lunes, mayo 28, 2007

Artículo para debatir

¿Se ama con el corazón o con el cerebro?

Hace casi 400 años se lo consideraba la causa de un mal sin tratamiento que, sólo excepcionalmente, afectaba a los varones. Durante siglos, poetas y escritores lo culparon de las más profundas desdichas y hasta de la locura... El amor, sin embargo, no merecería cargar con tanta responsabilidad.

"Uno no ama con el corazón, sino con el cerebro. De hecho, las estructuras fisiológicas relacionadas con el afecto están dentro del cerebro. Cuando veo sufrir a mis pacientes por problemas de relación de pareja, sé que pasaron el límite del amor. Cuando eso ocurre se afecta la dignidad personal y entonces comienza un juego enfermizo e irracional, nada saludable", lanzó contra todo pensamiento conservador el psicólogo Walter Riso, coordinador general del Centro de Estudios Avanzados en Psicología Clínica, en Medellín, Colombia, y reconocido en el mundo por sus libros contra la idealización del amor.

Experto en bioética, filósofo, defensor de la terapia cognitiva y detractor del psicoanálisis, el doctor Riso se refiere al amor como una de las cinco adicciones modernas, que investiga junto con su equipo de la Universidad Católica de Bogotá.

"Estudiamos las denominadas nuevas adicciones, que son la belleza, el celular, Internet, el trabajo y, por supuesto, el amor -explicó-. Los resultados nos ayudan a hacer prevención. No hay que olvidar que toda adicción es una enfermedad per se y, por lo tanto, con consecuencias altamente riesgosas."

Desde su punto de vista, el amor puede causar no sólo trastornos psicológicos, como la obsesión, la depresión o la ansiedad, sino también problemas emocionales desestabilizantes de la autonomía y del bienestar físico general.

"La adicción afectiva es una cuestión de salud pública. El 75% de las consultas psicológicas es por cuestiones relacionadas con el amor, cuando éste se vuelve irracional, posesivo y enfermizo", puntualizó el especialista, que combina la práctica profesional, con la enseñanza, la investigación y la escritura.

Con un hablar en el que se confunden su origen italiano y su formación académica mitad argentina y mitad colombiana, Riso mezcla expresiones bien porteñas, elogia los alfajores de maicena que compra en quioscos cuando visita esta ciudad y cuenta que disfruta de la práctica de taichi al aire libre en algún "bellísimo y tranquilo lugar" de El Bolsón.

"Soy una mezcla de la camorra napolitana y de la nostalgia de Buenos Aires", dice, para definirse, durante el diálogo telefónico que mantuvo con LA NACION desde Colombia antes de su llegada al país para presentar su nuevo libro, Los límites del amor. Hasta dónde amarte sin renunciar a lo que soy (Grupo Editorial Norma), el próximo martes, a las 18.30, en el salón auditorio del Centro Cultural Borges.

Cuestión de voluntad

Para Riso, el amor es un acto de voluntad y no solamente un arrebato emocional.

"Es una mezcla de emoción y pensamiento. Como tal, implica amistad, afinidad de principios, respeto por los valores y los derechos humanos del otro y solidaridad", afirmó, antes de relatar historias de pacientes que accedieron a practicar el intercambio de pareja, por ejemplo, sin sentirse a gusto o a tomar medidas extremas, como hacer huelga de hambre en contra de la oposición de la pareja para salir con amigos.

"El amor tiene sus límites y no lo justifica todo -aseguró-. Entregarse en cuerpo y alma, dejando de lado a uno mismo y a las necesidades propias es el resultado de creencias distorsionadas. Cuando se da fidelidad, se espera fidelidad, y cuando se respeta, se espera respeto. Existe la idea absurda del amor como generosidad absoluta. Pero esto no es saludable si no se comparte."

A través de sus doce obras publicadas, la primera de las cuales -sobre cómo superar la dependencia afectiva- tuvo ocho ediciones sólo en España, Riso propone "instalar un amor subversivo".

Y agrega: "Eso de que «seamos uno solo» es un delirio. Cuando escucho hablar del «deber conyugal»...", deja la frase inconclusa y se ríe para luego insistir en que el amor no se obliga .

Para lograr esa "revolución" de los afectos, el especialista descarta la ayuda del psicoanálisis y confía en la utilidad de una terapia que no se concentre en la catarsis del paciente durante la hora de consulta, sino en una atención que modifique el comportamiento y el pensamiento.

"El psicoanálisis es una pesadilla, y puedo asegurar que no cumple criterios científicos -afirmó-. La terapia cognitivo-conductual es la que más funciona porque logra confrontar al paciente con sus problemas y cambiar la forma en que procesa la información mirando la realidad tal cual es."

Durante la terapia, según explicó, el paciente básicamente necesita recuperar la dignidad personal y el respeto por uno mismo.

En estos casos, Riso consideró que la clave es hablar con la pareja sobre lo que no es negociable, es decir, lo que va en contra de sus principios, valores o convicciones. "Se busca generar inmunidad a la enfermedad", señaló.

