Acerca de hacedores y
creadores
¿De qué hablamos cuando hablamos de creatividad?
Derechos y reveces en la evolución del concepto
Muchas palabras de nuestra lengua, a través de su uso y de las
transformaciones culturales dadas a lo largo del tiempo, se alejaron
del significado primitivo al cual se encontraban asociadas. La
expresión que nos compete en este caso, no ha sido la excepción.
En nuestros días, en el diccionario de la Real Academia Española, el
término "creatividad" se define como la "capacidad de crear". Para
cerrar el concepto, es necesario citar también la acepción que se
hace del verbo "crear", que textualmente hace referencia a "producir
algo de la nada". Difícil tarea entonces la del creador. Se hace
comprensible semejante carga de significado, al buscar el origen de
la palabra en cuestión. Y es que "crear", proviene de las
expresiones latinas "creatio" y ''creare", que fueron comenzadas a
utilizar en su sentido más profundo en el período cristiano, dentro
del vocabulario teológico en relación al génesis. Entendemos por
tanto que "crear", tomando su definición a un nivel taxativo, era en
ese tiempo, una facultad privativa de Dios (creator).
¿Dónde quedan entonces las atribuciones que nos adjudicamos respecto
de una inteligencia creativa, si es esto una condición puramente
divina? No es esto una herejía, sucede que este término continuó con
su evolución a medida que fue prenunciándose en los labios de los
hombres a lo largo de los siglos, cambiando su sentido, hasta
contemplar que no toda creación tiene que surgir de "la nada
absoluta". Es en el siglo XIX que "creator", vinculado al concepto
de imaginación e incorporado al lenguaje del arte, se convierte en
un asunto de competencia humana, aunque concreta y exclusivamente
reservada a los artistas. El sustantivo "creatividad" sale también
al ruedo, para complementar estas expresiones.
Ahora bien, a este punto aún no hallamos ingerencia los diseñadores.
Recién en el siglo XX la "creatividad" se comienza a concebir como
patrimonio de todas las personas (manifestado en diferente grado en
cada una de ellas, claro está), sin excluir a las diversas
actividades y expresiones culturales.
Pero la verdad es que en los últimos años, el término ha sido
interpretado erróneamente, tomado a un nivel superficial y quitando
renglones en la exigencia de su porte. Tanto a publicistas como a
diseñadores, se nos confiere hoy en las empresas, el papel de
"creativos". La pregunta es entonces... ¿Qué implica realmente esta
denominación? ¿Cómo podemos sostenerla? Algunas sencillas
consideraciones que debemos tener en cuenta, se presentan a
continuación.
No sólo crear, también innovar.
Muchas veces utilizadas como sinónimos precisos, cabe aclarar que
"crear" e "innovar" implican cuestiones diferentes, o mejor dicho
distintas etapas de un proceso. Para explicarlo de una manera muy
simple y a manera de introducción, podemos decir que la creatividad
supone dar lugar a nuevos conceptos, productos o procesos, partiendo
de los viejos, mientras que la innovación es su puesta en práctica.
Resulta interesante para ahondar en este tema, el planteo que hace
Mihaly Csikszentmihalyi en su Modelo de Sistemas para la
Creatividad, publicado en el año 1988. Este autor (psicólogo y
profesor de origen transilvano), afirma que la creatividad es el
resultado de la interacción de un sistema compuesto por tres
elementos: una cultura que esta constituida por determinadas reglas
simbólicas; una persona que es quien aporta novedad al campo
simbólico: y un ámbito de expertos que reconocen y validan la
innovación.
Expone además una diferencia respecto a una Creatividad con c
mayúscula, de una creatividad con c minúscula. Observemos:
- Creatividad: es el proceso por el cual dentro de
una cultura resulta modificado el campo simbólico.
- creatividad: es la puesta en práctica del ingenio en la vida
cotidiana.
Respecto de la primera, considera 4 etapas necesarias
en el proceso creativo: 1) aparición del problema, identificado como
la sensación que tiene la persona de que existe algún conflicto o
tensión; 2) la incubación, como un procesamiento de la información a
nivel subconsciente que busca resolver esa "inquietud"; 3) intuición
o experiencia: Ajá!, cuando las ideas maduran y pasan a un nivel de
conciencia; y 4) evaluación, que implica comprobar si la idea tiene
sentido.
