• Asegúrate de conocer bien el material. Si no estás
familiarizado con tu material o te resulta difícil, tu nerviosismo
aumentará. Practica tu exposición o discurso y revísalo.
• Conoce bien el lugar en el cual hablarás. Llega con
anticipación, pasea alrededor y observa atentamente el área y los medios
que utilizarás, si es que utilizarás micrófono y cualquier otro medio
visual.
• Visualízate dando tu discurso. Imagínate hablando,
con buen volumen, de manera clara y segura. Si te visualizas exitoso,
tienes más chance de tener éxito.
• Saluda a algunos cuantos de la audiencia a medida
que lleguen. Te resultará más fácil hablarle a un grupo con el que has
establecido ese mínimo contacto que si no lo hubieras hecho.
• Concéntrate más en el mensaje que en el medio.
Enfoca tu atención en lo esencial, no en tus propias ansiedades, y
concéntrate en tu mensaje y tu audiencia. Tu nerviosismo se disipará.
• Toma conciencia de que las personas realmente
quieren que tu exposición tenga éxito. Las audiencias quieren que el
orador sea interesante, estimulante, informativo, y entretenido. No
quieren que falles.
• Tranquilidad. La tensión se disuelve con facilidad
haciendo algún ejercicio físico.
• Si mencionas tu nerviosismo o te disculpas por
cualquier dificultad con tu exposición estarás llamando la atención de la
audiencia a algo que seguramente no habían notado. Recuérdalo.
• Convierte tu nerviosismo en energía útil. Si lo
intentas verás que es posible transformarlo en vitalidad y entusiasmo.
• La experiencia construye confianza, lo cual es el
secreto de la oratoria efectiva. Cada tanto, anímate y participa de
debates y encuentros en los que es esencial exponer las propias ideas.