El gerente emocionalmente inteligente
Introducción:
Si bien los sentimientos y emociones han sido considerados durante
mucho tiempo como un despreciable residuo que nuestro proceso de
evolución de millones de años no ha logrado extirpar por completo,
recientes descubrimientos sugieren que las emociones juegan un
importante papel en nuestros procesos de pensamiento racional.
Así pues, hoy en día es fundamental que líderes y gerentes aprendan
a controlar sus emociones, y las de sus subordinados, no sólo con el
fin de que estas no controlen de modo negativo el desempeño de los
mismos en el trabajo, sino que se conviertan en una oportunidad para
mejorar la interacción y la productividad de todos los miembros
del equipo.
Emociones y trabajo
Normalmente, las emociones no son bien vistas en el lugar de
trabajo. Es muy común que nos digan “controla tus emociones”, o
“debes mantener la cabeza fría”, y aún más, “no permitamos que las
emociones nos controlen, debemos pensar racionalmente”.
Pero, estos son malos consejos. Estas frases reflejan una mala
comprensión de lo que son las emociones. Es decir, que las emociones
son un remanente de millones de años de evolución, y que una persona
“más perfecta” debería ser necesariamente más racional y menos
emocional. Así pues, muchos creen que las emociones son tan útiles
como el apéndice, y en la medida en que puedan ser eliminadas de
nuestro comportamiento, mejor será nuestro desempeño.
Pero esta concepción es científicamente falsa. De hecho, según
estudios realizados en la Universidad de Iowa por el neurocientífico
Antonio Damasio, las emociones son parte integral del proceso de
pensamiento humano, y no un fenómeno paralelo.
Aunque el cerebro humano se ha vuelto más complejo durante los
millones de años de evolución, las conexiones que se ocupan de las
emociones no han desaparecido. Las emociones no pueden ser removidas
quirúrgicamente de la inteligencia.
Las emociones si importan todo el tiempo. Ignorar su rol, ignorar la
sabiduría de las emociones propias y ajenas, es invitar al fracaso
como persona, como gerente y como líder.
Ha llegado el momento de que los gerentes digan cosas como “llegó la
hora de que todos nos emocionemos” o “debemos tratar este problema
desde un punto de vista emocional y no racional”. La clave para ser
un gerente emocionalmente inteligente es integrar respuestas
emocionales y racionales. Hacer demasiado hincapié en unas u otras
podría conllevar a una toma de decisiones inadecuada.
Los seis principios de la inteligencia emocional son:
1. Las emociones son una forma de información: las emociones nos
preparan para la acción, concentran nuestra atención y nos dan
fortaleza. Aunque las emociones no siempre son una fuente de
información, generalmente proveen información sobre relaciones y
personas. En otras palabras, las emociones nos ayudan a sobrevivir.
2. Tratar de ignorar las emociones raramente funciona: cuando la
gente trata de suprimir las emociones en nombre de la eficiencia,
suele recordar menos información.
3. La gente no es muy hábil para esconder sus emociones: las
organizaciones sólo permiten la expresión de ciertas emociones como
el enojo; otras, como el disfrute, son raramente expresadas.
4. Una toma de decisiones efectiva debe tomar en cuenta las
emociones: no deje de lado sus emociones, incorpórelas del todo a
sus decisiones. Las emociones son parte de lo que hace humanas a las
personas, y realmente forman parte de nuestra racionalidad.
5. Los patrones lógicos suponen la expresión de emociones: las
emociones influyen en el pensamiento. Las emociones positivas
propician la creatividad, mientas que las negativas nos permiten
concentrarnos en los detalles menores.
6. Tomar en cuenta los símbolos universales y específicos de las
emociones: por ejemplo, una cara feliz es reconocida mundialmente.
Un mapa emocional
Aunque las emociones son muy importantes, los gerentes no están
entrenados para lidiar con las mismas. Llegar a ser un gerente
emocionalmente inteligente significa ser capaz de extraer
información a partir de los sentimientos. Tomar en cuenta la “huella
emocional” nos permitirá tomar mejores decisiones.
Cuando somos emocionalmente inteligentes, adquirimos cuatro
habilidades:
1. Leer el lenguaje emotivo de los demás e identificar emociones.
2. Entusiasmarse y usar las emociones para motivar a los demás.
3. Predecir el flujo de nuestras emociones.
4. Administrar emociones.
Para desarrollar un mapa efectivo que guíe nuestra respuesta frente
a las emociones, debemos estudiar estas cuatro habilidades.
Leer a los demás
En realidad, la información nunca será tan clara, pero es posible
obtener información a partir del comportamiento. Los gerentes
hábiles son capaces de identificar los sentimientos ajenos y hablar
abiertamente al respecto. No tienen miedo de mostrar sus
sentimientos.
Dado que los gerentes emocionalmente inteligentes reconocen sus
propias emociones, son capaces de identificar los sentimientos
ajenos con precisión. Por el contrario, los gerentes que carecen de
inteligencia emocional no logran identificar bien las emociones
ajenas, no muestran sus emociones, mantienen expresiones neutrales,
y no son capaces de articular sus propias emociones.
El ingrediente esencial: conciencia
¿Cómo identificar las emociones? Todo comienza con la conciencia.
Piense en cómo se siente. ¿Estamos lo suficientemente conscientes de
nuestros sentimientos?