En este último punto influyen dos aspectos que Mihalyi considera
dentro de su sistema: a) el dominio (aspecto simbólico) y b) el
ámbito (aspecto social). La creatividad ciertamente ocurre cuando la
persona realiza un cambio en el sistema simbólico de una determinada
cultura, pero no sin antes pasar por la puerta de acceso al dominio,
del cual los individuos se constituyen en guardianes, seleccionando
qué productos merecen ser reconocidos e incluidos dentro del mismo.
(1) Mientras estos no sean validados, podemos imaginar que Mihaly
nos diría... "lo que hizo usted es muy original, pero no creativo,
pues para ello tiene primero que convencer a los demás de que su
idea vale la pena". Y es verdad que muchas innovaciones no han sido
consideradas, sino hasta pasado mucho tiempo de su presentación, o
han sido tomadas en cuenta en ámbitos diferentes al de su origen.
Esto está dado por la imposibilidad de asimilar todo el material
nuevo por parte de una cultura (existe una demanda muchas veces
limitada).
(1) Es difícil de aceptar, pero Mihalyi, de haber
conocido a Modigliani o Van Gogh, según su propio planteo, diría:
“Lo que Ud. hizo es muy original, pero no creativo, pues para ello
tiene primero que convencer a los demás de que su idea vale la pena
…”
Tomando como referencia todo lo dicho anteriormente, podemos decir
en síntesis, que para que la creatividad se materialice en una
solución práctica, es imprescindible que los diseñadores
transformemos las sugerencias originales en innovaciones que
satisfagan de una manera adecuada las necesidades patentes o
latentes de la sociedad en general o del grupo de personas a las que
éstas van dirigidas.
Creatividad en contra de todo prejuicio
Insertos en un dominio en particular, es preciso aún tener "la
capacidad de pensar más allá de las ideas admitidas, combinando de
forma inédita conocimientos ya adquiridos" (Kraft, 2005).
No podemos negar el contexto en el cual nos desarrollamos y el
ambiente social al que pertenecemos, pero tampoco debemos dejar de
ver siempre más allá del sistema simbólico propuesto, pues de lo
contrario queda coartada la posibilidad de crecimiento y evolución.
Por otra parte, para poder cambiar las reglas del juego, es
necesario conocerlas y participar de dicho juego. Hay que ser parte
de una estructura para poder luego desestructurarse.
Y si hablamos de estructuras, es necesario revisar nuestro sistema
educativo, que generalmente refuta todo aquello que no se ajusta a
sus principios y normas. Sin ir más lejos, en las academias muchas
veces se cae en el equívoco de plantear soluciones como las únicas
posibles, como fórmulas insustituibles, cuando no siempre lo son.
Ya que nos hemos estado remitiendo a la etimología de las palabras,
no hay que olvidar que la palabra educación deriva del latín
educare, y educere.
Generalmente se le ha dado importancia a la primera, cuya traducción
es "acrecentamiento", que significa criar, nutrir, alimentar desde
afuera hacia adentro; descuidando a educere o "crecimiento", que
equivale a sacar, llevar o conducir desde adentro hacia fuera. Es
necesario, en ocasiones, apropiarse de la realidad desde la propia
individualidad, desde la propia necesidad de descubrimiento.
La educación formal, debe estimular y favorecer al desarrollo del
potencial de cada persona, y otorgarles la confianza suficiente en
sí mismas, para enfrentarse a nuevos retos.
El Dr. De Bono, en "El Texto de la Sabiduría", considera 3 edades
intelectuales: I) de 0 a 5 años, la edad del ¿por qué?; 2) de 5 a 12
años, la edad del ¿por qué no?; y 3) de 12 a 100 años, la edad del
porque...
Podemos decir, que es en esta última etapa que vamos limitando
nuestra capacidad creativa, argumentando que las cosas tienen que
ser como son, como siempre se han dicho. Nos vamos llenando de
prejuicios y barreras. Durante la infancia, aún cuando los
hemisferios cerebrales de los niños han registrado escasos
desarrollos, las habilidades creativas asoman con mayor tuerza y sin
limites. Los niños no cargan una estructura tan pesada, por ello
son, podría decirse, "ingenuos", y nada casual resulta que sea
precisamente de esta palabra que deriva la palabra ingenio. Con la
ventaja de toda una experiencia de vida acumulada, debemos
permitirnos volver a ser niños abiertos a la experiencia, dispuestos
a sorprendernos y sobre todo a no perder la capacidad de
preguntarnos, de cuestionarnos.
