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	La congruencia
	  
	La congruencia es la armonía y el balance que existe entre nuestros 
	pensamientos, acciones y emociones; donde nuestras acciones son un reflejo 
	de nuestros pensamientos y emociones, con un elemento importante adicional 
	de conciencia.
 Esta armonía comienza con una definición clara y conciente de quienes somos, 
	incluyendo en esa definición nuestras fortalezas y los aspectos que no 
	tenemos todavía bajo control. Es nuestra definición de independencia y 
	autonomía. En mi caso comenzó con uno de los eventos más excitantes que 
	puedo recordar de mi infancia, el momento en que me dirigí a mi comunidad al 
	hacer el Bar-Mitzva, la entrada del niño al mundo adulto en la tradición 
	judía. Un “hombre”, así lo sentí, sin tener las palabras para expresarlo, 
	era alguien que era independiente, sabía lo que quería, tenía el control de 
	su vida y, sin duda, vivía sin los padres. Alguien que podía definir su 
	propio camino, cuyo trabajo implicara creatividad y productividad, y donde 
	la responsabilidad y la autosuficiencia eran elementos esenciales. Aun 
	cuando así sigo pensando, hoy no lo limito al género masculino. El símbolo 
	de todo esto era mi Bar-Mitzva. Eran promesas de avanzar hacia un futuro 
	lleno de decisiones propias de mis metas, donde solo tendría que darme una 
	respuesta a mí mismo: independencia. Asumí, naturalmente que mi desarrollo 
	hacia el estado de adulto ocurriría naturalmente y más o menos de modo 
	automático. No sabía lo complejo del proceso que comenzaba en ese momento.
 
 Nadie genera una autonomía de pensamiento y congruencia automáticamente. Es 
	producto de un desarrollo, representa alcanzar una meta personal, es el 
	producto de un crecimiento exitoso. El proceso progresa desde la infancia a 
	la edad adulta, de la dependencia a la independencia y subsecuentemente a la 
	interdependencia, del respaldo externo al propio respaldo, de la no 
	responsabilidad a la responsabilidad. Este es el proceso de 
	individualización y congruencia. En ese proceso de crecimiento el obtener la 
	madurez física es lo menos complicado. La madurez intelectual, psicológica y 
	espiritual, donde podemos demostrar una congruencia, es otra cosa, 
	especialmente cuando ese proceso se interrumpe o se frustra por un medio 
	ambiente que en vez de respaldar nuestro crecimiento lo obstruye. Ejemplos 
	no faltan de ambientes familiares que se nos presentan con ideas negativas, 
	violencia, incertidumbre y miedo.
 
 La elección de ejercer la conciencia, de pensar y ver el mundo a través de 
	los propios ojos es el acto básico de congruencia, donde uno es lo que ve, 
	percibe y acepta de uno mismo y no lo que otros definen. Esto significa 
	poder escuchar los mensajes de otros, aunque siempre analizándolos sin 
	aceptarlos como evidentes. La práctica de la congruencia es la expresión de 
	haber alcanzado exitosamente nuestra madurez adulta, nuestra 
	individualización, lo que también significa la manera de definir nuestra 
	identidad transformando nuestro potencial en actuación. Quien sea puede 
	entenderse en función de lo que estoy dispuesto a responsabilizarme: mis 
	emociones, pensamientos y acciones. La congruencia se refiere también a 
	autorregulación, control y dirección interna, en vez de autoridades 
	externas. La congruencia no debe interpretarse como autosuficiencia en el 
	sentido absoluto. No significa que uno viva fuera de un contexto social 
	donde la interdependencia es necesaria. Tampoco es la congruencia vista como 
	la negación del hecho que constantemente aprendemos de otros y en la que 
	claramente nos beneficiamos de nuestras metas. Sin embargo, la congruencia 
	es por su naturaleza un acto privado. Somos, en el último análisis, 
	individuos con perspectivas únicas; nadie puede pensar y sentir por 
	nosotros; nadie puede darle significado a nuestra vida sino nosotros mismos.
 
 Soy responsable de mis acciones, emociones y pensamientos y, por lo tanto, 
	me responsabilizo de las consecuencias de estos tres elementos. Soy 
	responsable de cómo manejo a otros individuos y no puedo alegar que alguien 
	me hizo comportarme así. La práctica de la congruencia implica la 
	disposición de hacerme responsable de los valores por medio de los cuales 
	conduzco mi vida. Por tanto pienso por mí mismo y actúo basado en el juicio 
	propio. Aprendo de otros, pero no atribuyo a otros la autoridad de mi propia 
	conciencia, por lo cual, no sigo a otros ciegamente cuando no entiendo o 
	estoy en desacuerdo y si lo hago, a mí sólo puedo atribuir esa decisión.
 
