Libertad Ilusoria
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La ciencia acaba de confirmar empíricamente – publicado hace horas – que las personas tenemos una serie de actitudes autolimitantes en el procesamiento de la información:
- Deliberadamente evitamos la información que amenaza nuestro bienestar y felicidad.
- Tenemos una amplia gama de estrategias de «evitación de información» a nuestra disposición.
- Dirigimos selectivamente nuestra atención hacia la información que confirma lo que creemos o que le es favorable.
- Olvidamos fácilmente la información que deseamos que no sea cierta.
Corolario
Si esta investigación es REAL, que lo ES…
Si la Carnegie Mellon University es una fuente confiable de conocimientos científicos, que lo ES…
ES también posible que…
La diseminación de determinada información pueda utilizarse intencionalmente, estratégicamente, para inducir respuestas «deseables» en el público… Y se hace… Lo hace el marketing, lo hacen los comunicadores, lo hacen los líderes políticos, etc.
En nuestras sociedades es un valor importante la libertad de prensa, por lo cual estamos inmersos en un contexto social y cultural completamente infectado de información «especialmente seleccionada» por quienes poseen, controlan y regulan los medios de comunicación. Esta información es seleccionada por el efecto deseado en el público… Lo cual sucede… En publicidad, en marketing, en política, etc.
Entonces…
- ¿Qué clase de libertad de pensamiento es posible para el público general que recibe información preseleccionada por sus efectos deseables en el receptor?
- ¿Qué clase de debate político, ético o científico se puede tener en un contexto cultural y social influenciado por pensamientos predefinidos?
- ¿Por qué creemos que elegimos «libremente» lo que hacemos y pensamos?
- ¿La libertad de prensa implica necesariamente libertad de pensamiento en el público general?
Las personas evitamos o abrazamos intencionalmente la información según percibamos que amenace a nuestro bienestar y felicidad o según veamos que apoye a nuestras creencias o las favorezca. Hablar de «la verdad» prácticamente no tiene sentido.
Para que pensemos en solucionar algo primero tenemos que percibirlo como problema. Hacernos conscientes de la libertad ilusoria requiere hacernos conscientes de la información preseleccionada que nos influye. Lo cual es, paradójicamente, una puerta de escape. Seguramente, cuando aceptamos aumentar el nivel de tolerancia y control de la atención, más allá de nuestras creencias y posiciones, recién entonces podemos hacernos cargo de este problema.
Investigación reciente de la Carnegie Mellon University
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