Hay que estar atentos, y recordar que el clima sociocultural
interviene directamente en el desarrollo de las personas y que, por
medio de éste, se puede ayudar a estimular o a inhibir la
creatividad.
Para adentrarnos aún más en este fenómeno de la creatividad, importa
citar también un modelo de estructura elaborado por Guilford
(psicólogo americano) en los años cuarenta. Éste hizo una distinción
entre dos tipos de pensamientos:
1) pensamiento convergente: su premisa es que sólo
existe una solución correcta para cada problema. Es decir que, es
necesario basarnos en nuestros conocimientos previos, ordenando de
una manera lógica la información con la que contamos ante
determinado problema, para de este modo resolverlo de una manera
inequívoca. El pensamiento convergente habita en el hemisferio
izquierdo del cerebro, el cual se encarga de los aspectos globales
de la comunicación y trabaja en forma lógica y racional.
2) pensamiento divergente: no se queda con una única solución, sino
que contempla varias opciones que desembocan en respuestas
múltiples, teniendo todas la posibilidad de ser correctas, (según
qué se tenga en cuenta, o como suele decirse, según del lado desde
el que se las mire). El hemisferio derecho del cerebro es el que se
ocupa de procesar este tipo de pensamiento, interesándose
especialmente en las imágenes, las sensaciones, las emociones y las
informaciones espaciales.
Es en este segundo tipo de pensamiento, que encuentra
su lugar la creatividad y los criterios de originalidad, inventiva,
tolerancia y flexibilidad, la cual nos conduce a contemplar cosas
nuevas, aun cuando no encajen con nuestra estructura de conocimiento
o concepción actual del mundo que nos rodea. Pero no sólo éste, sino
ambos aspectos son importantes, pues los hemisferios del cerebro se
encuentran interconectados. Si bien la invención, producto de la
capacidad creativa de las personas, surge de un pensamiento
divergente, contamos con el pensamiento convergente del hemisferio
izquierdo para llevar a cabo la innovación, consecuencia de un
razonamiento estructurado y lógico que tiene en cuenta la necesidad
de satisfacer una necesidad. Podríamos decir que pone un cable a
tierra a los delirios creativos a los que los diseñadores nos
solemos aferrar, para poder obtener un producto concreto, eficaz y
realizable.
Resultados y puntos de partida.
Praxis y procesos cognoscitivos en el desarrollo de la
creatividad.
Ya hemos dicho que la creatividad implica un proceso mental que
concluye en la posterior traducción de las ideas en una práctica
concreta. Se refiere a algo en continuo movimiento. Pero
lamentablemente hay quienes no comprenden que cada paso es
necesario, llevando al extremo valoraciones sobre una u otra etapa.
- Exageración sobre la praxis: hay quienes hacen hincapié sólo en
"producir", lomado como sinónimo de "crear" (incluso en los
diccionarios). Según éstos únicamente basta el hacer, alimentado en
la demanda de una sociedad consumista. No dedican tiempo a pensar
por qué hacen lo que hacen. Pero no debemos olvidar que los
resultados innovadores, no provienen de la improvisación sino de un
desarrollo reflexivo, de un proceso cognitivo basado en la
observación y en la experiencia.
- Exageración sobre la inspiración: en otra punta, se encuentran los
que basan la creatividad en el delirio, en las iluminaciones
divinas, en la inspiración genial que nos puede tocar con la varita
mágica en el momento menos esperado. Pero, como decía Picasso, "la
inspiración existe, pero tiene que encontrarse trabajando". Es
improbable tener una ocurrencia fantástica, sin antes haberse
ocupado del tema. Las cosas no llegan generalmente de manera
espontánea, sino que si revisamos la historia, podemos verificar que
la mayor parte de los inventos encuentran sus antecedentes en
numerosos intentos fallidos. La perseverancia es un factor
fundamental.
Lo que debemos comprender es que hay que estimular la capacidad de
observación para estar atento a las oportunidades y a las
ocurrencias, pero también, es necesario desarrollar la capacidad de
investigación y de producción para materializar las ideas.