En definitiva, para Riso, la felicidad no indica necesariamente la ausencia de una patología, como es la adicción afectiva. "La depresión por amor no es distinta a otra depresión. Por eso, propongo «pellizcarle la cola» al amor para no seguir idealizándolo. Al amor también hay que pensarlo", finalizó el especialista.

Por Fabiola Czubaj
De la Redacción de LA NACION

martes, mayo 22, 2007

Soltar la redacción

El trabajo mental implica eventualmente la necesidad de escribir. Y puede ocurrir que nos estanquemos por falta de soltura, lo que nos hace perder mucho tiempo. Muchas veces nos disponemos a redactar en base a alguna idea y el problema principal estriba en comenzar a fluir en la redacción más que en tener la idea.

Por suerte, podemos recurrir a ciertos trucos que nos permiten comenzar a experimentar y explorar soltura y fluidez en la redacción, de manera de estar preparados para poder redactar en todo momento. La idea es practicar estas actividades para adquirir suficiente experiencia de soltura; es decir, configurar nuestras redes neuronales mediante experiencias exitosas.


Aquí están las actividades que te sugerimos experimentar:

1. Adoptar la perspectiva de un objeto. Este objeto puede estar relacionado - o no - con un tema de tu interés. Prueba con objetos tales como una cama, un auto, o una ventana. Escribe acerca de cómo es ser ese objeto, lo que habitualmente está relacionado con ese objeto, acerca de otros objetos con los que tomas contacto, cómo es un día típico. Trata de dar tantos detalles como sea posible.


2. Enfocar un único sentido. Toma apuntes durante un día de todo lo que te estimule un único sentido particular, como la vista o la audición. Trata de experimentar y reflejar tan vivamente como te resulte posible lo experimentado por este sentido.


3. Cambio de ambiente. Encuentra algún sitio muy diferente al que estás habituado. Si vives y trabajas en una ciudad, lo hallarás en la naturaleza. Si ya vives en contacto con la naturaleza, haz un paseo por la ciudad. Escribe sobre los que experimentas con los sentidos y las emociones, describe las diferencias con lo que estás acostumbrado.


4. Escritura fonética. Enfócate en los sonidos de las palabras y en el ritmo. Haz que eso te resulte más interesante que el sentido. Trata de escribir unas páginas concentrándote únicamente en como suenan las sílabas. Puedes inventar las palabras, sólo importa el sonido.


5. Cambio de identidad. Adopta la identidad de otra persona, alguien completamente diferente. Puede ser un amigo, un familiar, un personaje de película, de un libro, de la historia, o una identidad completamente creada. Escribe acerca de su vida diaria, su historia, sus relaciones, su visión del mundo o su opinión acerca de un tema.


6. Cambio de dirección. No escribas siguiendo siempre las direcciones habituales - de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo – mezcla direcciones de escritura. Comienza en cualquier parte de la hoja y escribe en cualquier dirección de las posibles. Cambia al azar o sistemáticamente a medida que vas escribiendo.


Notarás que estas actividades te permiten soltar tu redacción aún en temas totalmente triviales; experimenta esto por unos cuantos días.

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lunes, mayo 14, 2007

Artículo para debatir

Psicólogos y neurobiólogos indagan las raíces del prejuicio

Aunque resulte perturbador, muchos científicos sugieren que el prejuicio es parte de la naturaleza humana. Enfrentarnos con nuestra auténtica naturaleza, afirman, es la única forma de conocer las fuerzas que llevan a los conflictos entre grupos, y de aprender cómo controlarlas.

"No debemos tratar el prejuicio como algo patológico simplemente porque nos ofende -sostiene el antropólogo Francisco Gil-White-. Si queremos superar las contiendas étnicas, debemos comprender el rol que una psicología humana normal juega en producir los prejuicios."

Los psicólogos han estudiado desde hace tiempo nuestra proclividad a dividirnos en grupos de acuerdo con rasgos ordinarios, como el color de la piel o la vestimenta. "Nuestras mentes parecen estar organizadas de una forma que lleva a fragmentar el mundo en distintos grupos casi automáticamente", dice el psicólogo Lawrence Hirschfeld, de la Universidad de Michigan, Estados Unidos.

Muchos experimentos lo confirman y muestran que tendemos a favorecer a nuestro propio grupo, aun cuando se trate de una colección arbitraria de individuos. Ya en 1970, investigadores conducidos por Henri Tajfel, de la Universidad de Bristol, Inglaterra, dividieron al azar a adolescentes de un mismo colegio en dos grupos, y les dieron la posibilidad de que puntuaran a dos muchachos, uno de cada grupo. Los integrantes del mismo grupo siempre fueron los favorecidos.

La genética moderna ha disipado la creencia de que las nociones de divisiones raciales reflejan diferencias biológicas reales. Hoy sabemos que la variación genética entre individuos de un mismo grupo étnico son generalmente más amplias que la diferencia promedio entre dos grupos étnicos.

Pero los conceptos de raza y de etnicidad son marcadores arbitrarios que han adquirido significado. "La raza no importa porque sea algo real -dice el historiador Niall Ferguson, de la Universidad de Harvard-, sino porque la gente la concibe como algo real."

