El factor estímulo y
el cambio
Para cambiar el comportamiento, hace falta un cambio en los estímulos.
La gente repite, con frecuencia, los mismos estímulos sin ser consciente
de que no están teniendo ningún impacto en la generación de la respuesta
deseada. Por ejemplo, muchos de nosotros somos proclives a repetir los
mismos viejos argumentos una y otra vez sin poner nunca en practica los
cambios que estamos defendiendo. A menudo, logramos lo puesto de lo que
nos propusimos: alejamos a la gente cuando repetimos una y otra vez lo
mismo. Las personas rápidamente se casan de escucharnos decir las mismas
cosas. Los niños suelen exhibir estas conductas molestas, porque no se dan
cuenta de que el uso repetido de un estímulo dado -como, por ejemplo,
"quiero ver este programa de televisión"-no logra generar en los padres la
respuesta deseada. Todo lo contrario: ese estímulo hace que nos alejemos
cada vez de lo que el niño desea. La demanda repetida estimula una
respuesta irritada por parte de los padres, quienes generalmente empiezan
con los gritos. Esto, a su vez, estimula en los chicos respuestas como
"pero, mamá, no entiendes...".
En otros términos, los estímulos utilizados no ha sido eficaces. Cuando no
se obtiene la respuesta deseada, es necesario cambiar el estímulo en lugar
de repetirlo, como es nuestra tendencia.
Los estímulos ineficaces para lograr la respuesta deseada también están
presentes en el trabajo. Una disposición de la casa matriz exhorta al
personal a recortar los costos reduciendo los viajes, la capacitación, las
horas extra y virtualmente todo lo que se pueda recortar. Esa disposición
es un estímulo destinado a motivar a la gente para que avance hacia el
recorte de gastos. Frecuentemente, el resultado del estímulo es la pérdida
de motivación y aunque el personal recorte los costos directos (como los
viajes), en realidad su rendimiento es menos eficaz y, por consiguiente,
aumentan los costos indirectos porque baja la producción. El resultado es
un paso adelante y dos atrás (producto de un estímulo inapropiado sobre el
que se reflexionó muy poco).
Un factor clave del arte de la gestión, entonces, es la manera de manejar
la amplia variedad de estímulos que motivan al personal para que su
rendimiento sea eficaz y que motivan a los clientes para que nos compren.
Debemos cambiar los estímulos constantemente.
No sólo tenemos que cambiar los estímulos que utilizamos para motivar a
los demás, sino también los que usamos para motivarnos a nosotros mismos.
De esta forma, la primera vez que escuchamos una grabación de Luciano
Pavarotti cantando "Nessun dorma", es probable que sintamos un
estremecimiento en todo cuerpo.
Sin embargo, si escuchamos de manera continua durante tres horas,
descubriremos que sucede algo diferente; ese estremecimiento desaparece
con bastante rapidez. La aplicación repetida del mismo estímulo hace que
la eficacia disminuya. Para motivarnos y motivar a los demás, debemos
utilizar con frecuencia estímulos nuevos.
En otras palabras, todo estímulo tiene únicamente un impacto de corto
plazo en cuanto a desencadenar energía motivacional. El uso ocasional de
un estímulo específico, o incluso un uso repetido del mismo, derivará en
una pérdida gradual de motivación porque el efecto del estímulo
desaparece.
David Freemantle
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