En los inicios de la tecnología inteligente…
,¿Aficionados versus Expertos? Es falsa la neutralidad de la tecnología «inteligente»: el Mensaje es el Usuario
Hace unos años (2007), un experimentado empresario de Sillicon Valley, Andrew Keen, se hartó de la Web 2.0 y lo que ocurre en ella y escribió, desafiante, un libro polémico desde el título: The Cult of the Amateur: How Today’s Internet Is Killing Our Culture (El Culto al Aficionado: Cómo el Internet Actual Está Matando Nuestra Cultura).
No son reflexiones para especialistas, incumbe a todos los usuarios frecuentes de Internet.
Keen argumentó en contra de la cultura 2.0 porque fuera de nuestra mirada, entidades como los blogs y las wikis destruyen – por varios factores – a la industria de los contenidos, afectando tanto a trabajadores como a editoriales.
A Keen le preocupa la supervivencia de la «Cultura Académica Profesional».
En tanto, varios investigadores en ciencias cognitivas encuentran evidencias de que el entorno digital inteligente puede generar cognición indolente en el usuario habitual.
Y existe una relación.
Vino nuevo en botellas viejas
En estos momentos, la publicación de contenidos en Internet es inabarcable, y no parece cierto que abunden sólo los contenidos de mala calidad. Hay de todas las calidades, y también es lógico que si el usuario por alguna razón se esfuerza cada vez menos en sus procesos de exploración y selección, así también, lo que obtiene podría ser cada vez peor en calidad. Los contenidos, además, también están sometidos a las leyes «darwinianas», y los memes que más se comparten no tienen necesariamente el mayor valor de verdad o calidad. Es el punto en el cuál se quema el fusible de Keen.
Somos los propios usuarios los que ya no nos esforzamos con ciertas capacidades porque la interfaz tecnológica está evolucionando a funcionar resolviendo tareas que antes realizábamos mentalmente de manera natural.
Como problema, prevenir el riesgo implícito de la indolencia cognitiva generada por la tecnología inteligente parece de mayor relevancia que la presunta abundancia de aficionados y contenidos de baja calidad en Internet. En el mundo de ladrillos como en Internet las víctimas suelen ser quienes no están prevenidos. La cultura es una consecuencia.
Confiabilidad y Comodidad
Existen evidencias de que las interfaces digitales inteligentes – y los automatismos inteligentes que van bien con ellas – inducen a una actitud cognitiva de mínimo esfuerzo.
Cuando el usuario no sabe o no puede valorar la confiabilidad de una fuente, no es responsable la fuente, aunque tampoco es toda la responsabilidad del usuario. El medio puede condicionar efectivamente al usuario a procesar de manera indolente la información a su alcance. Es el «efecto calculadora», cuando la usamos tanto que nos cuesta volver a calcular mentalmente.
Falsa Neutralidad
Pensar en los medios tecnológicos inteligentes como meras herramientas neutras ya no brinda las mejores respuestas.
El modelo actual consiste en pensar en los medios como extensiones de nosotros mismos. Pero los entornos cambian cada vez más rápido. Así como con la aldea global se hizo real que el medio era el mensaje, con el auge de la tecnología inteligente se hace evidente y público que «la persona» es el mensaje, la persona es el contenido valioso.
El contexto cultural y el contexto tecnológico se realimentan. Como consecuencia, se naturaliza la obligación del usuario a habilitar ser procesado por la tecnología inteligente como requisito para poder utilizarla.
La tecnología inteligente «aprende» del usuario y se le anticipa después.
En mi máquina, como en cientos de millones más, el sistema operativo lleva incorporado un asistente «inteligente» que para asistirme al nivel más interesante necesita que lo habilite para absorber y conocer todo lo que pueda de mis discos duros, mis documentos, mails, navegadores, etc.
Antivirus no, condición antiviral sí
La solución contra la indolencia cognitiva no es romper los dispositivos inteligentes ni apoyar un elitismo que pretenda erigirse como administrador de la «Gran Cultura» de los expertos.
La neutralización del efecto tecnológico negativo consiste en fortalecer la mente y mantenerla más activa precisamente cuando estamos en un entorno que nos dice «descansa, yo me encargo».
Por más que accedamos cotidianamente a una tecnología que nos da resultados superiores casi sin pensar, si usamos tecnología bajo el compromiso de mantener la mente un 25% más activa, seguramente podremos neutralizar mejor los efectos negativos y disfrutar de mejores resultados.
Muchos problemas se previenen con menos indolencia cognitiva. Sin esfuerzo alguno, ciertamente no se consigue mucho.
El entorno tecnológico inteligente da soporte a una cultura de usuarios satisfechos, muchos de ellos con un riesgo cierto de haberse habituado a operar cognitivamente «atenuados».
Fuentes
Comunicado de la University of Waterloo
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