El significado del color

Es más, esa concepción errónea parece estar profundamente arraigada en nuestra psique. Por ejemplo, Hirschfeld halló que a los 3 años de edad, la mayoría de los niños ya atribuyen algún significado al color de la piel. "Los chicos creen que las diferencias físicas atribuidas a la raza son más importantes que otras para determinar qué clase de persona se es."

Recientes estudios con imágenes cerebrales sugieren que incluso los adultos que dicen no ser racistas registran el color de la piel en forma automática e inconsciente. En 2000, el psicólogo Allan Hart, de la Escuela Amherst de Massachusetts, halló que cuando las personas blancas y negras ven caras de personas de colores opuestos presentan una mayor actividad en una región del cerebro llamada amígdala, que participa de la comprensión del significado emocional de los estímulos.

Ese mismo año, la neurocientífica Elizabeth Phelps, de la Universidad de Nueva York, observó que aquellos individuos cuya amígdala se activaba más fuertemente también presentaban los resultados más elevados en test para medir el prejuicio racial.

Muchos investigadores creen que hemos desarrollado una tendencia a dividir el mundo en grupos étnicos. Por ejemplo, el antropólogo Rob Boyd, de la Universidad de California, sostiene que nuestros ancestros, ante el rico contexto social de la vida humana, debieron haber necesitado habilidades para percibir los grupos a los que pertenecían las personas. Distinguir las diferencias étnicas permitía entonces identificar a otros que compartieran las mismas normas sociales.

Aun así quizá sea posible hallar formas de dominar nuestras inaceptables tendencias. Es más, experimentos muestran cuán poco se necesita para quebrar el prejuicio. La psicóloga Susan Fiske, de la Universidad de Princeton, hizo que los estudiantes observaran fotos de individuos de distintos grupos sociales, mientras monitoreaba la actividad de su corteza prefrontal, una región que se activa en las respuestas a los estímulos sociales.

Los investigadores se sorprendieron al descubrir que las fotos de personas de grupos "extremos", como los drogadictos, no producían ningún estímulo en esa región, lo que sugería que no eran considerados seres humanos. "Es lo que uno ve en la calle -dice Fiske-, la gente trata a los mendigos como si fueran pilas de basura."

En nuevos experimentos, Fiske fue capaz de revertir esas respuestas. Después de replicar los experimentos iniciales, los investigadores realizaron preguntas simples y personales sobre las personas que aparecían en las fotos: "¿Qué piensa usted que le gustaría comer a este mendigo?" Sólo una de estas preguntas bastaba para que la corteza prefrontal se active.

"La pregunta tuvo el efecto de lograr que la persona volviera a ser considerada una persona -dijo Fiske-, y la respuesta de prejuicio fue mucho más débil."

Por Mark Buchanan
De New Scientist

Sobre la memoria

Algo que no se dice con frecuencia es que la capacidad de recordar no depende de la memoria sino de la comprensión, la imaginación y la atención. Pensar bien, imaginar bien, y atender bien, derivan naturalmente en mejor capacidad de retener y recordar.

Siempre es necesario desarrollar o reforzar estas capacidades ya que no están naturalmente en buena forma. Ninguna de las tres capacidades.

Si no comprendemos bien, no podemos imaginar bien ni atender bien.
Si no imaginamos bien, no comprendemos bien ni atendemos bien.
Si no atendemos bien no comprendemos bien ni imaginamos bien.

En esta ocasión queremos sugerirte apoyar tus esfuerzos de memorización en los siguientes principios:

1.- Las imágenes son los signos con los que se articula la memorización, como las letras lo son del lenguaje. Se deben tratar así, independientemente del significado racional que posean en sí mismas fuera del tema de memorización.
2.- Lo que genera memoria no son las imágenes sino la relación o conexión entre las mismas. En la memorización, una imagen no tiene otra función que la de ayudar a establecer conexiones, como en el lenguaje ocurre con las letras.
3.- Para generar memoria necesitas asegurarte de saber generar conexiones visuales, no lingüísticas.
4.- No existe ninguna necesidad de hacer relaciones lógicas entre las imágenes ya que las relaciones efectivas entre imágenes no son ni lingüísticas ni lógicas, son topológicas y video-espaciales.
5.- Siempre trata que las imágenes sean de tal tamaño que ocupen eficientemente el campo visual imaginativo. No tiene sentido que sean chicas, tampoco que sean demasiado grandes.
6.- Siempre trata que lo que sea que desees recordar puedas representarlo con una imagen en tu mente. Si algo no puedes representarlo en tu mente es casi seguro que no lo tienes cabalmente comprendido. Si puedes representarlo, entonces conéctalo con otra imagen ya conocida.
7.- La mejor prueba de control de la imaginación es que puedas aumentar o disminuir a voluntad el tamaño de las imágenes, que puedas verlas en 3D, que puedas rotarlas a voluntad, que puedas diferenciar sus partes, y que puedas verlas con colores. Si tienes esa capacidad asegurada tienes la capacidad de hacer maravillas con tu memoria.
8.- No intentes memorizar lo que no puedas imaginar. Primero asegúrate de eso.

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