos juegos, nuestro hijo podrá ser el papá
que le dice al niño: "Tienes que lavarte las manos para ir a almorzar",
reproduciendo a través del juego y por lo tanto asumiendo su propia
situación de voluntad heterónoma. Podrá ser también el niño quien decide
(acto de la voluntad autónoma) ir a lavarse las manos porque es la hora de
almorzar. Recordemos que para el niño pequeño no hay todavía diferencia
entre la realidad y la ficción y que las experiencias a través del juego
le permiten integrar y comprender las reglas del mundo que está empezando
a comprender.
• Tener paciencia y respetar el desarrollo de nuestro hijo sabiendo que
ninguna etapa es eterna. La crisis de oposición que acontece alrededor de
los dos años puede ser complicada para los padres, pero para el desarrollo
posterior del niño es totalmente imprescindible. Aprendamos a escuchar
realmente a nuestros hijos. Evitemos dejarnos llevar por la presión del
momento, el exceso de trabajo o la falta de tiempo. Ellos a menudo tienen
un ritmo muy distinto del que nosotros llevamos o debemos llevar. Demos
espacio al aprendizaje y pensemos que el fracaso lleva a una nueva
oportunidad de triunfo si estamos atentos, somos optimistas y estamos al
lado de nuestros hijos para ayudar.
• Estimular un lenguaje comprensivo y abierto, que tenga el diálogo como
principio de convivencia. Recordemos que la autoridad y el autoritarismo
son cosas muy distintas (ver artículo "Cómo ejercer una autoridad
positiva". Si imponemos siempre nuestra voluntad sobre la del niño
retrasaremos o anularemos la aparición de la propia regulación de la
conducta.
• Ayudar al niño a construir el diálogo interno que le va a permitir
desarrollar conductas de control de los impulsos, conductas todas ellas
imprescindibles para la construcción de la voluntad. En los primeros años
es el adulto quien los regula mediante la educación, posteriormente deberá
el niño progresivamente asumir el propio control. Como dijo Vigotsky: "El
lenguaje, además de permitir al sujeto construir el mundo, le permite
tomar posesión de sí mismo".
Hablemos con él de las experiencias vividas, de las decisiones tomadas, de
cómo se sintió en una situación dada, de cómo se sienten otros niños en
situaciones que él conozca. De manera que tenga muchas oportunidades de
apreciar que él puede decidir, hacer cosas mediante el diálogo consigo
mismo y que sus actos tienen consecuencias que le afectan a él y a otros.
¿Qué podemos hacer los padres para facilitar esta imprescindible
construcción de la voluntad en nuestro hijo pequeño?:
• Establezcamos rutinas diarias claras para las actividades cotidianas. A
través de ellas será posible ayudar a nuestro hijo a construir su voluntad
al tener que asumir como propias decisiones que son buenas para él y para
la familia. De estas rutinas derivarán los hábitos, imprescindibles para
la consecución del control sobre sí mismo.
• Ayudemos a nuestro hijo a lograr el éxito en los objetivos que se
propone, ya sea lograr subir y lanzarse solito sobre el tobogán o calzarse
sus zapatos por primera vez. El camino hacia la independencia es largo y
arduo, y los padres debemos estar junto a nuestro hijo ayudándole a
alcanzar esos primeros hitos que le permitirán confiar en sí mismo y
plantearse nuevos retos cada vez más difíciles. "No es porque las cosas
sean difíciles que no nos atrevemos; es porque no nos atrevemos, que ellas
se hacen difíciles" (Séneca)
• Cuidemos de que nuestros hijos controlen sus deseos evitando que los
deseos les controlen a ellos. Saber esperar las recompensas y los premios
es uno de los ejercicios de la voluntad y de la regulación de la propia
conducta más necesario para el éxito personal en la vida adulta.
• Evitemos darle a nuestro hijo todo hecho. Permitámosle decidir,
equivocarse, resolver, probar, tantear siempre que la situación lo
permita. Es en esas situaciones en las que él deberá tomar sus propias
decisiones (por simples que parezcan) y asumir las consecuencias. ¿Cómo
sino podrá tomar sobre sí la responsabilidad de sus propios actos? Debe
empezar por cosas simples como comer solito la sopa o ponerse los
calcetines (aunque tarde el triple de lo que tardaríamos nosotros si lo
hiciéramos). Eduquémosle en el esfuerzo y en la perseverancia.
Para finalizar, permítanme que les narre este pequeño cuento que sintetiza
con claridad meridiana lo que la voluntad supone:
Dos ranas saltaron dentro de un cubo de nata en una
lechera:
- "Más vale que nos demos por vencidas", croó una de ellas mientras se
esforzaba en vano por salir. "Estamos perdidas".
- "Sigue nadando", dijo la otra."Saldremos de alguna manera".
- "Es inútil", chilló la primera. "Es demasiado espeso para nadar,
demasiado blando para salir, demasiado resbaladizo para arrastrarse. Como
de todas maneras hemos de morir algún día, mejor que sea esta noche". Así
que dejó de nadar y pereció ahogada.
- Su amiga siguió nadando y nadando sin rendirse. Y al amanecer, se
encontró sobre un bloque de mantequilla que ella misma había batido. Y
allí estaba, sonriendo, comiéndose las moscas que acudían en bandadas de
todas las direcciones". (P. Yoganada)
Por Carmen Herrera, Especialista en Aprendizaje Temprano y Profesora de Ed.
Infantil y Primaria
www.solohijos.com
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