Tecnologías, y herramientas... no olvidar la cabeza
La tecnología ciertamente es importante, sobre todo para poder
convertir las ideas creativas en innovación. Nos ayuda a darles
forma y a materializarlas. Se constituye en una herramienta de las
que hoy en día no podemos prescindir.
Es más, es importante considerarla en el diseño durante el proceso
creativo, pues una buena idea puede ser desechada por el cliente
debido a que la tecnología necesaria para su producción (impresión,
materiales, etc.) conducen a una inversión que éste no puede
efectuar, o bien puede ser imposible de llevar a cabo en una
producción a nivel industrial dado que determinadas tecnologías no
han avanzado lo suficiente.
El lema es que dominar las tecnologías no implica necesariamente ser
creativo. Y es este el error de muchas instituciones que otorgan el
título de diseñadores, tras enseñar únicamente a manejar algunos
programas de computadora. Esto se trata simplemente de la formación
de operadores. Otra vez, los que sólo se ocupan del hacer. Como ya
expusimos en el punto anterior, hay pasos previos a la realización o
a la concreción material. Si no, la creatividad queda reducida a la
aplicación de unos recursos predeterminados, empleados sin un
sentido.
El tiempo no para... la creatividad sí
Como la creatividad es un proceso, necesita de un factor no sólo
espacial sino temporal para tomar su curso. No muchos de los
clientes, cuando van a un estudio de diseño o a una agencia de
publicidad, comprenden este último detalle, acostumbrados a la
vorágine de la vida actual en que 'lo mejor es lo más rápido". Claro
está que no podemos culparlos, pues es lo que hemos ofrecido por
mucho tiempo.
No se puede encontrar la mejor solución a un problema en pedidos a
último minuto, sin pasar por un proceso de análisis. La creatividad,
en el periodo de incubación de la idea, se ve claramente afectada en
entornos de mucho estrés. Ser más productivo, no puede sólo
significar terminar los trabajos en la menor cantidad de tiempo,
importa la calidad de los resultados y su rendimiento. Es necesario
disponer de algunas horas al día para pensar, reflexionar, analizar.
Mayores posibilidades hay de desarmar y volver a armar el objeto de
estudio, si no contamos con la presión externa del reloj. Además
muchos diseñadores pensamos que el cliente ya ha definido su
problema, y terminamos haciendo al pie de la letra lo que éste nos
pidió, cuando la solución que requería era otra.
El debido descanso es también un factor importante. Investigadores
alemanes cuentan en el resultado de sus estudios, que es durante el
sueño que nacen las mejores ideas. No siempre contamos con esa
experiencia, pero lo que sí hemos vivido es que cuando estamos más
relajados, gozamos de buena salud, y sobre todo cuando salimos de la
rutina propiciamos la generación de nuevos conceptos.
Lo que sucede es que muchas veces parece que el descanso no es
rentable, o nos convencemos de ello. Pero no se trata de pasar la
vida como un ocioso esperando que llegue una idea, sino de liberar
la mente para poder abordar los problemas desde otra perspectiva, de
permitirle realizar su debido proceso.
Un final abierto
"Diseñadores", "creativos"... podemos o no ser lo mismo. Depende en
gran parte de las decisiones tomadas. No podemos dormirnos, ni
sumergirnos en las turbulentas presiones externas. Ardua y
complicada tarea, pero es nuestro compromiso. No hay que conformarse
con lo que cada uno sabe, y cuando pretensiosos, creamos que ya
conocemos todo lo que debíamos conocer, tenemos que cambiar de lugar
y modificar el punto de vista. Estar sentados el día entero frente a
la computadora, nos limita a creer que está todo encerrado en esa
caja. Hay que poner en función todos los sentidos. ¿O acaso los
comunicadores visuales sólo podemos hacernos cargo de la mirada?
No únicamente hay que armar, hay que desarmar y buscar otro criterio
para recomponer. En todo caso, no solamente tenemos que
vanagloriarnos de los aciertos, sino aprender de los errores y
seguir construyendo en esta profesión que bien elegimos o que nos
eligió en algún punto de la vida. Algo queda claro, y es que en ella
no está todo dicho.
Romina Paula Cicerello, María Cecilia Kalinowski (Briostudio)
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