Acerca de la identidad humana
Debate en neurociencia cognitiva
…Todo lo relativo al cerebro y a la mente está cargado de futuro.
Esos dos componentes del ser humano, tan esenciales y tan
íntimamente relacionados que muchos investigadores reducen a uno
solo, constituyen una de las últimas fronteras del conocimiento
humano y los avances en ella son hoy continuos y espectaculares.
Cuando el hombre se ha dedicado con tanta energía e interés a algún
tema de investigación como lo está haciendo con éste, los resultados
han sido siempre notables y eso es lo que cabe esperar en los
próximos años para el funcionamiento fisiológico del cerebro y sus
relaciones con los aspectos psicológicos del hombre. Los impactos
sobre la vida humana y sobre las sociedades del futuro serán,
probablemente, muy importantes.
Es un terreno en el que colaboran estrechamente los neurocientíficos
y los filósofos, como cabría esperar a priori. La “neurociencia
cognitiva” es el nombre que se viene utilizando para referirse a esa
actividad conjunta de científicos duros y puros que hurgan en las
neuronas y las sinapsis y de profesionales del pensamiento subjetivo
y cualitativo más tradicional.
Unos y otros quieren saber en qué consiste la percepción, el
pensamiento, los sentimientos, la voluntad, la conducta intencional
y la conciencia, y ambos grupos de profesionales están deslumbrados
por las posibilidades de simbiosis existentes entre ciencia y
filosofía.
Del lado de los filósofos son muy conocidos por su beligerancia, su
intensa actividad y sus múltiples publicaciones, John Searle, Daniel
Dennet, y los Churchland, Paul, el marido y Patricia, la mujer,
todos ellos catalogables como neurofilósofos o filósofos de la
mente. Los títulos de sus obras han captado la atención del público
especializado y no especializado. Por ejemplo: Mente, lenguaje y
sociedad: la filosofía en el mundo real, Mentes, cerebros y ciencia
y El misterio de la conciencia, del primero; Content and
Consciousness (Contenido y conciencia), Brainstorms: Philosophical
Essays on Mind and Psychology. Consciousness Explained, del segundo;
y The Engine of Reason, The Seat of the Soul: A Philosophical
Journey into the Brain y Matter and Consciousness y Neurophilosophy:
Toward a Unified Science of the Mind-Brain, The Computational Brain
y The Mind-Brain Continuum, de los terceros.
En cuanto a los neurocientíficos hay más dispersión, pero suenan
también mucho Francis Crick, Antonio Damasio, Gerald Edelman, David
Marr, Christof Koch y muchos otros. Los títulos de sus obras son
deslumbrantes también.
Un terreno novedoso en el que en nuestro país ha hecho una notable
labor de divulgación Eduardo Punset con sus destacados libros: Cara
a cara con la vida, la mente y el universo, El viaje a la felicidad:
Las nuevas claves científicas y El alma está en el cerebro.
Radiografía de la máquina de pensar. Y suenan por sus publicaciones
Francisco J. Rubia, Francisco Mora y otros.
A muchos nos estaban gustando las aportaciones de estos autores y
sus esfuerzos para encontrar un lenguaje común con el que describir
los fenómenos o procesos del cerebro humano en los que se
interrelaciona lo físico y lo psicológico. Como ellos mismos,
esperábamos mucho de esta colaboración.
Por eso ha sido como un jarro de agua fría la difusión del ataque
profundo a esa labor conjunta que ha supuesto el libro de Maxwell
Bennet y Peter Hacker “Philosophical Foundations of Neurociences”
publicado originalmente en inglés por Blackwell en 2003. Libro que
“llamó la atención de inmediato, porque era la primera evaluación
sistemática de las bases conceptuales de la neurociencia, tal como
habían sido establecidas por científicos y filósofos”, como se
indica en la Introducción del más reciente en español, “La
Naturaleza de la Conciencia. Cerebro, Mente y Lenguaje” (Paidós,
Barcelona, 2008) en el que se recoge una gran parte del debate al
que hace referencia esta nota.