Es importante leer las expresiones faciales e identificar sus
emociones asociadas. Después de todo, las emociones son un sistema
de señales que contienen información: si no captamos a señal, no
obtenemos la información. En el nivel más bajo, si no somos capaces
de distinguir entre rabia y felicidad, no podremos distinguir un
amigo de un enemigo. Por tanto, es importante saber identificar la
emoción que se está sintiendo y la que están sintiendo los demás.
Las emociones expresadas y las verdaderas emociones difieren entre
sí. Cuando somos capaces de leer entre las líneas, logramos
distinguir las verdaderas emociones de aquellas expresadas. Estas
últimas también contienen información de valor: son lo que la gente
quiere que creamos de ellas. Pero en el fondo, la realidad puede ser
muy diferente.
Tome en cuenta tres elementos que le pueden ayudar a determinar el
verdadero estado emocional de una persona:
1. Expresión facial.
2. Expresión corporal.
3. Voz (tono, ritmo, etc.).
Para leer las emociones ajenas, es preciso unir todos los datos.
Primero, debemos estar conscientes de nuestras propias emociones.
Luego, procesaremos lo que dicen los demás: palabras utilizadas,
tono de voz. Tome en cuenta la información no verbal: postura,
gestos, expresiones faciales. Trate de notar cualquier discrepancia
entre las palabras, el tono y la expresión, pero no saque
conclusiones apresuradamente. Utilice palabras como “me parece que
estas…”, para darle la oportunidad al otro de confirmar nuestras
sospechas acerca de sus sentimientos. Es posible también confirmar
nuestras impresiones con otro observador.
Los líderes deben crear confianza y establecer relaciones: ambas
dependen de las emociones. Los gerentes emocionalmente inteligentes
aprenden a usar sus emociones con el fin de motivar equipos. Trate
de aprender a utilizar sus emociones en beneficio propio y ajeno.
Una falta de emociones puede limitar nuestro pensamiento. Las ideas
innovadoras generalmente se siguen de dificultades emocionales. En
vez de rechazar las emociones y asumir que son contraproducentes,
acójalas como una parte más de su proceso de pensamiento.
Predecir el futuro emocional
Las emociones no se manifiestan azarosamente. Obedecen la ley de
causa y efecto. Aunque las emociones sean complejas, una vez que
entendamos esta relación causa-efecto seremos capaces de predecir
cómo se verán afectadas las emociones de un grupo o persona. Esto
nos permitirá analizar la situación, y predecir lo que pasará.
Claro está que las emociones no son completamente predecibles. Pero
al estudiar los factores que hacen sentir a una determinada persona
de un cierto modo, uno adquiere cierto entendimiento del giro que
darán sus emociones a continuación.
Administrar emociones
La habilidad para administrar emociones es la piedra angular de la
inteligencia emocional. Esto no quiere decir que ya no sintamos
emociones, sino que ahora somos capaces de convertirlas en acciones
y comportamientos efectivos.
Gerenciar no se trata de evitar conflictos y lograr que todos sean
felices. Gerenciar trata sobre efectividad, y la efectividad
requiere de un amplio rango de emociones: positivas y negativas.
Administrar exitosamente las emociones significa fundamentar nuestro
comportamiento sobre un balance entre pensamientos y sentimientos.
Controlar el enojo en el trabajo
El control de las emociones es sin duda un problema del lugar de
trabajo. Antes de encargarnos del sentimiento de enojo en os demás,
es preciso identificarlo bien. El enojo puede ser tanto destructivo
como constructivo. El punto fundamental es no dejar que controle
nuestro comportamiento. El gerente emocionalmente inteligente sabe
cómo separar una emoción de su respuesta, sin ignorar la primera.
Suponga que está haciendo una presentación y un subordinado o
interrumpe constantemente para poner en entre-dicho sus postulados.
Al responder, primero identifique su propio sentimiento de
frustración y luego determine si, a pesar de la frustración, existe
o no una amenaza real. A continuación, considere el punto de vista
del subordinado. Esto le permitirá entender la emoción, lo que le
permitirá, a su vez, administrarla, quizá señalando que queremos
pasar al siguiente punto y tratar el anterior de forma privada con
el subordinado en cuestión. El enojo no es en sí el problema. El
reto es aprender a enojarse y saber controlar la situación.
Gerenciando equipos
Cuando se trate de equipos, debemos considerar varias interrogantes:
1. ¿Cómo se sienten los miembros del grupo frente a la situación que
están encarando?
2. ¿Cómo influyen los sentimientos en el comportamiento y el
pensamiento de estos?
Entender por qué se sienten de cierta forma nos ayudará a determinar
si los sentimientos cambiarán a medida que se desarrolle la
situación. Considere lo que puede hacer con sus emociones, es decir,
cómo pueden integrar sus emociones al lugar de trabajo.
Los gerentes emocionalmente inteligentes crean equipos fuertes,
planifican y deciden con eficiencia, procuran motivar a los demás,
comunican sus visiones, promueven cambios positivos y establecen
relaciones interpersonales productivas y efectivas.
La posibilidad de que seamos exitosos dependerá de nuestra capacidad
para manejar los sentimientos. No rechace o renuncie a sus
sentimientos. Por el contrario, intégrelos a su pensamiento y úselos
como una fuente de información e inspiración.
Cómo desarrollar y utilizar las cuatro habilidades emocionales
clave del liderazgo, David R. Caruso y Peter Salovey
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