Despertar la automotivación no es lo
mismo que motivar al otro
La psicología nos informa que la motivación es la cuestión más importante
en el desempeño. Es algo evidente, las condiciones favorables no alcanzan
para obtener buen desempeño. Además, las personas muy motivadas consiguen
buena performance aún en condiciones desfavorables.
Tenemos que resolver cómo aumentar la motivación y recién entonces
comienza el progreso. Resuelta la motivación, hay que gestionar las
habilidades necesarias para saber. Suficiente motivación nos hará rendir
al máximo de nuestras posibilidades. El grado de nuestras posibilidades
estará determinado por nuestras habilidades naturales y nuestro compromiso
responsable al definir nuestros objetivos.
Poca habilidad y pocos conocimientos no pueden hacer maravillas pero la
motivación despierta el potencial no aplicado de nuestras habilidades.
Lógicamente, es mejor utilizar la totalidad de lo poco que se tenga que
apenas una parte de un gran potencial. Lo fundamental es que la motivación
vitaliza a las capacidades, colocándolas en disposición de intervenir
plenamente en todo lo que hacemos.
Así, tenemos una secuencia ideal que va de las habilidades y
conocimientos, a la motivación, al aprendizaje de nuevas habilidades y
conocimientos.
Hay que considerar que la experiencia común enseña que pocas personas
trabajan plenamente su potencial. Lo que debiera ser normal es
extraordinario.
Es exactamente el caso inverso de lo que nos planteamos con un artefacto o
herramienta que no funciona del todo bien. Por ejemplo: si tenemos una
computadora que supone un rendimiento notable en velocidad y capacidad de
almacenamiento, y si nos percatamos de un mal desempeño, asumimos el
problema inmediatamente e intentamos solucionarlo. Es decir, si no somos
negligentes y sabemos que el rendimiento está por debajo del esperado
hacemos algo para remediarlo. Paradójicamente, esta sana disposición la
tenemos para con el teléfono celular, el auto, la banda ancha, etc., pero
muy rara vez para el propio desempeño intelectual. Entonces, ¿nos
percatamos siempre del hecho de que la mayoría de las personas trabaja por
debajo de su potencial? ¿acaso pensamos que es algo que "le pasa a los
demás" pero a uno no?
Cuando indagamos un poco, hallamos que está muy difundida la idea de que
el humano utiliza apenas una mínima parte de sus capacidades
intelectuales. Es raro que alguien llegue a pensar que es algo que sólo
"le pasa a los demás", quien asume tal postura como mínimo padece de una
notable miopía intelectual.
Si realmente es algo que se sabe pero no se hace nada - sea por
negligencia, indolencia o por negación obtusa - tenemos un cuadro que
encaja en un triple marco de serios problemas en inteligencia ética,
emocional y analítica. En inteligencia ética, porque sabiendo que algo
importante (el propio desempeño) es necesario atender, la mayoría no le
dedica atención. En inteligencia emocional, porque evidentemente resulta
muy difícil - cuando no imposible - despejar los obstáculos para iniciar o
mantener una actitud motivada. En inteligencia analítica, porque se tiende
a negar prejuiciosamente la posibilidad de desarrollar un mejor desempeño
intelectual del que se evidencia.
No podemos engañarnos: es necesario trabajar mentalmente bastante más duro
de lo habitual pero antes hay que tener verdaderas intenciones de hacerlo.
Así, hasta que más personas decidan trabajar mentalmente más duro, no
habrá ninguna mejora significativa en nuestra cultura, independientemente
del nivel de educación y conocimientos vigentes. Calidad y cantidad.
Si pensamos en el avance de la tecnología, la capacidad de almacenar,
portar y transmitir conocimientos ha mejorado considerablemente; en tal
sentido, estamos mejor ahora que en cualquier otra época en la historia.
No obstante, nuestras habilidades intelectuales continúan como siempre,
incluso parecen involucionar.
Hemos visto que a menos que las personas se comprometan y se automotiven
para desarrollar sus habilidades naturales no habrá solución al problema
del desempeño mental. Ya hemos advertido que adquirir las habilidades del
buen autodidacta es lo verdaderamente fundamental.
Formatos más agradables en los libros y clases, medios audiovisuales más
potentes y versátiles, docentes más carismáticos, mejor diseño en el plan
de estudios, etc., nada de esto puede ser mejor que el simplísimo acto de
voluntad derivado de una genuina motivación. Si no podemos arreglárnosla
sin facilidades estamos en el camino equivocado.
Así, la cuestión nos parece menos "motivar al otro" que "despertar la
capacidad de automotivación". Esto concluye en la idea de que cada persona
debe intervenir conscientemente e inteligentemente en la definición y el
planteo de sus propios objetivos. Lo mejor que puede ocurrir es que la
educación formal tienda a colaborar en el proceso de descubrir la
automotivación y desista de sólo intentar infundir la motivación. La idea
detrás es no avanzar más en base a la pasividad ni a las dependencias.
Sin duda, que ayudemos a saber cómo saber es mucho mejor que enseñar
conocimientos, y mucho mejor aún es colaborar para que cada cual se
enfoque en sus mejores propósitos en relación al desempeño mental y así
pueda definir sus objetivos de desempeño mental de manera realista,
comprometida y activa.
Patricio J. Vargas Gil
También pueden interesarte estos artículos:
¿Qué es la motivación y cómo encontrarla?
http://www.mentat.com.ar/la_motivacion.htm
Factor motivacional de la Inteligencia
http://www.mentat.com.ar/factor_motivacional.htm
Busca más información en nuestro sitio con la potencia
de Google
|
Más artículos de Educación
Mental Recomiéndanos
Home
Artículos
Mensa
Librería
Cursos
Tips Links
Contacto
Suscripción
Presentación
Última modificación de la página:15/11/2007
Copyright: © 2002, 2003, 2004
por
Ment@t
Todos
los derechos reservados acerca de, concepto, diseño,
imágenes y
contenido
mentat@mentat.com.ar
Optimizado para Internet Explorer y área de
pantalla de 800 x 600 píxeles
|