 Así como necesito saber de qué debo ser responsable, también necesito saber 
	de que no soy responsable. Necesito saber mis limitaciones que son parte de 
	mi identidad. Soy responsable de mis pensamientos, emociones y acciones, 
	pero de nada más. Puedo influenciar, pero no puedo controlar la mente de 
	otros. No puedo determinar lo que otros piensen, sientan o hagan. Si me hago 
	responsable de cosas que están más allá de mi control, pondré a mi 
	autoestima en peligro, ya que inevitablemente fallaré mis propias 
	expectativas. Así como aprendemos que no tenemos control sobre otros y sus 
	vidas, tenemos que entender que el control sobre nuestros pensamientos, 
	acciones y sentimientos no es ilimitado. Congruencia y libertad de elección 
	no significan omnipotencia. A veces nos vemos afectados por fuerzas 
	políticas, sociales o del medio ambiente que no escogemos, sólo podemos 
	escoger el modo en que respondemos frente a ellas.
 
 Así como la congruencia es una manera de conducirse, que eventualmente se 
	convierte en un estilo de vida en donde la conciencia es un factor esencial, 
	es también una metodología que nos permite, al escuchar comentarios de 
	otros, mantener una posición armónica con la definición que tenemos de 
	nosotros mismos. Si podemos mantener esa congruencia es porque hemos 
	cumplido con las siguientes condiciones:
 
	1. No aceptamos la definición que otros tienen de nosotros, ya que somos 
	conscientes de nuestra definición. En otras palabras, no aceptamos, por 
	sobrentendidas y obvias, las opiniones de los otros sobre quiénes somos.
 
 2. Buscamos evidencia, escuchando atentamente y corroboramos el trasfondo 
	del mensaje recibido, dándole la responsabilidad del mensaje al mensajero. 
	En otras palabras, no asumimos o interpretamos significados antes de 
	asegurarnos qué es lo que se quiere decir, en vez de defendernos o 
	justificarnos.
 
 3. Estamos abiertos a cualquier interacción y no habrá palabras que nos 
	puedan herir sin nuestro permiso. En otras palabras, al tener una definición 
	clara de nosotros mismos no hay contenido que pueda ser excluido de una 
	discusión, conflicto o diálogo.
 
 4. Estamos dispuestos a ejercer la tolerancia ante la adversidad de 
	opiniones, posiciones y aun ante comentarios personales dirigidos contra 
	nosotros.
 Como resultado podremos exhibir una gran flexibilidad y autoestima.
 
 El primer paso para la congruencia es generar una definición clara de quién 
	soy, incluyendo habilidades y aspectos que todavía no tengo a mi servicio. 
	Entender que en el transcurso de nuestras relaciones interpersonales 
	escucharemos muchos comentarios y críticas. Sin embargo, nunca se aceptará 
	una crítica, comentario o mensaje personal por sobrentendido y obvio.
 
 El segundo paso es entender quiénes son los individuos que nos comunican los 
	diversos mensajes y que cada uno de esos mensajes tiene diversos 
	significados. Por lo tanto, se hará un esfuerzo para no darle un significado 
	de agresión o crítica como primera interpretación al mensaje verbal 
	escuchado.
 
 El tercer paso es estar dispuesto a analizar el mensaje, crítica o 
	comentarios, y observar la posible validez del mensaje para nuestro 
	aprendizaje y crecimiento.
 
 El cuarto paso es mantener el diálogo constante a través de preguntas de 
	corroboración, si lo que se está escuchando es lo que el mensajero de la 
	crítica, posición o comentario quiere que se escuche.
 
 Inteligencia emocional en práctica, Daniel Gil'Adí
   
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Artículo de Mnemotecnia aplicada 
Memorizar las cartas de la baraja  "Hoy 
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de la mnemotecnia: cómo utilizar las técnicas de memorización para memorizar las 
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Por Luis Sebastian, 
de Mnemotecnia.es 
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Artículo de Mnemotecnia aplicada 
- Cómo memorizar números gigantes - 
10 dígitos codificados en una única escena
(Para quienes ya conocen 
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