lunes, junio 23, 2008

El ser humano es sólo una especie más

Hubo un tiempo en que pensábamos que los seres humanos éramos especiales en muchas formas. Pero ahora sabemos mejor. No somos la única especie que experimenta emociones, que siente empatía por otros o que se rige por un código moral. Tampoco somos los únicos con personalidades, culturas y con la habilidad de diseñar y usar herramientas.

Hasta ahora nos hemos aferrado con firmeza a la noción de que un atributo, al menos, nos hace únicos: sólo los seres humanos tenemos la capacidad del lenguaje. Desgraciadamente, parece que tampoco somos especiales en eso.

Aunque alguna vez el lenguaje fue visto como una entidad discreta y singular, los científicos de hoy hallan más productivo pensarlo como un repertorio de habilidades. Visto de esta forma, pareciera que las partes que componen el lenguaje -desde la gesticulación y el balbuceo, hasta el significado y la sintaxis- no son únicos como un todo. De hecho, un boom en la investigación de la cognición y la comunicación animal ha tomado la mayoría de esos ítems de la lista.

Tomemos la gesticulación, que se piensa que es el punto de partida del lenguaje. Hasta hace poco, era considerada únicamente humana, aunque ya no lo es. Mike Tomasello, del Instituto de Antropología Evolucionaria Max Planck, de Leipzig, Alemania, ha compilado una lista de gestos observados en monos, gibones, gorilas, chimpancés, bonobos y orangutanes, que revela que la gesticulación desempeña un amplio papel en su comunicación.

La gestos de los simios pueden involucrar el tacto, la vocalización o los movimientos oculares, y los individuos esperan hasta tener la atención del otro antes de realizar gestos visuales o auditivos. Si un gesto no es reconocido, lo repetirá o tocará al destinatario.

El hecho de que podamos interpretar los gestos de los simios también sugiere que existe una base evolutiva para la gesticulación compartida entre los seres humanos y los otros primates. Esas similaridades innatas fueron demostradas por investigadores de la Universidad York de Toronto, Canadá, que examinaron los gestos de bebes humanos de entre 9 y 15 meses, y los de simios de distintas edades, y hallaron que tanto los bebes humanos como los simios usan gestos similares para pedir cosas, como extender la mano para pedir alimento o levantar ambos brazos para ser levantados. Ambos usan toda la mano para señalar, así como también comparten similares gestos de protesta.

Aprender a balbucear

Así como gesticulan, los niños antes de hablar comienzan a balbucear, y parece ser que tampoco estamos solos en esto: los delfines e incluso algunas aves también lo hacen. Alrededor de los 5 meses de vida, los bebes comienzan a emitir sus primeros sonidos vocales, que los científicos creen que contiene una selección al azar de todos los fonemas que los seres humanos somos capaces de producir. A medida que los niños aprenden el lenguaje de sus padres, achican su repertorio de sonidos para adecuarlo al modelo al que son expuestos.

Los delfines bebes también atraviesas una fase de balbuceo. Un grupo de investigadores de la Universidad de California en Davis analizó la complejidad de los sonidos que emiten los bebes delfines y hallaron que tienen un gran parecido con los balbuceos humanos, en que los delfines bebes tienen un repertorio de sonidos mucho más amplio que los adultos.

Esto sugiere que practican los sonidos de su especie del mismo modo en que lo hacen los bebes humanos, antes de comenzar a organizarlos de la forma que es característica de los delfines maduros de su especie.

Claro que el lenguaje es algo más que sonidos: también es significado. Lejos de la visión de que los animales se comunican de forma impredecible o involuntaria, ha quedado claro que varias especies son capaces de otorgar significado a sonidos particulares al conectarlos con ideas específicas.

Los delfines utilizan silbidos personales, llamados así porque parecen ser la forma con la que se identifican ellos mismos. Cada uno desarrolla un único apodo durante su primer año de vida y lo utiliza cada vez que se encuentra con otro delfín. Los elefantes también utilizan sonidos como si fuesen palabras, según afirma Katy Payne, que dirigió el Proyecto de Escucha de Elefantes de la Universidad de Cornell, Estados Unidos.

Payne compiló un diccionario de sonidos producidos por elefantes para diversos propósitos, como saludar a otro miembro del clan. Las ballenas también tienen un repertorio vocal igualmente diverso. Este año, Rebecca Dunlop, de la Universidad de Queensland, Australia, anunció que elaboró un catálogo de 34 sonidos diferentes de uso social, que permanecieron estables durante muchos años y eran diferentes de los cantos de las ballenas.

Uno de los ejemplos más claros de cómo los animales establecen conexiones entre sonidos específicos y significados proviene del zoológico de Edimburgo, donde hallaron que los chimpancés realizaban rudimentarias referencias a los objetos utilizando distintos gritos cuando se les presentaban distintos alimentos. Los más valorados, como el pan, daban lugar a gruñidos más agudos; los menos deseados, como las manzanas, a gruñidos más graves.

Cuando se les hacía escuchar grabaciones del grito asociado a un alimento específico, los chimpancés acudían al lugar donde solía hallarse ese alimento. Y la búsqueda se prolongaba más si el sonido señalaba a un alimento especialmente valorado por los chimpancés.

Por Christine Kenneally
De New Scientist

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