El diamante del
deseo
El diamante del deseo es una extraordinaria técnica
creativa porque da las pautas de acción para transformar un simple
deseo o una idea utópica en algo real. Es sabido que muchos grandes
proyectos empezaron con un desafío del tipo Y si... ¿Y si fuera
posible volar? ¿Y si fuera posible pagar sin utilizar dinero
contante y sonante?
A menudo vivimos alejados de nuestros deseos. Los tenemos ahí,
almacenados, olvidados. Pensamos que son sólo eso, deseos, y que
cualquier acción que hagamos para conseguirlos nos llevará a un
fracaso seguro. Hemos desarrollado una actitud de excesivo
conformismo, que conduce a comportamientos y mentalidades muy
conservadores, alejados de la audacia y el riesgo tan propios del
mundo de la empresa y los negocios.
Para volver a conectar con nuestro yo interno audaz, intrépido,
aventurero y soñador, la técnica que a continuación presentamos nos
puede proporcionar una eficaz ayuda.
¿Cómo funciona el diamante del deseo?
1. Plantee un deseo o defina una situación utópica la que
usted quisiera llegar. Si no piensa en un deseo concreto,
simplemente anote cosas que le gustaría hacer, por difíciles e
inalcanzables que parezcan:
Ser propietarios de una gran empresa.
Escribir un best seller.
Suprimir el hambre en el mundo.
Conocer personalmente al presidente de los Estados Unidos.
Dar la vuelta al mundo en globo.
Conseguir desbancar a Microsoft de su liderazgo mundial.
2. De todo los deseos planteados, escoja uno,
aquel que realmente responda a sus necesidades internas. Es
importante que usted se identifique plenamente con su deseo, que sea
algo que le ilusione. Con estas dos operaciones completamos el
primer rombo de nuestro diamante (ver figura).
3. Cuando haya seleccionado un deseo, empiece a pensar en
ideas sobre cómo conseguir su objetivo. Tanto si lo hace
individualmente como en grupo, emplee cualquiera de las técnicas
vistas hasta ahora: brainstorming, TNG, etc. No se preocupe por si
las ideas que surgen son más o menos posibles o imposibles. Formule
preguntas del tipo: ¿Podríamos...? ¿Qué tal si...?, etc. Recuerde
que en este momento es absolutamente necesario aplazar el juicio y
dejar volar su imaginación.
Piense en formas creativas de desarrollar su deseo. No piense en
forma retrospectiva (más de lo mismo). Procure acercarse a su deseo
a través de vías nuevas y atrevidas. Cuando haya generado un buen
número de ideas, haga un esfuerzo por seleccionar la que le parece
más interesante, sugerente o imaginativa. A través de esas dos
operaciones más habremos completado el segundo rombo del diamante.
4. Ahora entre en el tercer y último rombo del diamante del
deseo. Evalúe seriamente los aspectos positivos y negativos de la
idea seleccionada en el segundo rombo. Hágalo a través del análisis
del campo de fuerzas (fuerzas a favor y en contra).
Anote en una columna los aspectos a favor y en otra los contrarios.
Evalúe al final del proceso si las fuerzas a favor son más
significativas que las fuerzas en contra y trate de elaborar un plan
de acción.
Puede ser que todo esto le parezca difícil, incluso imposible. Pero
el pensamiento filosófico descubrió hace ya muchos siglos que las
acciones humanas son más auténticas si tienden a acercarse a
nuestros deseos, a lo que realmente queremos y anhelamos. Si no está
todavía demasiado convencido, piense en los siguientes ejemplos.
Un día, los responsables de los estudios Disney, mirando una de las
muchísimas producciones cinematográficas nacidas de la mano del
genial creador, se plantearon si todo aquel universo de fantasía no
podía llegar a ser real. Como usted ya sabe, al cabo de unos años
nacieron los parques temáticos Disneyworld y Eurodisney, que
convierten en realidad los sueños imaginativos de Walt Disney.
Cuando los creativos de una empresa de fotografía se preguntaron si
sería posible que las fotos se hicieran y se revelarán al instante,
estaban poniendo las bases para la invención de la cámara Polaroid,
en su momento auténtica revolución tecnológica en el ámbito de la
fotografía.
En algún día de principios de la década de los 80, Narcís Serra,
entonces alcalde de Barcelona, planteó a su equipo de gobierno
municipal la posibilidad de que Barcelona albergará unos juegos
olímpicos. Doce años más tarde la ciudad condal organizaba los que,
hasta ahora, han sido considerados los mejores juegos de la historia
(sólo superados por los de Sidney). Barcelona 92 fue un auténtico
derroche de organización, imaginación y creatividad.
¿Acepta el reto de construir su propio diamante?
Franc Ponti, La empresa creativa
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