Se indica asimismo en la Introducción mencionada que en 2004 la
American Philosophical Association (APA) invitó a Bennet y a Hacker
a mantener un debate con John Searle y Daniel Dennet, a los que
directamente se criticaba en el libro de los dos primeros, en la
reunión anual de la Asociación de 2005. El debate tuvo lugar y las
actas se publicaron en forma de libro en 2007 por la Columbia
University Press con el título en inglés “Neuroscience & Philosophy.
Brain, Mind & Language”, del que surge la traducción española de
Paidós citada en el párrafo anterior.
Maxwell Bennet es catedrático de neurociencia de la Universidad de
Sidney y director científico del Brain and Mind Research Institutey.
Peter Hacker es profesor de filosofía del St. John’s College de
Oxford y uno de los principales expertos actuales en Wittgenstein.
Ambos son autores y coautores de diversas obras. Su colaboración que
se extiende a varios libros ha resultado muy fructífera al combinar
las dos materias sobre las que tratamos: neurociencia y filosofía.
La crítica que hacen a los neurocientíficos y a los filósofos tiene
que ver con el lenguaje utilizado por los primeros inspirados por
los segundos en relación con las funciones del cerebro. Insisten en
que no se puede achacar al cerebro funciones que corresponden al ser
humano en su conjunto. El cerebro, según ellos, no sabe cosas, no
razona de forma inductiva, no construye hipótesis basadas en
argumentos, no decide; y las neuronas que lo componen no son
inteligentes, no saben calcular probabilidades y no ofrecen
argumentos, como dicen hoy muchos neurocientíficos. Todas esas
tareas corresponden al hombre no al cerebro.
El punto de apoyo para esta crítica está en la filosofía de Ludwig
Wittgenstein y un argumento básico para ella queda recogido en la
siguiente frase de este autor:
“Sólo del ser humano y de lo que se parece a un ser humano (se
comporta como tal) se puede decir: tienen sensaciones; ve, es ciego;
oye, es sordo; es consciente o inconsciente”
Argumentan que sólo si se hubiera producido el descubrimiento
neurocientífico de que los cerebros también ven y oyen, piensan y
creen, y formulan y responden preguntas, sería correcta la
adscripción de los atributos psicológicos del hombre al cerebro. Tal
descubrimiento no se ha producido en absoluto.
En línea con este argumento hablan de la “falacia mereológica”
definida como la atribución a las partes de aquello que sólo tiene
sentido cuando se atribuye al todo.
Tachan a los especialistas en neurociencia cognitiva
(neurocientíficos y filósofos) a los que critican, de dualistas
estructurales, al haber cambiado el dualismo cartesiano cuerpo-mente
por el nuevo dualismo cuerpo-cerebro.
Atacan además el uso de las palabras “qualia” y “quale” que tanto
gustan a Searle, Eldeman, Chalmers, Damasio y otros para denominar a
las “sensaciones cualitativas” del cerebro deducidas de experiencias
externas. Una vez más dicen que si tales sensaciones existieran
seguirían siendo atributos de los seres humanos, no del cerebro.
Las defensas que Dennet y Searle hacen de sus posiciones son muy
sólidas, y muy duras las críticas que ellos a su vez hacen a Bennet
y Hacker, pero no dejan de salir bastante tocados del debate, sobre
todo cuando ellos y otros filósofos son tratados de lacayos de los
neurocientíficos en el capítulo final de la obra escrito por Daniel
Robinson. La verdad es que el altar en el que algunos habíamos
colocado a Searle y Dennet se ha venido un poco abajo.
Lo peor además, y así se indica en el libro, es que esta crítica
puede destruir la colaboración actual entre neurocientíficos y
filósofos y detener unas investigaciones que hasta ahora eran muy
prometedoras.
Adolfo Castilla (Extractado de Prospectivas)
Comparte esta información
Guarda este artículo en formato PDF
|